Autor: Elva Mendoza

Sección: Cultura

9 AGOSTO 2011

Elva Mendoza/Cuarta parte

Monte Albán, la urbe más ancestral de México prehispánico y una de las más antiguas de Mesoamérica, se extiende a más de 20 kilómetros sobre los valles centrales de Oaxaca. El área que ha sido explorada, restaurada y que permanece abierta al público representa apenas 7 kilómetros del conjunto total.

Esta metrópoli concentró por más de 13 siglos el poder de un Estado gobernante de un vasto territorio. La civilización zapoteca dominó zonas localizadas hasta 150 kilómetros fuera de los valles. Se calcula que durante su máximo apogeo, entre los años 500 a 750 después de Cristo, la población en la urbe fue de 35 mil personas.

La zona arqueológica, Patrimonio Cultural de la Humanidad –declaratoria otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por su sigla en inglés) en 1987–, fue resguardada hasta 1993 mediante el decreto presidencial que le otorgó el estatus de zona de monumentos arqueológicos.

Las más de 2 mil hectáreas bajo la custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), de la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos, y la Ley General de Bienes Nacionales se ven amenazadas “por el hombre y el clima”, asegura Enrique Fernández Dávila, quien se desempeñara como director del Centro INAH Oaxaca durante 15 años.

De acuerdo con la evaluación Monte Albán, Oaxaca, problemática, estado actual y propuestas de acción –información próxima a su publicación como parte de una memoria de gestión patrimonial, proporcionada a este semanario por Fernández Dávila–, en febrero de 1999 la Dirección de Desarrollo Urbano del gobierno estatal reportó 645 asentamientos humanos irregulares distribuidos en nueve núcleos agrarios dentro del polígono de la zona de monumentos arqueológicos de Monte Albán. En la actualidad, el número de estos asentamientos “se ha multiplicado exponencialmente”.

Los asentamientos urbanos sobre los vestigios son anteriores a la declaratoria, y se ubican dentro del municipio Oaxaca de Juárez, Santa María Atzompa y Santa Cruz Xoxocotlán.

A decir de Fernández Dávila, las colonias que se encuentran dentro del polígono de protección son las que más afectan la zona por su rápido crecimiento, ubicadas en los cuatro núcleos agrarios del municipio de Santa Cruz Xoxocotlán. Ante ello, asegura que todos los días hay daños en los vestigios.

Aunque Monte Albán es la zona arqueológica más importante de Oaxaca y uno de los 10 sitios abiertos al público en el estado, Fernández Dávila refiere que en los valles centrales hay aproximadamente 3 mil sitios con vestigios arqueológicos: “Oaxaca contiene el mayor número de zonas, con cinco o siete sitios por municipio”.

Por ello, el arqueólogo e investigador del INAH se muestra inconforme con la delimitación de la declaratoria de zona arqueológica de Monte Albán; “el actual polígono incluye una gran parte del asentamiento prehispánico, sin embargo, dejó fuera interesantes conjuntos arquitectónicos que se conocen como Monte Albán Chico, los Mogotes de Bartolano y la colonia Ampliación Xoxocotlán, entre otros”. Los vestigios que están fuera del área de protección se encuentran en riesgo o incluso en convivencia directa con los asentamientos humanos colindantes.

Monte Albán Chico, refiere Fernández Dávila, se encuentra en un estado de abandono; además, la quema indiscriminada de pastos que año con año hacen los vecinos ha afectado el proceso de fechamiento de los sitios arqueológicos. Incluso, no ha estado exento del saqueo, asegura.

El conjunto Mogotes de Bartolano, indica Fernández, se encuentra casi totalmente invadido por habitantes del municipio de Xoxocotlán. El proceso destructivo es constante y su avance está marcado por el aumento demográfico y de construcción habitacional, así como por las obras de infraestructura municipal que satisfacen las necesidades básicas de la población.

Aunado a ello, en el municipio de Arrazola, los pequeños propietarios llevan a cabo desde hace 20 años el saqueo de numerosos objetos arqueológicos, algunos de los cuales se venden en Monte Albán o en el mercado negro.

Sin un programa permanente de rescates arqueológicos en las localidades y ante la falta de interés por parte de las autoridades para resolver el desmesurado crecimiento urbano, el patrimonio arqueológico en Oaxaca es además víctima de las autoridades federales, estatales y municipales que aprueban proyectos de infraestructura como el Libramiento Sur Oaxaca.

Éste es un proyecto carretero que, a decir de Fernández Dávila, densificará la superficie inmediata en el flanco Poniente de la zona arqueológica de Monte Albán, reproduciendo lo que ocurre con los municipios colindantes de Oaxaca de Juárez, Santa Cruz Xoxocotlán y Santa María Atzompa.

Para el investigador, parte de la solución consiste en la compra de tierras dentro del polígono de protección a sus actuales pobladores, sobre todo de los bienes comunales de Santa Cruz Xoxocotlán, que califica como “la parte más sensible”, los cuales podrían tener un costo aproximado de 110 millones 500 mil pesos.

“Es posible que con una inversión de 30 millones para la adquisición de la parte más importante de esta zona se pudiera aliviar de la inminente presión social al polígono.”

Además, refiere que el INAH está obligado a presentar un mapeo detallado de la presencia de todo tipo de vestigios arqueológicos, y modificar los vértices del polígono de protección que delimita el decreto.

Aunque el investigador asume que el crecimiento urbano es parte de la dinámica social, señala que debe haber recursos para hacer arqueología urbana, es decir, proyectos dirigidos al trabajo con las comunidades para evitar la destrucción y realizar un rescate arqueológico en las zonas habitadas. Pero “se necesitan recursos”, expresa.

El centro de la ciudad de Monte Albán fue edificado por los zapotecos en la parte más alta del Cerro del Jaguar, alrededor del año 500 antes de Cristo. El sitio actualmente permanece abierto al público y muestra el conocimiento de sus antiguos pobladores en arquitectura, artes, ingeniería y el cosmos, además de su vínculo con el paisaje de los valles de Oaxaca.

De acuerdo con las crónicas españolas, algunas construcciones de la plaza principal de Monte Albán tenían un techo parcialmente abierto. En su interior, habían aves de hermoso plumaje, advocación del dios solar, que en el momento cumbre de las ceremonias se accionaba un sistema en el piso que permitía su salida en búsqueda del cielo.

Aunque los ritos religiosos y ceremonias no pueden apreciarse hoy, los grandes monumentos que la cultura zapoteca erigió continúan impresionando a sus visitantes, y “cambiándoles la vida”, concluye Fernández Dávila.

Fuente: Revista Contralínea 245 / 07 de agosto de 2011