(Por Juan Carlos Camaño).- Stella ha caminado el mundo y mucho más esta parte del mundo: Latinoamérica y el Caribe. Sabe de crímenes de lesa humanidad, de escuadrones de la muerte, de democracias amañadas, de dictaduras milimétricamente regadas por nuestras tierras para sofocar demandas sociales y movimientos de liberación.
Esta vez Stella Calloni, periodista, escritora, luchadora, compañera, habla de un libro del cual ha hecho el prólogo. No es la única que habla del libro. En el panel, instalado en la sala de reuniones de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), somos cinco (**), vaya casualidad. Stella habla de un libro que refiere a Cinco hombres a los que una mafia pretende, desde hace doce años, partirle la dignidad en mil pedazos. Imposible.
Stella habla de un libro de reciente aparición, “Los héroes prohibidos: la historia no contada de los Cinco”, en el que Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea del Poder Popular de Cuba, desmenuza, con calidad docente, la actuación de los sectores mafiosos de la Justicia y la Política de Estados Unidos. Un libro sobre “Los Cinco” rehenes de Estados Unidos, que en cárceles de de ese país sufren torturas físicas y sicológicas y padecen las arbitrariedades y perversidades de un juicio a la medida de los intereses de terroristas dedicados sistemáticamente a atacar a Cuba.
Alarcón, demuele punto por punto los argumentos utilizados por la Justicia yanki para condenar a Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González: “Los Cinco”. Y, además de demoler argumentos falaces y cínicos, Alarcón convoca a redoblar la apuesta para que “Los Cinco” regresen a su patria.
En el libro se desnuda puntillosamente, incluso para el más desavisado, cómo opera una mafia a cara descubierta, a sabiendas de que los grandes medios de comunicación harán oídos sordos a las voces de aquellos que los denuncian y exigen justicia. La mafia pone a Cinco hombres contra la pared y les apunta, con el dedo en el gatillo, todos los días, durante doce años, y la gran prensa casi no se da por enterada.
Desde su óptica, la mafia –o el gran capital, a estas alturas la misma cosa- oculta y adelanta o atrasa el reloj de los hechos más crueles con la misma impunidad que empuja hacia arriba o hacia abajo el precio del barril de petróleo.
Cuenta Alarcón en un párrafo de su libro que, hace unos años, Bill Clinton se comprometió a fomentar condiciones políticas para que “Los Cinco” tuvieran un juicio justo. Y cuenta cómo la mafia de Miami le marcó a Clinton los límites del campo de juego, amenazándolo con hacerle perder las elecciones si se salía del libreto. Clinton ganó las elecciones. Olvidó la palabra empeñada e hizo su campaña electoral paseándose junto a terroristas disfrazados de dadores de sangre y a directores de fundaciones dedicadas a la “caridad” y la evasión de impuestos.
La señora de Bill, Hillary Clinton, ha vuelto, en estos días, a sostener la idea medular de los poderes fácticos de EE.UU. de imponer, a como dé lugar, la construcción de un siglo americano. La mafia manda. Ayer Bill Clinton no sacó los píes del plato. Y hoy Hillary se corresponde, inteligente, con las consignas del manual del saqueo y la dominación global.
Obama, por su parte, hace fintas apoyándose en el encordado, rezando para que una mano de nocaut no lo saque del ring. Él sabe que en las cárceles de EE.UU. hay Cinco hombres obligados a cumplir condenas despiadadas e injustas. Es consciente de que esos Cinco hombres fueron sometidos a interrogatorios y juicios aberrantes y a aislamiento físico en hoyos oscuros y húmedos durante meses. Tampoco se le escapa a Obama, Premio Nobel de la Paz , que los Cinco antiterroristas cubanos advirtieron a las autoridades de Cuba, y de EE.UU., que se preparaban atentados contra la vida humana en ambos países.
El Premio Nobel de la Paz, actual presidente de EE.UU., no ignora que muchas organizaciones defensoras de los derechos humanos, prestigiosos juristas de distintas partes del mundo, periodistas, organizaciones de periodistas, científicos, sociólogos, artistas, deportistas, luchadores por la paz, Jefes de Estado, le requieren que actúe, que contribuya a crear las condiciones para acabar con el calvario: así como cuando en Irán una mujer va a ser lapidada a piedrazos, o en EE.UU., un nazi-fascista, Terry Jones, pastor de una iglesia de Florida, amenaza con prender fuego el Corán.
Hace doce años “Los Cinco” vienen siendo lapidados por el estruendoso silencio de la gran prensa. Ellos –rehenes de una mafia-, y sus familias, pasan cada día por la hoguera que encienden y avivan los muchos Terry Jones, enancados no sólo en las arrogancias de diferentes cuotas de poder, sino en la razón de ser de un sistema que ha quedado condenado a robar y a matar. O a matar y robar. Es lo mismo.
Si Obama pretende diferenciarse a fondo de los Bush, los Runfelds y de otros cuantos promotores y ejecutores de torturas y crímenes, no debe mirar para otro lado. Está en él honrar el Premio Nobel de la Paz, que le fuera concedido más que por lo hecho, por lo que habría de hacer. Hoy, en su propia casa, Cinco hombres inocentes viven contra la pared, bajo amenaza de muerte; a expensas de que, so pretexto de “hacer justicia”, un sistema de mafiosos decida apretar el gatillo.
—Juan Carlos Camaño es Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).
— Los componentes de la mesa que hicieron uso de la palabra para comentar el libro escrito por Ricardo Alarcón fueron: Stella Calloni, escritora y periodista. Lidia Donnini, miembro del Comité Argentino por la Libertad de los Cinco. Vladimir Mirabal, segundo jefe de la Misión Diplomática de Cuba en Argentina y Juan Carlos Camaño, presidente de la FELAP. En carácter de coordinador participó el periodista y escritor José Ubertali.
La secretaria de prensa de la Embajada de Cuba, Zulan Pope, fue la encargada de presentar a los panelistas.
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