El documento, en el que se recoge la mayor parte de ese trabajo, indica que México transita por una profunda crisis que abarca varios de los ámbitos de la vida colectiva y que existen grandes brechas entre un pequeño grupo de ricos, frente a más del 50 por ciento de la población pobre.

La productividad y competitividad han caído y el medio ambiente y los recursos naturales se agotan por una explotación sin sustentabilidad. Se ha privilegiado el interés privado sobre el colectivo y ha habido un desvanecimiento de la identidad nacional, acentuado también por una política de seguridad que ha dejado a partir de 2007, más de 40 mil muertes (aunque otras estadísticas señalan más de 60 mil). Algunos jóvenes o son cooptados por el crimen organizado o emigran a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida, a pesar de que el resultado pueda serles adverso o les ocasione un mayor detrimento.

Económicamente, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, sustentado en un régimen de política neoliberal, ha contribuido al aumento de las exportaciones. No obstante, el mercado interno no creció, y en lo referente a la parte de la alimentación, dejamos de ser un país que producía para su autoconsumo, para ser uno de dependencia alimentaria.

El monopolio de los medios de comunicación, fincado principalmente en dos empresas (Televisa y TV Azteca), ha hecho prevalecer su poder al grado de favorecer a personajes de la vida pública o candidatos de elección popular con propaganda mediática, capaces también de doblegar la voluntad de representantes populares y altos servidores públicos, en menoscabo de los intereses nacionales.

No obstante, y a pesar de las vicisitudes, la participación social ha sido fundamental para oponerse a los embates, en algunas ocasiones del gobierno y en otras de los poderes fácticos. Así lo recoge la historia de los grandes momentos de transición del país, durante el movimiento de Independencia, la Reforma e incluso, la Revolución Mexicana y en la época actual. Durante la Independencia se peleó por la liberación de los lazos coloniales con España y el inicio del proceso de la construcción nacional. En el movimiento de la Reforma, México se constituyó como un Estado republicano, laico, federal, liberal y democrático y buscó reducir el poder de todas las corporaciones económicas existentes. El movimiento revolucionario de 1910 hubiera sido un fracaso de no ser por la administración del entonces presidente Lázaro Cárdenas, que con una visión estadista optó por una economía de Estado, como contrapeso al capital extranjero.

En los tiempos posrevolucionarios y ante la lucha social, hubo también represión contra los maestros en la década de 1940; los ferrocarrileros en la de 1950; y los médicos en la de 1960; y se dio además la más sangrienta del régimen del entonces partido hegemónico, el asesinato de estudiantes del movimiento de 1968.

La sociedad y su participación han estado presentes en las transiciones del poder, al buscar generarlas o al luchar contra el continuismo. A veces, incluso, con la opción de morir por éstas.

El ensayo “Los actores de la participación ciudadana”,de Alicia Ziccardi, investigadora y doctora en economía del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, señala que la participación es un componente esencial de la democracia, como forma de organización social y de gobierno. La participación permite concretar el ejercicio de la ciudadanía en diferentes dimensiones: la ciudadanía civil asociada a derechos propios de la libertad individual, la ciudadanía política que se sustenta bajo principios de la democracia liberal y la ciudadanía social frente a los derechos que el Estado le debería garantizar. Quienes participan son movimientos sociales, organizaciones ecológicas, de derechos humanos, sindicatos, agrupaciones políticas, jóvenes, profesionistas y organizaciones no gubernamentales, entre otras.

A pesar de que existe una participación social real, en la actualidad quedan retos que aún deben cubrirse y ser inmediatos; por ejemplo, alentar y garantizar la pluralidad de voces, opiniones e informaciones.

De entre algunos de los motivos que hacen necesaria la participación social, destacamos:

1. El principal problema de México no es económico sino político, lo que hace que haya una burocratización de las instituciones y en algunos casos opacidad y corrupción; y que los proyectos de supuesta modernización terminen por beneficiar sólo a quienes los proponen, lo que genera desigualdad y conflicto social. Para que la democracia no sea una máscara anticipada del autoritarismo, ésta debe ser funcional y tener como origen y destino a la población.

2. Cuando los poderes fácticos influyen de forma determinante en los ámbitos económico, político y social para crear una democracia disfuncional, sólo la participación social puede introducir, desde la legalidad y legitimidad, medidas correctivas.

3. La política neoliberal ha sido un fracaso evidente. Contrario a la defensa de los intereses nacionales, México no ha progresado como sí lo han hecho China, Corea, Japón, India, Brasil y Chile, en los últimos 10 años. Lo cual deja en claro que la política neoliberal en el país ha sido un fracaso, porque si bien el Estado no puede resolver todos los problemas sociales, el mercado tampoco. Hay que dar paso a las propuestas de la sociedad civil.

4. Los mexicanos debemos construir un Estado socialmente responsable y un mercado bien regulado, en el que la ley y su aplicación sean instrumentos que fomenten la eficacia, productividad y equidad; desarrollo sustentable y de la sociedad del conocimiento.

5. El desarrollo sustentable involucra a todos los sectores de la sociedad en un diálogo constructivo, en el que las diferencias características de los distintos grupos sociales puedan plantearse con respeto y apertura para alcanzar consensos. Que forme además parte de nuestra vasta historia cultural y tenga el potencial de conducir la transformación de las estructuras económicas, al robustecer eficazmente las instituciones en un marco de amplia participación ciudadana que fortalezca la capacidad de gobernar. Nada será viable si no se fortalecen las instituciones, el estado de derecho y la paz social.

6. México es un país con una gran riqueza cultural. Medio propicio para la formación de liderazgos verdaderos y organizaciones ciudadanas comprometidas, que desde la política conciban un proyecto nacional que genere de nuevo la esperanza social.

7. La educación sigue siendo la apuesta para que millones de jóvenes se formen y adquieran valores que les permitan participar en el desarrollo humano y la generación de un crecimiento económico sustentable, que se vea reflejado en una calidad de vida.

8. Es fundamental afirmar el compromiso irrestricto con los derechos humanos.

El gobierno de México está dilapidando la oportunidad histórica de contar con una población mayoritariamente joven, en la cima de su edad productiva. No utilizarla con provecho e inteligencia será razón de futuros pauperismos y problemáticas. Por lo que es necesario reinventar un futuro colectivo. No debemos ser testigos vivientes de un país que se nos muere.

Fuente: Revista Contralínea 277 / 25 marzo de 2012