Este artículo es la continuación de :
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Las clases que acaparan las riquezas están al servicio del extranjero. La oligarquía en el poder es y siempre ha sido antinacional y antipopular. La soberanía popular y la nacional descansan en la soberanía económica. La materialización de todos los derechos que proclama la Constitución se hará realidad cuando conquistemos la soberanía económica, que garantice el bienestar de toda la población y su acceso al empleo, condiciones dignas de trabajo, alimentación, vivienda, tierra, servicios de educación y salud, transporte eficiente, etcétera, derechos que hoy en día con el neoliberalismo se violan cotidianamente. Por ello, la clase obrera y el pueblo tienen como primer reto pasar de la resistencia a la toma del poder político, para impulsar una economía autónoma y sustentable que coloque las bases para la construcción de un proyecto alternativo de nación.

La soberanía política tiene como base la soberanía económica. Hoy la dependencia económica ha conducido a México a subordinarse a Estados Unidos, por eso, con nuestra lucha, hemos de garantizar que los sectores estratégicos de la economía estén en manos de la nación –tal como lo consagra la Constitución–, en particular los energéticos. México tiene la capacidad de explotar su petróleo: ¿Por qué darle entrada a las trasnacionales? La Comisión Federal de Electricidad puede generar toda la electricidad necesaria: ¿Por qué comprar electricidad a compañías extranjeras?

Las riquezas de nuestra tierra, explotadas por los mexicanos, han de servir al desarrollo económico de México. Comenzando por la industria extractiva: ¿Por qué entregar nuestro oro y plata a las corporaciones estadunidenses? Si nuestras materias primas son extraídas y procesadas en nuestro suelo, se fortalece nuestra industria, se crean empleos para nuestros hijos y se exportan productos con un mayor valor agregado. Es ridículo exportar petróleo crudo cuando podemos exportar gasolina y petroquímicos. ¿Por qué desmanteló Zedillo el Instituto Mexicano del Petróleo? Es imperdonable importar gas de España y quemar el gas mexicano, como lo hace el actual gobierno. El desarrollo independiente exige contar con una industria nacional desarrollada. Los ferrocarriles, puertos, aeropuertos y los principales medios de comunicación tienen que estar bajo control nacional. A fines de la década de 1970 ya producíamos autos, ferrocarriles, barcos, carros del metro; ¡pero las desmanteló el gobierno neoliberal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN)! Hoy nos han convertido en un país “maquilador”. ¿Por qué el gobierno federal no invierte en laboratorios nacionales en vez de importar vacunas? La medicina debe ser barata y no un negocio para especular con el dolor y el sufrimiento. ¿Por qué no apoyar el desarrollo económico y la generación de empleo en vez de enriquecer a las trasnacionales como Nestlé o a las automotrices Ford, Chevrolet, General Motors, etcétera, con recursos fiscales?

Los tres sectores de la economía –agropecuario, industrial y de servicios– han de desarrollarse de manera armónica e integral. Por seguridad nacional, es indispensable la soberanía alimentaria. Además, para tener un medio ambiente sano y millones de campesinos trabajando en México –y no como indocumentados criminalizados en Estados Unidos–, el desarrollo del sector agrícola, que le dio divisas a México durante toda su historia hasta la década de 1970, es un pilar de su economía. México puede sembrar el maíz y los cereales necesarios para alimentarse y exportar, además de las frutas, legumbres, hortalizas, flores de nuestro suelo generoso. A su vez, México destaca entre los países del mundo por la extensión de sus litorales, de 12 mil kilómetros, así que el sector pesquero debe ser un factor de desarrollo y una alternativa alimentaria.

Por otra parte, nuestros bosques –hoy devastados– son una riqueza que preservar y aumentar. ¿Por qué importar el papel de Canadá? El sector agropecuario es una base para el desarrollo independiente de México. También es menester desarrollar la biotecnología para lo que tenemos buenas condiciones. La mitad del territorio nacional se utiliza para la ganadería extensiva. Cuando la sustituyamos por ganadería intensiva, liberaremos millones de hectáreas para la agricultura. Con las inversiones necesarias, los terrenos para la agricultura pueden duplicarse, sembrando 36 millones de hectáreas e irrigando 15 millones de hectáreas. La cuestión del agua se ha vuelto un problema que exige solución. Es necesario elaborar un plan hídrico nacional, cosechar el agua de lluvia, construir presas, represas, terrazas de infiltración de aguas pluviales, recuperación de zonas acuáticas, plantas de tratamiento de agua, y la reutilización de aguas residuales; racionalizar el consumo de agua, a nivel doméstico e industrial, y lograr un riego eficiente.

El sector financiero debe dedicarse al desarrollo de la economía y al bienestar de la población. Es absurdo que los bancos pertenezcan a las corporaciones extranjeras; es esencial que la banca esté en manos nacionales e impulse el desarrollo de México.

Los medios de comunicación han de servir al desarrollo de la cultura mexicana y de los pueblos indígenas, ya que hoy difunden predominantemente la cultura gringa: su ejército, su policía a través de la “caja idiota” y la bandera de las barras y las estrellas. Una de las formas de intervención más insidiosas es la penetración cultural, que moldea a la sociedad mexicana para que acepte la subordinación hacia Estados Unidos, su modo de vida y de consumo, para adaptarnos al american way of life.

Un gobierno patriótico que busque rescatar la plena soberanía de México contará con grandes recursos para el desarrollo del país. Pues sí hay dinero disponible. Las reservas del Banco de México (que debieran estar en plata) son 95 mil 682 millones de dólares. Petróleos Mexicanos ha ocultado 75 mil millones en paraísos fiscales, de 2007 a 2009, según reportó Contralínea. Contaríamos con 200 mil millones de pesos si se bajan los sueldos estratosféricos de la alta burocracia. El pago de las injustas deudas externas se lleva alrededor de 300 mil millones de pesos. Además, las grandes corporaciones deben pagar impuestos. Hacienda informó que, en 2008, las grandes corporaciones evadieron el pago de 750 mil millones de pesos; además deben 450 mil millones al fisco. Para la banca extranjera se destinan, a causa del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario, cerca de 50 mil millones anuales. Y esa cantidad dejan de pagar las corporaciones por los subsidios que reciben por la luz, agua y exenciones fiscales. Es sabido que en los años de los gobiernos panistas, Fox y Calderón recibieron más de 1 billón de pesos de excedente petrolero: ¿Qué se hizo de ese dinero?

De modo que es claro que sí hay recursos y, si se destinan a los sectores productivos y los programas sociales, pueden construir un México fuerte y desarrollado. En lugar de eso, en medio de la crisis, el mal gobierno sube impuestos, combustibles: gas, diésel, gasolina y todos los servicios. Proliferan los despidos y la precarización del trabajo; bajan los sueldos, para que el pueblo pague. En lugar de rescatar a México, se rescata a las corporaciones extranjeras.

A partir de que se nos sujetó al mando del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, de la posterior integración comercial con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte, la riqueza y el trabajo de los mexicanos han servido a las grandes corporaciones estadunidenses y no al desarrollo económico del país y al bienestar del pueblo trabajador.

Durante la crisis actual, todo el esfuerzo del gobierno del PAN y el PRI se ha destinado a rescatar a las grandes compañías y apoyar a la oligarquía, mientras que el pueblo sufre. El desplome de la economía mexicana del 6.5 por ciento en 2009 muestra el completo fracaso del modelo económico impuesto por Washington y desarrollado por los gobiernos del PRI y el PAN, que ha llevado a nuestro país a una crisis multilateral, económica, política, social, cultural, sin precedentes en la historia de nuestro país.

La dependencia externa y el neocolonialismo han colocado a México en una situación de vulnerabilidad y han sometido al pueblo trabajador a la explotación y opresión propias de tiempos del porfirismo, hundiéndonos en la miseria, la violencia y el caos.

Este año se enfrentan dos proyectos: el de Washington y la oligarquía pro yanqui, que busca la destrucción del Estado nación y la integración subordinada a Estados Unidos de las corporaciones estadunidenses, y el proyecto de los trabajadores, que va a alcanzar la plena soberanía nacional y a construir un México fuerte, que reconozca los derechos de los pueblos indígenas, en el que el pueblo mande y viva con bienestar, paz y justicia. De nosotros depende que triunfe la plena soberanía popular y nacional, y la renovación democrática. ¡Es nuestra hora!

(Continuarà…)

Fuente: Contralínea 182 / 16 de mayo de 2010