(Por Luciana Laura).- ¿Obra de teatro? ¿Recital intimista? ¿Popurrí de poesía y baile? Cómo encasillar este mágico delirio de pasión tanguera que despliega generosamente un espectáculo a la vez sencillo, con sólo tres artistas en escena y una escenografía más que discreta. Esta obra, que han dado en llamar “Tango, Luego existo”, es una invitación, o incluso una incitación, a sentir el tango desde dentro y en todas sus facetas: su música, su poesía y su baile. Andrea Soledad Maidana, quien concibió la idea y es autora de algunos de los textos que interpreta, contagia con su actuación y su baile el entusiasmo por el género popular rioplatense.
La acompaña en escena Luis Albarracín, quien se ocupa de la interpretación musical alternando bandoneón y guitarra, con la interpretación de tangos clásicos y otras joyas casi olvidadas en el arcón de los recuerdos. El baile en pareja, que va desde lo pasional a lo más profundamente sentido, es magistralmente interpretado por la protagonista y el bailarín Pablo Barreto.
La introducción a la obra nos invita a viajar por ese Planeta Tango tan misterioso. Convida a tamaño viaje también al pibe que escucha a Manzi con culpa (quizás con una cuota de vergüenza) porque no está escuchando rock. El espectáculo no ahorra en este tipo de guiños hacia las generaciones más jóvenes, supuestamente alejadas del tango. Los mismos actores no superan los 30 y exponen en el escenario su intensa relación con el sentimiento tanguero. En ese sentido, la obra es una invitación a desembarazarse de los prejuicios que señalan a esta música popular como cosa de viejos, de la misma manera que se estigmatiza a otros géneros populares desde la cultura comercial hegemónica.
Uno de los méritos de la obra es la decisión de no reproducir ciertos estereotipos utilizados hasta el hartazgo en los espectáculos tangueros del circuito comercial que vende tango de exportación desde su aspecto meramente sensual, o abusa de los clishes del compadrito y la mujer fatal. “Me niego rotundamente al farol en la escenografía”, bromea Andrea. Pero hay algo muy serio detrás de su afirmación. Cuando el personaje de Andrea se disfraza y empieza a interpretar esos típicos personajes con que se identifica al tango, Luis y su bandoneón - en representación del tango- le dicen: “Contanos una historia, pero como sos vos…”. Como si el tango pudiera hablar en su defensa y pedirnos que no lo difamemos.
Esa elección evita una visión acartonada del tango y permite una conexión más emocional con esta música, que adquiere un aroma a infancia y a barrio, y nos lleva de viaje a los tangos que escuchamos en el disco de pasta de los viejos. Luis Albarracín cuenta que hizo la selección musical en base a los tangos que solía escuchar en su casa cuando era chico y con los que tiene una conexión especial. Interpreta tangos clásicos, como “Che bandoneón” de Aníbal Troilo y Homero Manzi, y otros menos conocidos : una joya rescatada del tesoro escondido es “Retintin” del gran bandoneonista Eduardo Arolas. También, son rescatados del enorme repertorio musical porteño el tango “El abrojito” de Luis Bernstein y Jesús Fernández Blanco, y “El viejo Vals” de Charlo y José González Castillo. Luis los ejecuta como conversando con su fuelle, le acerca la oreja para escucharlo, como si le estuviera contando secretos al oído, y en su rostro se puede ver ese sentimiento y esa conexión que se renueva en cada acorde.
También canta y se anima a acompañar con guitarra un vals peruano, llamado “María Luisa”, de Antonio Lauro. En el baile y la música se cuelan algunos pasos y acordes de Jazz y flamenco, que señalan puntos de contacto con otros géneros. “Para mí el tango y el flamenco están muy emparentados”, dice Andrea, quien también se ha dedicado a cultivar el baile andaluz.
Las poesías elegidas y su singular interpretación en voz y cuerpo son otro elemento que aporta una importante cuota de emoción al espectáculo, con el recitado de poemas de Mario Benedetti y Horacio Ferrer, más algunos textos poéticos creados especialmente para la obra.
La protagonista se debate entre dos hombres, representados en el bailarín y el bandoneonista, pero la historia que se cuenta está lejos de las historias trilladas de los triángulos amorosos. En el amor y su elección por el músico hay una elección por el tango personificado en el bandoneón al que mira y desea con la misma pasión que a su enamorado. Lo que se cuenta desde el escenario no es exactamente una narración sino una forma de vivir el tango, desde el momento actual y desde el alma.
Mezcla de bajo presupuesto y alto compromiso, como destaca Andrea al finalizar el espectáculo, esta obra teatral logra crear un ambiente intimista, con toques de recital para amigos, y lo combina con un espectáculo de poesía y baile con dos excelentes bailarines y múltiples cambios de vestuario deliciosamente elegidos según los personajes, textos y canciones a interpretar.
Un espectáculo que recién nace y crece cada función agregando nuevos condimentos a este plato suculento de teatro, poesía, música y baile.
La obra se presentó durante el verano en Teatro del Centro (ciclo de 4 funciones) y en Best Bar Cultural (2 funciones). Acaban de realizar una función especial en La Ratonera (Corrientes 5552) el pasado jueves 31 de marzo, y la próxima estación de este viaje será el Club Premier de Caballito, en Campichuelo 472, el domingo 17 de abril a las 22.30 hs. Si aceptás esta invitación a sentir el tango, o si ya la aceptaste y querés disfrutarla, te recomiendo ir a verlo “con los tacos (o zapatos) puestos”.
Publicado por Luciana Laura para esta letra es tuya
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