De visita oficial en Kosovo el 1º de marzo, el ministro francés de Relaciones Exteriores Bernard Kouchner fue interrogado por un periodista sobre los rumores que lo implican en el escándalo del tráfico de órganos.
Medios serbios han acusado al señor Kouchner de haber enmascarado el tráfico cuando ocupaba el cargo de Alto Representante de la ONU en la región (1999-2001).

«El caso de la Casa Amarilla», en referencia al color de la clínica clandestina en la que fueron extraídos diferentes órganos a más de 300 prisioneros civiles serbios antes de su ejecución, es mencionado por la ex fiscal del Tribunal Penal Internacional Carla del Ponte en su libro La caccia. Io e i criminali di guerra [La edición francesa se llama La Traque, les criminels de guerre et moi [La Cacería, los criminales de guerra y yo] (ediciones Héloïse d’Ormesson, 2009)].

Cuatro años después de los hechos, los investigadores de la señora Del Ponte lograron localizar la Casa Amarilla en Burrell (Albania), pero no encontraron indicios que les permitieran reconstituir lo sucedido.
Respondiendo a una proposición de la delegación rusa, la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa otorgó al senador suizo Dick Marty un mandato para la realización de una nueva investigación sobre el caso.

En su respuesta a la prensa, Bernard Kouchner no manifiesta la menor compasión por las víctimas y sus familias. Resulta extraño que al desmentir la complicidad pasiva que se le imputa lo haya hecho mediante la negación de la existencia misma del crimen. Bernard Kouchner califica además de «puercos y asesinos» a quienes se han hecho eco de ese rumor, incluyendo a la propia Carla Del Ponte.