Es la primera ocasión, desde que arribó a México en el otoño de 2008, que Mohammad Hassan Ghadiri Abyaneh, embajador de la República Islámica de Irán, admite su desencanto. Su voz fuerte y pausada expresa frases que enaltecen el valor de la soberanía y la autodeterminación, y otras que describen las amenazas contra su país. La recriminación está dirigida al gobierno mexicano: “Me enoja mucho que en la última reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, México aceptara la presión de Washington sobre los gobiernos para imponer sanciones contra Irán. Que este país, que siempre estuvo orgulloso de no votar por la invasión de Irak, votara por las sanciones contra Irán en el bicentenario de su Independencia y en el centenario de su Revolución, me maravilla”.

La seriedad destaca en el rostro del diplomático. Expresa con cuidado cada palabra cuando enfatiza: “¿Cómo es posible tal falta de respeto a los derechos de otros pueblos? ¡Esto sucedió a pesar de que México nos pidió apoyo, y se lo brindamos, para ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad!”

Ahí, dice, “México debía defender los derechos de Irán, la paz y seguridad mundiales, pero votó a favor de la confrontación, de una posible guerra y no por la diplomacia y el diálogo. Votar para que Irán no pueda comprar carros armados cuando está amenazado de guerra no es lo que yo esperaba de México”.

Fluyen sus cuestionamientos: “Si el Consejo de Seguridad decide que el petróleo de México no es más de México, ¿van a aceptarlo? Si el Consejo de Seguridad decide que iraníes y mexicanos deben ser esclavos, ¿debemos aceptarlo?” Tras el voto que emitió la representación mexicana ante ese órgano de Naciones Unidas, la embajada de Irán emitió un comunicado de prensa en el que subraya que México debía optar por el diálogo y la diplomacia.

“He dicho que México no debía aceptar la presión de Estados Unidos, especialmente cuando dos días antes habíamos llegado a un acuerdo pacífico con Brasil y Turquía”. El también doctor en administración estratégica se refiere al acuerdo que esos tres países alcanzaron el 16 de mayo para que Irán intercambiara su uranio de bajo enriquecimiento (LEU, por sus siglas en inglés) por uranio con un mayor grado de pureza.

El Estado iraní respondió que sólo intercambiaría su LEU por uranio al 20 por ciento (para utilizarse en un reactor nuclear de investigación médica instalado en Teherán). También pidió que ese cambio se realizara en territorio iraní, condición que rechazó el llamado “Grupo 5+1”, integrado por Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, China y Alemania.

No gustó al gobierno mexicano la reacción iraní del 11 de junio. Explica Ghadiri Abyaneh: “Parece que se enojaron porque dije que México decidió por la presión; tiempo atrás nos dijeron que le costó muchísimo no votar a favor de la ocupación de Irak. Por eso, ahora que venía esta votación, anuncié a las autoridades de mi país que México votaría en nuestra contra, porque no quiere pagar ningún costo por defender la verdad y justicia y los derechos de otros pueblos”.

Casi sin pausa, el representante del gobierno de Mahmud Ahmadineyad en México lanza dos preguntas significativas en el ámbito diplomático y del derecho internacional: “¿Por qué a un país debe costarle mucho si no vota a favor de invadir a otro país? Si un país no puede soportar presiones y no quiere pagar los costos, ¿por qué insiste en ser miembro del Consejo de Seguridad? ¿Por qué nos pidió apoyo para ser miembro de ese órgano?”.

Su tono de voz adopta un matiz más grave: “Sé que están muy enojados; estamos más enojados por su voto contra nosotros, que siempre hemos defendido sus derechos”.

México debió abstenerse

Jorge Eduardo Navarrete, economista, exdiplomático y académico, estima que México, al igual que otros miembros electos del Consejo de Seguridad, debió abstenerse de emitir su voto para evitar la Resolución 1929 del Consejo de Seguridad, a pesar del acuerdo de los cinco países permanentes.

Tal abstención debía considerar que los países en desarrollo buscan que no se obstaculicen los programas de uso pacífico de la energía nuclear –especialmente los que promueven la generación eléctrica– con el pretexto de la no proliferación. Además, la vía de las sanciones ha probado ser ineficaz, pues exacerba las actitudes que pretende contener y aleja la posibilidad de entendimiento como la propuesta de Brasil y Turquía.

Aunque Irán debe cumplir de manera escrupulosa sus obligaciones en el Tratado de No Proliferación Nuclear (en vigor desde 1970), tiene pleno derecho a enriquecer su uranio para aplicaciones pacíficas. Por lo tanto, la Resolución 1929 “expresa la paranoia estadunidense y europea por la no proliferación”, explica Navarrete.

El que fuera representante de México ante Naciones Unidas, China, Austria, Brasil, Chile, Venezuela, Alemania y Yugoslavia afirma que “el verdadero peligro de desatar una carrera nuclear en el Gran Medio Oriente no proviene de Irán, sino del arsenal nuclear clandestino de Israel”. Concluye que, a pesar de todas estas razones, el que México haya votado a favor de las sanciones contra Irán “no puede interpretarse sino como una actitud acrítica y servil ante las iniciativas de Estados Unidos”.

Guerra o escaramuza

El sitio electrónico de la Marina estadunidense confirmó que “una formación conjunta” del USS Harry S Truman (CVN-75), el Carrier Strike Group (CSG), el USS Dwight D Eisenhower (CVN-69), con 11 de sus buques y uno israelí, pasó a través del Canal de Suez el 18 de junio. También explica que desde su entrada en servicio, el USS Eisenhower ha participado en numerosas operaciones, incluyendo la Luz de la Tarde de 1980 para liberar a los rehenes estadunidenses en Irán. En la década de 1980, apoyó en la Guerra del Golfo, y recientemente, en las operaciones militares en Irak y Afganistán.

El sitio electrónico del Departamento de Defensa refiere que los navíos que tienen las siglas HST o CSG están enfocados a mantener operaciones de seguridad marítima, además de realizar tareas de cooperación en el teatro de acción.

Tal despliegue y las maniobras que realizan esas naves en la zona anticipan una posible ofensiva contra Irán desde el Golfo Pérsico. Mohammad Hassan Ghadiri Abyaneh recuerda que el presidente Mahmud Ahmadineyad advirtió que “si Estados Unidos ataca a Irán con cualquier método, ningún soldado estadunidense saldrá vivo de la región”.

Persuasivo, el diplomático describe: “La lógica dice que no deben iniciar la guerra y pensamos que no se va a iniciar; pero la lógica también nos dice que debemos estar listos para defendernos. La lógica dice que los pacifistas del mundo deben intentar evitar una tercera guerra mundial no sólo para que no inicie, sino para que no amenacen con ella”.

Si domina la razón, nunca iniciará una guerra; aunque Hitler no fue una persona razonable e inició la Segunda Guerra Mundial, donde murieron decenas de millones de personas. Afirma que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, es similar a Hitler y que, en la administración de Obama, la presencia sionista es más fuerte que en el gobierno de Bush.

Entretanto, los Guardianes de la Revolución –las tropas de elite iraníes que comanda el general de brigada Mehdi Moini– se preparan para repeler la hipotética ofensiva estadunidense-israelí. El sitio electrónico turco “Islami Davet” publicó el 22 de junio que el general de brigada Mehdi Moini, comandante de los Guardianes de la Revolución, confirmó que sus unidades se movilizaron por la presencia de fuerzas extranjeras en su frontera occidental.

Ahí se anunció que Israel transfirió gran parte de sus aviones bombarderos a bases de Azerbaiyán, a través de Georgia, donde se concentran fuerzas especiales estadunidenses. Esas acciones siguieron a la ronda de sanciones contra Irán que le impuso la Resolución 1929 que, entre otras, permite la inspección en altamar de navíos iraníes militares y comerciales.

Israel puede realizar esa misión con su satélite espía 9, capaz de escudriñar con nitidez objetivos a gran distancia; además de que posee un sistema de detección de emisiones de radio que localiza la fuente la propia emisión. Además, el servicio noticioso Right Side News observa que está en curso el ejercicio conjunto entre fuerzas israelíes y libanesas, “que podrían utilizarse para encubrir un ataque militar” contra Irán.

Como telón de fondo de las maniobras que se realizan en las aguas del Estrecho de Ormuz, el Golfo Pérsico y el Mar de Omán, frente a las costas de Irán, Irak, Kuwait y Qatar, está en la doctrina atómica de Estados Unidos. Barack Obama la presentó en la Cumbre de Seguridad Nuclear de Washington del 13 de abril; ahí se reconocía el derecho de Estados Unidos a realizar un ataque atómico preventivo contra Irán como una “opción en la mesa”.

Con esa opción, Estados Unidos puede lanzar bombas atómicas y matar a millones de mujeres, niños y jóvenes iraníes sin haber sido agredido por ese país. Ghadiri advierte que, conforme al Islam, quien acepta la opresión es su cómplice, “y por eso no podemos aceptarla. Según el Islam, nunca debemos iniciar una guerra; pero si nos invaden, debemos defendernos; si nos agreden, respondemos, y quien ordena la guerra también será castigado”.

 ¿Qué nombre recibe esa forma de actuar?

?¡Justicia! Deben saber que si van a cometer crímenes, deben pagar. Con apoyo de dios, vamos a castigar a los agresores; no será unilateral. Por esto, Fidel Castro ha dicho que aquí está el inicio de la tercera guerra mundial. México votó en favor de ella, y todos debíamos intentar evitarla.

EU no puede abrir otro frente


Es muy riesgoso, en términos geopolíticos, que Estados Unidos abra un nuevo frente armado contra Irán porque ya tiene otros en Irak y Afganistán, y en la parte Sur de su frontera con México (para combatir al narcotráfico), y en su costa oriental del Golfo de México con el derrame de petróleo, anticipa el presidente del Centro de Investigaciones Geopolíticas, Miguel García Reyes.

Un factor que lo lleva a confirmar esa tesis es el alza del precio del barril de crudo –por arriba de los 100 dólares– que alcanzó hace dos años. Tras el primer ataque contra territorio iraní, “eso sería un día de campo” y es un efecto totalmente contrario al que busca Obama para recuperar su imagen en vísperas de las elecciones legislativas. Además, es incierta la respuesta de los países latinoamericanos, Brasil y Colombia en particular.

Para García Reyes, esto lo comprendieron todas las administraciones de los Bush. “Cada vez que amenazaban con atacar a Irán, era para que permanecieran altos los precios del crudo. Hay que recordar que en la pasada administración de Bush, el petróleo alcanzó precios muy altos”. Por esa razón, considera que no le conviene al mandatario demócrata lanzar una embestida contra Irán.

En su opinión, el sentido voto mexicano en el Consejo de Seguridad “era lógico y se da en una textura muy complicada para Felipe Calderón, cuestionado por su lucha contra el narcotráfico y muy vigilado por Estados Unidos. Por eso tiene que cooperar de gratis con ellos, pues no está negociando nada”.

En cambio, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva tiene un gobierno “pragmático” que le permite a Obama utilizarlo como parte de su política de cara suave y evitar la confrontación directa con Irán a través del acuerdo nuclear. “Lo mandó para tender puentes, pues sabe que en la política exterior de los demócratas, no se contempla hacer la guerra contra Irán”.

El autor del libro Seguridad energética en el siglo XXI concluye que Irán seguirá recurriendo a Brasil para mantener vínculos con algunos grupos políticos y económicos de Estados Unidos que evitarían la guerra. Este escenario descarta de momento el rol influyente de Rusia tras el diferendo con Estados Unidos por el caso de los espías rusos y su apoyo a Shaskavili en Georgia.

El informe que se ocultó


El lunes 12 de mayo de 2007 se divulgó la Estimación nacional de inteligencia (NIE, por sus siglas en inglés) sobre Irán y su capacidad nuclear. Ese documento, elaborado por 16 agencias de inteligencia estadunidenses a solicitud del Congreso, señalaba que Irán suspendió desde 2003 su intento por desarrollar armas nucleares. Además, consideraba “poco probable” que produjera suficiente uranio enriquecido para fabricar una bomba atómica; “si así fuera, consideraba la NIE, sólo podría hacerlo hasta 2015”.

Un día después de que se publicó la NIE, el entonces presidente George Walker Bush llamó a la comunidad internacional a “mantener” la presión diplomática sobre Irán para que cancelara su programa nuclear. Reiteró que ese país “debe ser tomado en serio como una amenaza para la paz”. Esto ocurrió a pesar de que David Benjamin, especialista en seguridad, publicó en The Washington Post que el informe de esas agencias de inteligencia “socava la retórica alarmista de la administración de Bush sobre las ambiciones nucleares de Irán”.

Aunque el informe se mantuvo oculto varios meses después de su conclusión, el académico Jon Wolfsthal, del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, describió la revelación de la NIE como “un bombazo que requiere la reevaluación total de la política estadunidense”. Para el embajador Ghadiri, que su informe confirmara que Irán no tiene ningún proyecto para construir bombas atómicas, fue un “acto patriótico de los sabios de esas agencias”.

Efectos económicos de una guerra mundial, según Snyder


1. El precio del petróleo subiría a niveles inalcanzables. Al caer los embarques de petróleo, los precios subirían hasta a 250 dólares el barril, y el galón de gasolina, entre 8 y 10 dólares. Ese aumento repentino del precio del crudo devastaría el ya frágil sistema económico estadunidense y caería el mercado petrolero.

2. Estallido de los mercados financieros mundiales. Aun sin guerra, en 2010 el miedo domina los mercados. Hay volatilidad sin precedentes y nada mejor que una guerra para que ese miedo se convierta en pánico total. Bajo ese efecto, caen totalmente los mercados financieros.

3. Debilitamiento del comercio internacional. Con una guerra de gran alcance en Medio Oriente, la economía mundial se sacudiría por su gran interdependencia. Al estallar una guerra con Irán, todas las naciones tomarían partido y el flujo mundial de mercancías y servicios podría interrumpirse.

4. Escalaría el gasto militar. Aunque Estados Unidos no participe directamente en la guerra, gastaría grandes sumas para apoyar a Israel, lo que no ayudaría a su deuda interna. Se estima que han gastado casi 1 trillón de dólares en las guerras de Irak y Afganistán.

5. Rusia resultaría muy beneficiada. Prácticamente, Moscú ya es el primer productor mundial de crudo y surtiría a los consumidores que los proveedores de Medio Oriente dejaran sin atender en caso de guerra. “Esto significaría una primavera sin precedente para el oso ruso”.

6. Inflación masiva. Un salto en el precio del petróleo y el aumento en el gasto militar estadunidense conduciría a la inflación de los precios. Podría verse también un aumento dramático en las tasas de interés. Si estalla una guerra, retornaría la “estanflación”.

7. El precio del oro se iría al cielo. Ante la incertidumbre financiera, los inversionistas voltean hacia el oro, cuyo precio va a la alza. Como ahora, ninguna gran moneda mundial brinda esa seguridad; los metales preciosos atraen a los capitales.

Fuente: columna El colapso económico, Michael Snyder, Pravda, 29 de junio de 2010

El desacato de Israel


Israel es el país que acumula el mayor número resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Lo libra de ese compromiso internacional el veto estadunidense en el Consejo de Seguridad (CS). Así ocurrió el 28 de mayo de 2001 cuando Washington impidió el envío de una fuerza de observadores de la ONU a los territorios palestinos; también, el 13 de julio de 2010 cuando evitó la adopción de una resolución de condena a los ataques en la Franja de Gaza.

El problema de los refugiados persiste desde hace medio siglo. El 19 de noviembre de 1948, la Asamblea General (AG) obligó a Israel con la Resolución 212 (III) a ayudarlos. Sin embargo, un año después, la Resolución 194 reiteró que los refugiados “que deseen volver a sus casas y vivir en paz con sus vecinos deben ser autorizados a hacerlo lo antes posible, y pagar una compensación a los que decidan no volver”.

Años después, en diciembre de 1992, el gobierno israelí deportó a 415 árabes israelíes al Líbano. Para exigir su retorno y denunciar la violación de la Convención de Ginebra, así como el incumplimiento de muchas más resoluciones, el CS emitió la Resolución 799 el 18 de diciembre de 1992. Ahí reafirmó sus resoluciones 607 (de 1988), 636 (de 1989), 641 (de 1990), 694 (de 1991) y 726 (de 1992).

La Resolución 33/71 de la AG, del 14 de diciembre de 1978, prohibió la cooperación militar con Israel y expresó su “grave preocupación por el continuo y rápido crecimiento militar de Israel”. Subrayó el “persistente desafío” de Israel a las resoluciones de la AG y su “política de expansión, ocupación y negociación de los derechos inalienables del pueblo palestino”, y solicita a todos los Estados que “se abstengan” de suministrar armas, munición, equipos y vehículos militares o repuestos a Israel.

El 9 de julio de 2004, la Corte Internacional de Justicia dictaminó que la barrera de separación (llamado también “muro de seguridad”) que se adentra en Cisjordania es ilegal y que debía ser desmantelada. El gobierno de Israel argumentó razones de seguridad y siguió construyendo ese muro.