La “guerra” contra las drogas se ha convertido en un lucrativo negocio. Detrás de los asesinatos de más de 40 mil civiles mexicanos, hay una floreciente industria armamentista. Tan sólo, en lo que va de este gobierno, la Secretaría de la Defensa Nacional ha destinado 4 mil millones de pesos a la compra de armamento para, supuestamente, “mejorar” su capacidad de fuego ante los criminales.
De manera conjunta, el presupuesto que la Presidencia de la República y las secretarías de la Defensa, Marina y Gobernación han ejercido para “garantizar” la “seguridad nacional” supera los 250 mil millones de pesos.
Sin embargo, ni el multimillonario gasto de la hacienda pública ni las miles de bajas humanas que ha implicado esta “guerra” han mermado siquiera el negocio de las drogas. A nivel mundial, las ganancias se estiman en unos 400 mil millones de dólares anuales.
Los tres grandes mercados de estupefacientes –cocaína, heroína y metanfetaminas– están prácticamente dominados por los cárteles mexicanos que, a pesar de la supuesta “lucha” en su contra, han reemplazado a los delincuentes colombianos.
Además, la silenciosa penetración del dinero sucio en todos los mercados sólo ha podido realizarse por las alianzas entre las mafias internacionales que poco o nada se combaten, como sucede también con el lavado de dinero en los circuitos financieros.
Con esta entrega, Contralínea inicia la publicación de una serie de cuatro reportajes acerca de los negocios que oculta la “guerra” antinarcóticos impuesta por Estados Unidos, el mismo país que organizó la operación Rápido y Furioso para traficar armas de manera ilegal a México.
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