Llegó a mis manos el libro del doctor Julián Palacín Fernández, Línea aérea de bandera de bajo costo y del cual extraemos literalmente algunos párrafos, no sin antes subrayar que la propuesta polémica puede encontrar adherentes y detractores. De cualquier manera no parece desdeñable su discusión.

“La línea aérea de bandera del Perú tiene que tener su partida de nacimiento dentro de la concepción de un Estado promotor del bien común que cree las condiciones para la prestación de los servicios de transporte aéreo nacional e internacional de bajo costo. Así, habrá por fin una línea designada para atender un amplio sector de mercado que actualmente se encuentra desatendido o servido únicamente por el transporte terrestre.

El requisito fundamental para convertir a esta organización en línea aérea de bandera, es la voluntad política del Estado y la designación a través de un dispositivo legal para ser titular y tener la preferencia de los derechos aerocomerciales del Perú.

Podemos afirmar que el Perú hoy, no tiene línea aérea de bandera. Los dos operadores internacionales, LAN PERU y TACA PERU, son líneas aéreas designadas que sirven las rutas internacionales del Perú y operan como empresas nacionales de capital mayoritariamente extranjero nuestros derechos de tráfico.

Lo que busca la corriente de opinión que defiende la necesidad de que el Perú tenga una línea de bandera, es que se dé nacimiento a una empresa de aviación de bajo costo que pueda, a través de servicios seguros, eficientes y sumamente económicos, llegar a los sectores del mercado de bajos ingresos que hoy tienen como única posibilidad el servicio de transporte terrestre.

Creemos que la línea de bandera del Perú, promovida por el Estado y manejada por el sector privado, puede ofrecer un servicio que permita satisfacer las necesidades de millones de personas de ser transportadas de un lugar a otro al mejor precio, sin tener que pagar, forzosamente, servicios adicionales que no generan valor para ellos.” pp. 18-19, ob. cit.

“Vemos como novedad que las líneas aéreas tradicionales han creado sus empresas subsidiarias de bajo costo”.

“Creemos que en el Perú puede ocurrir lo mismo, es decir, en la medida en que crezca el mercado aéreo, LAN y TACA tendrán que crear sus filiales buscando un nuevo modelo de gestión rentable que pueda competir con una línea aérea de bandera del Perú”.

“Como vemos, la intrusión del modelo low costo (bajo costo) en el mercado no ha sido despreciada por la competencia”.

“Lógicamente, la consecuencia de estos objetivos requiere de una evolución del pensamiento gubernamental en materia de política aérea, como hemos venido diciendo. Ya que planteamos la revisión de los contratos de concesión del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez y de los Aeropuertos Regionales para que se eliminen las anticonstitucionales cláusulas monopólicas que impiden competencia dentro de los 150 kms. Además debemos pensar en servicios de navegación aérea low cost y así alcanzar el objetivo de incorporar ese importante segmento de la población que mencionamos, a los servicios de transporte aéreo”.

Se infiere inequívocamente que el planteamiento de línea aérea de bandera de bajo costo depende de la voluntad política del gobierno. Una pregunta es pertinente: ¿tiene la administración del presidente Humala siquiera la más mínima voluntad de revisar el contrato de concesión del Aeropuerto Jorge Chávez y que administra la empresita Lima Airport Partners, LAP, la misma que persigue a varios periodistas? Ni siquiera el tema ha sido considerado entre las materias a tratar por el nuevo Congreso que repite, desgraciadamente, taras ancestrales y de profunda ineficiencia. Dicho lo expresado, hay un asunto al que podemos llamar incertidumbre. Si no hay voluntad política para examinar el monopolio que ejercen algunas concesionarias con un límite de construcción de aeropuertos en 150 kms. a la redonda, el eje de la interesante iniciativa de línea aérea de bandera sufre un duro golpe.

No descartemos los opositores, bien sea porque están muy bien pagados por quienes no desean afectado, bajo ningún punto de vista, su posición de dominio en los cielos del Perú, pero tampoco pasemos por alto el estudio que encierra este grueso tomo de 477 páginas.

Tengo la viva impresión que las respuestas o refutaciones no pueden carecer del requisito indispensable del conocimiento y la información. Como tampoco los lectores preocupados por el desarrollo nacional están facultados para no enterarse de un tema que atañe a la soberanía aérea del Perú, hoy en manos de empresas extranjeras con aviones con matrícula foránea y con nulo o ningún compromiso con la nación.

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