(Por Beatriz Chisleanschi).- Puede resultar casi una paradoja, leer belleza, encontrar poesía cuando lo que se relata es la violencia. Sin embargo eso es Arden Andes, la antología de microficciones argentinochilenas recopilada por la escritora Sandra Bianchi, un compendio de relatos brevísimos donde la profundidad literaria envuelve cada una de las situaciones de brutalidad que enlazan a los dos países cordilleranos.
“Chile y Argentina son dos países signados por la violencia, presente desde el descubrimiento de América, donde los vínculos, las desigualdades de género, las diferencias sociales, la violencia cotidiana y aquella que es invisible o se esconde en el silencio disuelve las fronteras que nos separan” señala Bianchi para explicar por qué Arden Andes.
Profesora en Letras, crítica literaria, editora y especialista en el género de la microficción, Sandra Bianchi fue jurado, junto al periodista Juan Sasturain, del concurso “Caperucita Roja en tiempos de Twitter” que promovió el portal cuentosymas.
La antología publicada por Macedonia Ediciones reúne escritos que van desde Luisa Valenzuela, Ariel Madrazo, Ana María Shua o Mario Goloboff en representación de nuestro país, hasta los chilenos Pía Barros o Diego Muñoz Valenzuela por nombrar sólo algunos de los treinta y cuatro autores seleccionados.
”Hacer una antología es hacer un recorte de un conjunto de textos, es reflejar una experiencia de lectura, en este caso mi experiencia como lectora de microficciones focalizada en esta temática” –precisa Bianchi al momento de explicar la selección de autores y micros, y agrega: “Tenía una especie de catálogo de autores y textos instalados en mi biblioteca mental a los que sumé otros autores que me acercaron. Trabajé con la idea de armar un relato común donde los textos pudieran conectarse unos con otros y producir casi mágicamente, aquello que pregonaban los surrealistas ‘la poesía debe ser hecha por todos´”. Una lectura en continuado que recorre las diversas formas de la violencia, casi como un viaje que tiene un punto de partida y que no se sabe cuál será el de llegada, y que excluyó como autora a la propia Sandra Bianchi: “me interesa que en este libro se lea mi lectura. Para mis textos espero que me convoquen otros colegas, no se puede ser arte y parte”.
El encuentro que el lector tiene con la riqueza literaria más que con la violencia en sí misma no es casual, ya que para la escritora: “Aunque trate un tema tan duro, los textos son exquisitos. Los temas sensiblemente densos cuando pasan por el tamiz del arte realizan un proceso tal que generan en el lector un encuentro con lo artístico más que con la crudeza de la realidad representada. Abordando un tema tan complejo, quise demostrar que la microficción es más que un juego de palabras ingeniosas y chistes, y corporizar que estos textos breves también permiten una reflexión critica y creativa.”
El género o modalidad textual de la microficción no es nuevo. Para la antóloga: “su característica más visible, la brevedad, parece ajustarse muy bien a los tiempos vertiginosos que vivimos donde hay menos disposición para dedicarse a la lectura; a la vez esa brevedad exige más tiempo de relectura, y esto es interesantísimo porque al vértigo de la época hay que responderle con la pausa que exige la reflexión y el procesamiento intelectual”.
Narrar un fragmento del universo que se refleje a su vez en otros fragmentos es la razón de ser de este género y de Arden Andes.
“La lengua nos une, la cordillera nos separa, la historia y el poder nos acercan tanto como nos alejan. Y en el ardor por la libertad y el compromiso se produce el encuentro de la Argentina y Chile”, así comienza el prólogo que introduce el libro y que llevará al lector a arder de belleza y de dolor.
– Fuente: www.nos-comunicamos.com.ar.
– Beatriz Chisleanschi es periodista. Secretaria de Asuntos Profesionales UTPBA.
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