Como al mejor estilo de la edad media, se ha iniciado en Esmeraldas la “cacería de brujas”. Todo aquel que se atreve pensar distinto al presidente es tildado de ¡conspirador, terrorista¡ su palabra es ley y se ha transformado en un dogma, pues es incuestionable.

El omnipotente Presidente de la república ordenó: al Poder Judicial la sanción y cancelación de los jueces que osaron desobedecerlo y pusieron en libertad a los luchadores por La Concordia; dispuso la inmediata separación de los rectores que se atrevieron permitir que sus estudiantes cívicamente expresen su respaldo a la Concordia; está exigiendo a las autoridades eclesiásticas del país, que el Obispo Eugenio Arellano sea cambiado de diócesis por el delito de tener una posición digna valiente igual a la mayoría de los Esmeraldeños. A la Sra. Prefecta Provincial, Ing. Lucía Sosa a través de la fiscalía de Pichincha a iniciado una investigación para acusarla de terrorismo y sedición, con el objetivo de apresarla y sacarla de la Prefectura.

Vino a Esmeraldas, a inaugurar los puentes y con ese pretexto utilizó la tribuna para insultar y calumniar a nuestras autoridades, especialmente al Alcalde Ernesto Estupiñan a quien trato de corrupto, de ser dueño de edificios, haciendas, mansiones, pero pregúntese Ud. Si mostró algún documento que probara lo dicho, Se imagina Ud. querido lector, ¡El Presidente estuvo en Esmeraldas, en sus fiestas y vino exclusivamente a ofendernos, insultarnos, a confrontar con un alcalde de un municipio considerado pequeño!, el no vino rendir homenaje a nuestra ciudad, ni a decirnos cuándo va cumplir con lo que ofreció por ejemplo CON EL ASAFALTADO INTEGRAL DE ESMERALDAS, no, en realidad vino con afán provocador con un lenguaje violento a atacar supuestamente a un “grupito de apenas 40 tirapiedras del MPD” tan pequeño que le quita la tranquilidad y el sueño.

Sr. Presidente, Ud. se estrello en Esmeraldas, con la mayoría de su gente, jamás pensó que este pueblo de negros y mestizos, ¡es un pueblo altivo y rebelde, es un pueblo digno! Acostumbrado a sus obsecuentes servidores que solo agachan la cabeza para recibir sus órdenes. ¡Esmeraldas le ha dado una lección y le va seguir dando lecciones de dignidad!