Como los occidentales nunca se equivocan, es poco probable que reconozcan haberlo hecho en el caso de la masacre de Hula, Siria. Lo importante no es, sin embargo, si piensan rectificar o no la falsa imagen de Siria que transmite la propaganda occidental; lo importante es en realidad la evolución de la correlación de fuerzas entre la OTAN y la Organización de Cooperación de Shangai. El caso de Hula demuestra que los occidentales no logran saber lo que está pasando en el terreno, mientras que la inteligencia rusa está perfectamente al tanto de todo
22. junio, 2012 Autor: Red Voltaire Destacadas, Línea Global
Thierry Meyssan/Red Voltaire
Damasco, Siria. El Ejército “Sirio” Libre presentó en una mezquita los cuerpos de 108 personas. Los rebeldes dijeron que se trataba de los restos mortales de los civiles masacrados el 25 de mayo de 2012 por las milicias gubernamentales, cuyos miembros son designados bajo el término Shabbiha.
La noticia pareció desestabilizar al gobierno sirio, que condenó de inmediato la matanza y la atribuyó a la oposición armada.
En el momento en que la Agencia Árabe Siria de Noticias (SANA, por su sigla en inglés) no lograba ofrecer aún informaciones precisas sobre el asunto, la agencia de prensa católica de Siria, Vox Clamantis, publicó de inmediato un testimonio sobre una parte de los hechos acusando formalmente a la oposición. Cinco días después, el canal ruso de información Rossiya 24 (exVesti) transmitió un detallado reportaje de 45 minutos que se mantiene actualmente como la investigación más detallada sobre el tema.
Los Estados occidentales y los países del Golfo que maniobran para provocar un “cambio de régimen” en Siria y que han reconocido a la oposición como “interlocutor privilegiado”, adoptaron de inmediato la versión del Ejército “Sirio” Libre sin esperar siquiera por el informe de la Misión de Observación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Como sanción contra el gobierno sirio, la mayoría de esos países puso en práctica una medida preparada con anterioridad: la expulsión de los embajadores sirios acreditados ante sus respectivos gobiernos. Esta medida diplomática no implica una ruptura de relaciones, ya que el resto del personal diplomático sirio acreditado se mantiene en esos países.
El Consejo de Seguridad de la ONU adoptó, por su parte, una declaración presidencial de condena contra la masacre, aunque sin designar a un culpable. También recordó sus responsabilidades al gobierno sirio, como la de proteger a la población con la utilización de medios proporcionales a la gravedad de la agresión; es decir, sin la utilización de armamento pesado.
Por el contrario, la alta comisionada de los Derechos Humanos de la ONU, Navi Pillay, hizo eco de las alegaciones, acusó a las autoridades sirias y exigió que se pusiera el tema en manos de la Corte Penal Internacional.
El presidente francés François Hollande y su ministro de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, expresaron su intención de convencer a Rusia y China para que no obstaculicen la adopción de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que autorice el uso de la fuerza. Mientras tanto la prensa francesa acusaba a Rusia y China de seguir protegiendo un régimen criminal.
En respuesta a esos cuestionamientos, el viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Andrei Denisov, deploró que la posición sea una “simple reacción emotiva”, totalmente exenta de análisis. Subrayó que la posición constante de su país, en este caso al igual que en otros, no es de respaldo a un gobierno sino de apoyo a un pueblo (dado que el pueblo sirio acaba de plebiscitar al presidente Al-Assad durante el reciente referendo constitucional).
A pedido del gobierno de Damasco, la Misión de Observación de la ONU visitó el lugar de los hechos, donde fue recibida por la oposición que controla la zona y pudo recoger informaciones destinadas a la elaboración de un posterior informe. En el marco de una conferencia de prensa para uso interno, el presidente de la Comisión Investigadora siria sobre la masacre de Hula leyó un breve comunicado que revela los primeros resultados de la investigación actualmente en marcha. Según el presidente de dicha Comisión, la masacre de Hula fue perpetrada por la propia oposición en el marco de una operación del Ejército “Sirio” Libre en esa zona.
A sabiendas de que el informe de la Misión de Observación de la ONU podía volverse contra ellos, los occidentales lograron que el Consejo de Derechos Humanos (organismo que ellos controlan) creara en Ginebra una Comisión Investigadora adicional. Es decir, es posible que el Consejo de Derechos Humanos dé a conocer rápidamente su propio informe para imponer una versión predeterminada de los hechos antes de que la Misión de Observación dé a conocer sus propias conclusiones.
¿Cómo saber lo sucedido en Hula?
Los investigadores enfrentan dos importantes obstáculos: el gobierno sirio perdió el control de Hula desde hace varias semanas. Ello impide que los magistrados sirios viajen al lugar y los periodistas sólo pueden hacerlo con el consentimiento del Ejército “Sirio” Libre y bajo la estrecha vigilancia de sus hombres. Se ha registrado, sin embargo, una excepción: un equipo de Rossiya 24, el canal ruso de información continua, logró circular por la zona sin escolta y pudo realizar un reportaje excepcionalmente detallado.
La comisión oficial siria dice haber recogido numerosos testimonios, pero ha declarado que no los presentará a la prensa hasta que se haya elaborado el informe definitivo. Hasta este momento, por lo tanto, la identidad de los testigos es parte del secreto de instrucción. A pesar de ello, la televisión pública ya difundió varios testimonios el 1 de junio pasado.
Los investigadores disponen también de videos exclusivos proporcionados por el propio Ejército “Sirio” Libre.
Para terminar, como dicho Ejército había reunido los cuerpos en una mezquita y había comenzado a enterrarlos al día siguiente, los observadores de la ONU no pudieron realizar ningún tipo de observación sobre un gran número de cadáveres.
Las conclusiones de la Red Voltaire
Hula no es una ciudad sino una zona administrativa que reúne tres localidades de unos 25 mil habitantes cada una;?estas zonas están mayoritariamente abandonadas. Hacía varias semanas que la localidad sunnita de Tal Daw se hallaba bajo control de los rebeldes. El Ejército “Sirio” Libre había impuesto allí su propia ley. Por su parte, el ejército nacional de Siria garantizaba la seguridad de las vías de transporte manteniendo varios puestos en las carreteras de la zona, pero sin ir más allá. Varios individuos secuestraron niños y trataron, infructuosamente, de obtener el pago de rescates. Los niños fueron en definitiva asesinados varios días antes de la masacre de Hula, pero el Ejército “Sirio” Libre se llevó sus cuerpos para exponerlos junto a los demás cadáveres.
Durante la noche del 24 de mayo, el Ejército “Sirio” Libre desencadenó una amplísima operación para reforzar su control sobre la zona y hacer de Tal Daw su nueva base. Así que entre 600 y 800 hombres, provenientes de distritos más o menos alejados, se reunieron en Rastan y en Saan, y luego atacaron simultáneamente los puestos militares. Mientras tanto, un equipo fortificaba Tal Daw, donde instalaron cinco baterías de cohetes antitanques y emprendieron una campaña de depuración de la población mediante la eliminación de varios habitantes. En Tal Daw, las primeras víctimas fueron una decena de familiares de Abd Al-Muty Mashlab –diputado del partido Baas recientemente electo y secretario de la Asamblea Nacional– y posteriormente los miembros de la familia de un oficial superior, Muawyya al-Sayyed. Los blancos siguientes fueron varias familias de origen sunnita que se habían convertido al chiísmo. Entre las víctimas figuran las familias de dos periodistas de Top News y New Orient Express, agencias de prensa miembros de la Red Voltaire. Varias personas, entre las que se encontraban niños, fueron violadas antes de ser asesinadas.
Como sólo lograron tomar una sola posición del ejército nacional, los atacantes decidieron cambiar de estrategia. Transformaron entonces su propia derrota militar en una operación mediática. Atacaron el hospital Al-Watani y lo quemaron. Transportaron además a la mezquita una serie de cuerpos hallados en la morgue de ese hospital, así como los cadáveres de varias víctimas, y los filmaron. La teoría de una única masacre cometida por milicianos favorables al gobierno no resiste el análisis de los hechos. Hubo combates entre leales y rebeldes, así como varias masacres de civiles. El Ejército “Sirio” Libre mezcló los cuerpos de distintos orígenes y de varios días para montar su operación mediática.
En todo caso, la existencia de los Shabbihas no pasa de ser un mito. Existen ciertamente individuos favorables al gobierno que se han armado y que pueden cometer actos de venganza, pero no existe ninguna estructura o grupo organizado que pueda calificarse de milicia progubernamental.
Implicaciones políticas y diplomáticas
La expulsión de los embajadores sirios por parte de los Estados occidentales se había preparado con mucha antelación para aplicarla de forma coordinada. Los occidentales estaban a la espera de una masacre de ese tipo para proceder a la expulsión de los embajadores sirios. Ignoraron las numerosas masacres anteriores precisamente porque sabían que sus autores eran los miembros del Ejército “Sirio” Libre, y se apoderaron de ésta creyendo que era obra de supuestos milicianos progubernamentales.
La idea de una expulsión coordinada no se concibió en París sino en Washington. París había dado un acuerdo de principio, pero no analizó las implicaciones jurídicas. En la práctica, la señora Lamia Chakkur es también embajadora de Siria ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y el Acuerdo de Sede hace imposible su expulsión del territorio francés. Además, aún cuando estuviera acreditada ante la Unesco, la señora Chakkur no puede ser expulsada de Francia ya que tiene doble nacionalidad: francesa y siria.
Washington coordinó las expulsiones para que pareciera un movimiento generalizado, y para presionar así a Rusia. En efecto, Estados Unidos trata de poner a prueba la nueva correlación internacional de fuerzas, evaluar las reacciones de Rusia y tener una idea de hasta dónde puede llegar.
Seleccionar la masacre de Hula fue un error gigantesco. Washington se abalanzó sobre este caso sin haber verificado los detalles y creyendo que nadie podría hacerlo. Olvidó que en unos pocos meses Moscú se ha hecho presente en Siria. Más de 10 mil rusos residen ahora allí. Por supuesto, Rusia no se ha limitado a desplegar en Siria un sistema de protección antiaérea de alta tecnología para disuadir a la Organización del Tratado del Atlántico Norte de tratar de bombardear el país. También ha instalado unidades de inteligencia que incluyen militares capaces de desplazarse por las zonas rebeldes. En el caso de la masacre de Hula, Moscú logró aclarar lo sucedido en unos cuantos días. Sus especialistas lograron identificar a los 13 miembros del Ejército “Sirio” Libre que cometieron la matanza. Moscú no sólo no se dejó impresionar, sino que además endureció su posición. Para Vladimir Putin, el hecho de que los occidentales hayan querido convertir en “bandera” la masacre de Hula sólo demuestra que no controlan la situación en el terreno. Después de haber retirado a los oficiales que dirigían en tierra el Ejército “Sirio” Libre, los países occidentales sólo disponen de la información recogida por sus aviones sin piloto. Con esto, son vulnerables a las mentiras y exageraciones de los mercenarios que ellos mismos han enviado a Siria.
Vista desde Moscú, la masacre de Hula es una tragedia más entre las muchas que los sirios vienen sufriendo desde hace un año. La precipitación de los occidentales demuestra que estos siguen sin dotarse de una nueva estrategia colectiva desde la caída del Emirato Islámico de Baba Amro. En definitiva, los occidentales avanzan a tientas y han perdido así la ventaja que permite la victoria en una partida de ajedrez.
Fuente: Revista Contralínea Fecha de publicación: 17 de Junio de 2012
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