Sus dibujos lo tenían todo: realismo, emoción, vigor, sorpresa, humanidad… a pesar que yo era tan chico ya tenía la vocación del dibujo, pero todavía no llegaba a entender como se hacía el trabajo, y lo leía como algo que sucedía mágicamente.

La aventura vencía a la técnica y esos dibujos y esa historia (como no citar a Oesterheld) me transportaban a un mundo fascinante. Con el paso del tiempo y ya trabajando en las redacciones, un buen día lo conocí personalmente y tampoco podía creerlo, en ese momento volví a ser el chico aquel que iba al kiosco a comprar el Hora Cero.

Estar frente a Solano López era tan increíble como sus dibujos y eso no fue todo, gracias a esta bendita profesión tuve el honor de compartir con el exposiciones charlas con el público, algún que otro viaje y encuentros gastronómicos, precisamente en esas sobremesas inolvidables me dibujó los personajes de El Eternauta, y se los dedicó a mis hijos a quien también les hice leer esta aventura de muy chicos
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En el 2008 como un mínimo agradecimiento a lo que me entregó profesional y humanamente, con mis alumnos le hicimos un homenaje donde los chicos realizaron trabajos basados en su obra y Solano con la humildad que lo hacía aun más grande nos regaló su presencia.
Lo tuvimos ahí, cerca muy cerca, más cerca que nunca.

Por eso ahora que me dicen que se fue lejos me resisto a aceptarlo y se que cuando vuelva a abrir El Eternauta por arte y magia de su dibujo al igual que su personaje Juan Salvo, volverá a aparecer una y otra vez.

 Fuente: www.laorejaquepiensa.com.ar.

(*) Humorista de gran trayectoria en medios gráficos y radiales (fue nominado al Martín Fierro). Publicó en las revistas Humor y El Gráfico, entre otras; y también desarrolló una importante obra para chicos.