La noticia fue reciente. El presidente Barack Obama, dicen sus voceros, estudia la sensible reducción de los arsenales atómicos norteamericanos, luego de su exhortación en abril del pasado año para que el planeta disminuya el peligro del uso del arma nuclear.
De hecho, Obama ha convocado para el 12 y 13 de abril próximo a selecta reunión cumbre sobre desarme atómico, y al parecer busca un golpe de efecto con el cual acudir ante sus invitados de cerca de 40 países del orbe.
De todas formas, sospechas y discordias se mueven alrededor del susodicho plan del cual no se conoce detalle alguno hasta el presente.
Existe un trasfondo llamativo en la convocatoria. Se trata de que los Estados Unidos no renunciará a ser potencia nuclear ni mucho menos, sino que intentará, si hay acuerdo interno, establecer arsenales estratégicos menos abultados.
Estos se complementarán con otras armas no atómicas de alto poder destructivo y efectividad, las llamadas “Prompt Global Strike” o de ataque mundial inmediato.
Al propio tiempo, al invocar la no proliferación de la que muchas veces hizo caso omiso, Washington pretendería frenar la adquisición de armas atómicas por varios estados emergentes, los cuales hoy acumulan suficiente tecnología para desarrollarlas y algunos de los cuales considera “aliados del terrorismo global”.
No obstante, en la propia Unión el debate sobre el tema eleva el diapasón, toda vez que círculos de ultraderecha no ven con buenos ojos el recorte de ojivas y portadores, e insisten en que el poderío atómico norteamericano es vital para la sacrosanta “seguridad nacional”
Por demás, plantearse la reducción, afirman, sería dar carta abierta a la posibilidad de retirar no menos de 200 ojivas nucleares tácticas norteamericanas emplazadas en suelo europeo, como parte del viejo plan de que, en caso de conflicto, los primeros blancos ante la respuesta oponente estén situados fuera del territorio estadounidense.
Precisamente, 10 días después de la cumbre que planea Obama, los cancilleres de las naciones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), debatirán a solicitud de algunos gobiernos miembros, la presencia de armas nucleares norteamericanas en el Viejo Continente.
Y aunque dirigentes del pacto agresivo insisten en que a la hora de evaluar el asunto es necesario tomar en cuenta “la equilibrada disuasión aportada por ese tipo de armamento”, parece claro: no son pocas las naciones europeas las cuales consideran como serio riesgo tener emplazados en el área misiles atómicos ajenos.
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