para nuestra comunidad. Por esto como personas trans nos resulta fundamental llamar a un debate nacional no federado, escuchar la mayor cantidad posible de voces trans, para poder consensuar acerca de qué tipo de reconocimiento esperamos del Estado, porque consideramos que lo urgente, antes que el Estado, es reconocernos entre nosotr*s mism*s.

Cuando decimos reconocernos nos referimos a asumir que al colectivo trans no sólo lo integran feminidades trans sino también masculinidades, que no sólo hay transexuales sino también travestis y transgener*s.

Los proyectos de ley de identidad actuales presentan para nosotr*s una serie considerable de dificultades.

Proponen que un comité de expertos evalúe o juzgue de acuerdo a normas y variables que nunca se explicitan quiénes estarían en condiciones y quiénes no de obtener el cambio registral de su identidad.

Ninguno de ellos garantiza el acceso a hormonas, cirugías de reasignación de sexo y otras tecnologías de modificación corporal para quienes las necesitamos a la hora de construir nuestra identidad, tampoco aseguran el derecho a la identidad para quienes deciden no realizarse modificaciones corporales. Esto desconoce que las cuestiones de salud son fuertemente identitarias y que en muchos casos se nos va la vida en ellas, por ejemplo un estudio reciente deja en tercer lugar como causalidad de muerte de personas travestis los problemas derivados de la aplicación ilegal de siliconas industriales, ante estas realidades creemos que el acceso a la salud tiene que ser prioridad.

Ambos proyectos proponen reconocer el derecho de las personas a su identidad tal como esta sea autopercibida, sin embargo sólo reconocen las identidades varón y mujer, desconociendo a aquellas personas que simplemente se autoperciben trans o travestis. Esto es contradictorio y un retroceso respecto de otras instancias de reconocimiento estatal como por ejemplo el pronunciamiento de la corte suprema de Nación que reconoce la identidad de género travesti y el programa de inclusión educativa de la dirección general de cultura y educación de la Provincia de Bs. As. que busca dar oportunidad a travestis, transexuales y transgénero*s para finalizar los estudios primarios y secundarios.

Otro marco de reconocimiento importante de nuestra comunidad en el plano cultural es la creación de la revista “El Teje” la primera experiencia periodística ideada, dirigida y realizada por feminidades travestis y masculinidades trans; sin olvidar las numerosas normativas en las que hemos trabajado para que en Hospitales públicos y en las universidades se designe a las personas trans por su nombre de elección y la creación de cooperativas de trabajo como “Nadia Echazú” destinadas a la reinserción laboral para personas travestis.

En este contexto, es de una gran violencia y humillación para nosotr*s que no sólo se invisibilice nuestro trabajo político sino la identidad misma de much*s de nosotr*s, identidad que hemos construido comunitariamente y desde la lucha política. Las personas transexuales, transgénero y travestis en nuestro país vivimos en una situación muy alarmante; sin embargo quienes logramos corrernos de ese lugar de exclusión y podemos hacer una análisis de esta situación e intentar a través de nuestra participación política, pensar, idear y generar políticas de inclusión somos marginadas nuevamente de los espacios de diálogo y debate sobre los proyectos de ley, hemos recibido de quienes dicen ser nuestros aliados un trato vergonzoso y humillante; han negado nuestra participación política, nuestros esfuerzos y logros, nuestro saber encarnado y teórico, han intentado borrar por completo nuestra historia, acallando nuevamente nuestra voz.

No queremos ser violentad*s, censurad*s y normalizad*s por proyectos de ley y debates políticos que hablen de nosotr*s pero sin nosotr*s, que hagan un mal uso de nuestras palabras o defiendan los intereses de sólo una minoritaria parte del colectivo trans en Argentina. No queremos seguir siendo descalificad*s, ni conformarnos con miserias de ley que no garanticen el cese de la violación sistemática a nuestros derechos humanos.

Una ley de identidad de género para todas y todos debe incluir reglamentación sobre salud, educación y acceso al trabajo, debe garantizar nuestra ciudadanía, respetar nuestra identidad autopercibida y resarcir el daño y las vejaciones que el Estado Argentino y las políticas de violencia extrema y discriminación institucional cometen diariamente contra nosotr*s.

Un proyecto de ley serio debe derogar los códigos de faltas contravencionales que atentan contra el ejercicio de la identidad y la expresión de género sancionando el travestismo (con hasta noventa días de arresto) como ocurre en muchas provincias de nuestro país.

Un proyecto de ley que no incluya estás cuestiones mínimas es un proyecto de ley transfóbico y travestofóbico.

Hoy más que nunca deseamos tener la posibilidad histórica de debatir sobre lo que queremos como personas trans y sobre cómo lo queremos. Nos merecemos esa posibilidad. Porque lejos de no haber hecho nada hemos realizado aportes significativos a la teoría feminista y a la academia, somos parte de movimientos sociales y de derechos humanos, acompañamos a las madres y a las abuelas de plaza de mayo y gritamos junt*s en la plaza NI OLVIDO NI PERDÓN, hemos participado activamente del proceso social del año 2001, luchamos para aportar a los cambios sociales, celebramos y reivindicamos a los olvidados, a los marginados y a los de abajo.

Nosotr*s tenemos sueños, esperanzas y estamos preparad*s para producir los cambios que necesitamos, porque más que nadie conocemos lo que queremos y lo que no queremos. Y esta vez no queremos que ni el estado, ni la iglesia, ni ningún representante político nos pase por encima para decidir y controlar nuestros cuerpos y nuestros deseos.

No vamos a aceptar ser excluíd*s de este debate y junt*s le decimos basta a la violencia que están ejerciendo, porque nosotr*s somos la resistencia trans.