por Jesús Guzmán Gallardo; jeguzga@hotmail.com

2-11-2010

En la libertad y tranquilidad que me prodiga el hecho de no aspirar a ninguna candidatura, me permito hacer llegar a los compañeros de todo el país y del exterior mi punto de vista sobre los sucesos actuales sin medias tintas ni sobresaltos y menos con estériles entusiasmos pasajeros.

Aprendí a utilizar el lenguaje directo y sin eufemismos, el mismo que utilizó Manuel González Prada y que admiré toda mi vida porque iba acompañado de una existencia sin mácula, que hoy en día siento que hace tanta falta, no sólo en el hecho de citarlo sino en el de hacer de ello una práctica permanente.

El Partido Aprista sale de un proceso electoral destrozado y castigado por felonía de una panda de dirigentes y funcionarios sin trayectoria ni estirpe verdaderamente aprista, en cuyos nombres leemos inepcia, traición y vituperable deshonestidad. Es evidente el desarraigo popular fruto de dirigencias espurias e ilegales sin más doctrina que el enriquecimiento ilícito, aupados a un gobierno que nunca fue aprista y que enlodado en intereses oscuros no tiene el más mínimo pudor para enfrentar y redimir a los que más sufren.

Ciertos malos elementos han cumplido con su nefasta tarea de desfigurar el partido de Haya de la Torre al extremo de no parecerse ¡en nada! al movimiento antiimperialista e integracionista de frente único de trabajadores manuales y intelectuales que se enrumbaba por la izquierda democrática hacia una nueva democracia funcional de pan con libertad basado en las categorías del trabajo.

Hoy se califica a nuestro movimiento, y con no pocas razones, como de derecha por su incondicionalidad con las fuerzas conservadoras. Alan García Pérez y sus adláteres han sido condensados en lo que la sabiduría popular ha venido en llamar “alanismo”, más no aprismo.

Los autores y responsables de las derrotas electorales en los dos procesos últimos se mantienen entornillados en sus puestos ¡como si no hubiese pasado nada!

En cualquier latitud, donde la democracia y el desarrollo político han avanzado, estos líderes de sainete debían haberse alejado definitivamente para que otros militantes con más idoneidad se dedicaran a la difícil tarea de reconstruir a la organización.

Aquí no. Los mariscales de la derrota se limitan a derramar algunas lágrimas como Boabdil en la pérdida de Granada y no se inmutan con el desastre electoral en el Sólido Norte, cuna del aprismo. Y de seguro volverán los ojos hacía el falso Mesías que diseñó esta catástrofe, para luego constituirse en el “salvador” de la situación que él mismo ayudó a plasmar con la obsecuencia cómplice de cipayos y pongos que nunca faltan y más bien sobran en cantidades ingentes.

Recuerdo, ahora, las frases (por pertinentes) del célebre oportunista y apóstata del Apra, José Barba Caballero, quien fuera premiado con una embajada en Panamá por el Mesías al igual que tránsfugas como Antero Flores Aráoz y Rafael Rey con sendos ministerios: “Alan García no tiene amigos, tiene cómplices”.

Ahora, personajes diminutos, cuasi microscópicos (políticamente hablando), de la talla de Velásquez Quesquén, Aurelio Pastor, Nidia Vilchez, Mauricio Mulder, entre otros, pero del mismo común denominador, salen a la palestra autoanunciándose como candidatos a la presidencia y sólo para blanquear la inexistente democracia interna del partido y para conseguir, lo que sí los desespera y angustia, una curul de las cuatro o cinco que se obtendrán (con la ayuda de Dios, sin duda) en las próximas elecciones generales. El único afán, la torva esperanza, la baratija que les quita el sueño, es cubrirse las espaldas de las futuras acusaciones y la del Mesías robusto, por ende. ¿Ignorarán, acaso, que todos conocemos quiénes son, quiénes fueron y de qué pata cojean? ¡Ya están notificados!

Pero allí no queda la historia.

La pseuda y omnipotente “Comisión Política” se reunirá próximamente, recibirá la “renuncia en nombre de la unidad” de los susodichos y decidirá presentar por encargo de Palacio, como siempre sucede, la candidatura de la señorita Mercedes Aráoz, ilustre embajadora del FMI, del BM y, en consecuencia, de la derecha más conservadora y reaccionaria del Perú, cuyos méritos ha resaltado, con gran olfato político y analítico, Wilber Bendezú como bonita y carismática en clara observación erótica. Todo puede suceder en un medio donde reina la mediocridad, la ignorancia y la frivolidad de los que nunca leyeron un libro más allá de la contratapa.

Al parecer no hemos aprendido a superar el trauma de la convivencia con Prado, la coalición con Odría y ahora el contubernio con los fujimoristas.

En la perspectiva del tiempo ¡cuanta razón tuvieron Luis Felipe de las Casas en su obra El Sectario y Manuel Seoane en su importante pero olvidado a propósito Memorándum del 26 de octubre de 1962.

La historia vuelve a repetirse hoy por el matrimonio con el cuestionado Alexander Kouri, la abogada de un sospechoso de narcotráfico señorita Lourdes Flores y con la inefable señora Keiko Fujimori que han consumado Alan García, Jorge del Castillo, Omar Quesada, Wilber Bendezú y el otrora amanuense iletrado del Tío George, Javier Morán. La historia les pedirá cuentas por su responsabilidad de hipotecar -¿a cambio de qué?- el Partido a la extrema derecha corrupta.

Volverán, el capitulero robusto y sus cómplices, a reírse de la militancia que no reacciona y les cede paso sin enrostrarles su condición de traidores a Víctor Raúl, a su doctrina y a los miles de mártires que no murieron para ver el Partido de sus amores rendido a la ambición, el oportunismo y el latrocinio de unos cuantos felones. El Partido pertenece al pueblo y no a cinco advenedizos que cuentan con una célula parlamentaria que muy bien podría rivalizar con la vergüenza que sentía el caballo de Calígula de pertenecer a semejante corporación.

Si alguien o algunos se asustan y creen ver muy fuertes los adjetivos mencionados les respondo ¡que me interesa un bledo! Me he reprimido demasiado para no decirles todo lo que en verdad se merecen en concordancia con el castellano. No me puedo callar ni permanecer impávido mientras destruyen lo poco que queda de la obra de Haya de la Torre, el silencio se los dejo a los cobardes. Tengo demasiada vergüenza ajena para no hablar y poner el dedo en la llaga.

¿Por causa de qué miedo a la candidatura de algún aprista coherente con su ideología y con una vida que puede ser testimonio y prueba de su accionar con honestidad y lealtad a los principios?.

¡La respuesta está a la mano! Permitirlo, los pondría en evidencia de haber castrado a nuestra agrupación política.

¡Manipularon padrones, destituyeron dirigentes probos, arriaron las banderas más importantes del Apra, se corrompieron, se vendieron por un plato de lentejas, llegaron a defenestrar la candidatura del conocido alanista Carlos Roca, hasta fraguaron un Congreso para elegir a gente cuestionada que llevara adelante sus infames propósitos! ¡Qué más harán si no se les detiene con acción valiente y definitiva, propia de los auténticos apristas que no se dejan sorprender ni arrastrar como borregos hacia el matadero!

Antes que mirar el árbol, veamos el bosque. Sin ánimo de profeta tengo el deber moral de alertar que los de la cúpula ¡no lo permitirán, buscarán por la vocación que tienen, al peor de los carnetizados o a un invitado que les sirva a sus personales propósitos que es salir elegidos para alguna curul al Legislativo.

Sigamos impulsando la autoconvocatoria a un congreso que tenga la virtud de hacer un deslinde ideológico y elegir un nuevo comando sobre cuyas espaldas caiga la responsabilidad de reconstruir el Partido.

Vayamos los apristas verdaderos con coraje y decisión Al RESCATE DEL APRISMO, dejemos atrás a los pusilánimes con sus apetitos personales y despertemos al pueblo aprista de su letargo, proclamemos en voz alta nuestra rebelión contra el oprobio de los traidores, combatamos la frivolidad política y preparémonos a conducir al Partido, más temprano que tarde, hacia las sendas de la lucha por la justicia social, de la cual nunca debió apartarse.

Nuestros muertos por la causa del aprismo nos están observando.