También culparon a los narcotraficantes de su mínimo apoyo en las urnas. Y una y otra vez asegura que las próximas elecciones para reemplazarlo (si antes no consolida su golpe militar) estarán influidas por esa delincuencia, y entre líneas deja ver que se suspenderían o anularían. Levantó una polvareda. Hizo un escándalo porque su hermana no pudo ganar la gubernatura. Y ella repite lo mismo. Lo dijo, a un mes de su derrota, al reportero Miguel García Tinoco (Excélsior, 13 de diciembre de 2011). Insisten que el “crimen organizado” apoyó al PRI y por ello impugnó el resultado ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y puso una denuncia ante la Procuraduría General de la República, con la mira de que anulen la elección.

El Calderón de Los Pinos lleva más de cinco años combatiendo a la “delincuencia organizada” y, aunque cada día nos informa sobre la confiscación de armas y dinero, y la captura de capos y cómplices –que de inmediato son sustituidos–, no ha podido someterla aún con las Fuerzas Armadas en la calle. Entonces es fácil culparlos de que el Partido Acción Nacional ha sido derrotado elección tras elección, y todo indica que en julio de 2012, será aplastado en las urnas. Hermanos por siempre, los Calderón con su autoritarismo son provocadores de más violencia, empujado al PAN al precipicio.

Con sus fracasos políticos revivieron al PRI de Enrique Peña Nieto (el más antiguo) e inyectaron ánimos al PRD de Andrés Manuel López Obrador. Y queda claro que ese PAN, con su candidato, quedará en tercer lugar (es decir el último en las elecciones presidenciales). Lo cierto es que los calderonistas y el PAN no supieron gobernar, ni competir ni reconocer sus derrotas. Se lamen las heridas y no saben qué hacer si el PRI les quita la Presidencia de la República o si en una de esas el PRD por un “elemento de sorpresa” y con su discurso “amoroso” le gana al PRI y al PAN.