Existe un espíritu creciente en América Latina que clama por la unidad regional como garante de supervivencia y desarrollo de nuestros pueblos en medio de la realidad mundial, sumamente convulsa y crítica.
Hace apenas pocos días, por ejemplo, los gobiernos de Brasil y Argentina llamaban a nuestra región a “blindarse” frente a la crisis económica que arrancó en los Estados Unidos en 2008, y hace severa mella en la Europa comunitaria, trastorna a no pocas naciones tercermundistas, y podría ser mucho más nefasta a partir de la probada insolvencia de aquellos que se autotitulaban hasta hace poco “el polo desarrollado” del planeta.
Y ese “blindaje” pasa de manera indispensable por la integración, no vista únicamente como fenómeno de orden económico o mercantil, sino a través de lente sumamente multifacético, de manera que América Latina y el Caribe pasen a ser elemento clave y decisivo en el soñado planeta multipolar donde se tomen en cuenta además, las urgencias elementales del hombre.
Sería, en buena medida, la amplificación de lo que viene sucediendo en el seno de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA), fundada a instancias de Venezuela y Cuba hace poco menos de 10 años en La Habana, y que se ha ido proyectando como mecanismo de colaboración donde la solidaridad, la complementariedad y el interés vital de los pueblos, son pilares esenciales de su empeño.
Unión que enfrenta temas vitales como el energético o la seguridad alimentaria, a la vez que es capaz de accionar como entidad de altos valores políticos en defensa de los intereses regionales.
En pocas palabras, referente necesario que aportará también, sin dudas, una alta cuota de experiencias a la conformación en diciembre próximo, en Venezuela, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), según la convocatoria librada por el anfitrión de la cita, el presidente bolivariano Hugo Chávez.
Como se sabe, el surgimiento de la CELAC, programado para este julio en ocasión del aniversario 200 del acta venezolana de independencia frente al coloniaje español, tuvo que ser pospuesto por el imprevisto e intensivo tratamiento médico a Chávez en La Habana.
Mientras, y como otro paso hacia la necesaria integración regional, se inscribe también la conferencia de titulares de economía y bancos centrales latinoamericanos convocada para este agosto en Buenos Aires.
El encuentro deberá insistir, entre otras cosas, en mecanismos financieros propios de nuestra área geográfica que rompan los añejos lazos de dependencia regional con los artilugios imperialistas de esa especie, causantes de la crisis global actual, y de las viejas penurias que han debido enfrentar nuestras naciones por siglos.
En pocas palabras, el Sur del hemisferio americano cambia, y como parte de ese conglomerado Cuba inscribe también su esfuerzo hacia la convergencia en justicia y fraternidad.
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