La euforia de muchos libios por la caída del régimen de Muammar Gaddafi parece haber pasado a un segundo plano y ahora deben enfrentarse a la dura realidad: un país en ruinas, con altos índices de desempleo, escaso financiamiento y además con mucha incertidumbre sobre su futuro. ¿Cómo resolverán estos problemas?

Las necesidades

Como otros miles de jóvenes libios, Mohamed Tarjuni decidió dejar a un lado sus estudios para ayudar a los rebeldes a acabar con los últimos bastiones del ex líder del país. Tarjuni relató a RT que jamás había soñado con ver en ruinas la residencia de Gaddafi. Sin embargo, pasado el festejo se siente inseguro por el futuro: después del triunfo de los insurgentes apoyados por la OTAN sigue desempleado y cree que las nuevas autoridades necesitarán tiempo para levantar el país.

Otros libios tampoco son tan optimistas y sus miedos aparecen junto con las necesidades diarias: “No hay dinero en los bancos, dentro de poco a lo mejor se podrán ver colas de personas buscando pan”, se queja Mohamed Ali.

Pero el pueblo no quiere callar. Bengasi, la cuna de la revuelta, es de nuevo el centro de nuevas protestas. Durante varios días cientos de libios se manifiestan exigiendo salarios y condiciones de vida decentes y hasta los controladores aéreos se han sumado a las protestas contra la inacción de las nuevas autoridades.

Buscando el dinero

El Consejo Nacional de Transición (CNT) reconoce que la actual situación es una bomba de relojería y llama la atencion de la comunidad internacional en busca de dinero, pero sin que esto sea visto como una petición de una nueva intervención. “Necesitamos cuando antes los fondos congelados de vuelta. No lo estamos pidiendo prestado, sino que es nuestro”, sostiene Mohamed Alhuraizi, miembro del CNT.

Según el nuevo gobierno, de los 160.000 millones de dólares retenidos en las cuentas del coronel durante el conflicto sólo el 1% ha sido devuelto a las arcas del Estado libio, lo que no es suficiente para afrontar los problemas.

Pagar las cuentas

Las acciones de la OTAN, EE. UU. y algunas potencias europeas tenían su propia “lógica económica”, afirma el periodista e historiador Ingo Niebel. “Ahora Libia tiene que arrancar su industria petrolera sobre todo y con ese dinero comprar en Francia, Reino Unido y otros países las mercancías que necesita”, explicó Niebel a RT.

Además, todos en Libia recuerdan que la Guerra Civil costó miles de vidas. Y aunque pocos ex rebeldes ponen en duda que la nación ha ganado con la muerte de Gaddafi, asesinado cruelmente en octubre pasado, asumen que si no se toman medidas la vida cotidian podría convertirse en otra pesadilla.

Fuente: RT, 12.12.2011.