17. junio, 2012 Autor: Roberto E Galindo Domínguez * Opinión

Si la SAS ya tiene ubicados otros pecios [fragmentos de una nave que ha naufragado] de la época colonial, sobre todo de los siglos XVI y XVIII, ¿por qué no ha realizado proyectos integrales con los que se obtenga el máximo de conocimientos arqueológicos, históricos y navales, para beneficio de la investigación científica y para los mexicanos? ¿Por qué se empeña en encontrar los restos de un solo barco? ¡Será por la plata! Si es así, la máxima de la maestra Luna, “lo que importa es el barco, no el tesoro”, se irá al fondo como lastre.

Desde principios de mayo de este año la maestra Luna dirige una expedición de búsqueda de dicha nave, para lo cual ha contratado el Buque Oceanográfico Justo Sierra de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Y no es la primera vez. Además ha rentado equipos de geofísica y contratado especialistas extranjeros para operarlos, cuando su dependencia cuenta desde 1998 con equipo geofísico de alto costo –especialmente conjuntado para la prospección de restos culturales sumergidos–, y más aún cuando se supone que tiene el personal capacitado para operarlo. Es importante mencionar que en la UNAM y otras instituciones del país hay investigadores altamente calificados en exploración y geofísica marina que bien podrían realizar las tareas de prospección submarina, que temporada tras temporada, ante las carencias de la SAS, la maestra Luna confía a extranjeros, cuando lo que está en juego es el patrimonio cultural de la nación. Entonces nos debemos preguntar: ¿qué costo tienen este tipo de expediciones? ¿Cuánto es lo que el erario y los mexicanos hemos pagado por estas investigaciones que no han prosperado en más de 18 años? Sin resultados, sus salidas al mar son meros juegos con juguetes caros.

A más de la mitad de su nueva empresa, el único resultado concreto es la pérdida en el fondo marino del equipo de geofísica que estaban empleando: un sonar, propiedad de la UNAM, y un magnetómetro (este último rentado a una compañía de geofísica). Es grave que equipos de alto costo y tan especializados, patrimonio de la UNAM, queden al servicio de extranjeros y de personal de la SAS que no tiene la mínima capacitación y/o experiencia en prospección geofísica, y aunque el equipo sea recuperado y reparado, proceso difícil y tardado –en 1999 la SAS estrelló su magnetómetro en fondo marino veracruzano y su reparación demoró más de un año– es pernicioso que los investigadores de la UNAM se queden sin la posibilidad de emplear equipos que deberían estar a su entera disposición. Esperemos que por el bien de la UNAM ese sonar sea recuperado o repuesto a la brevedad.

Pero antes de asumir hechos, aguardemos a que el Buque Oceanográfico Justo Sierra atraque. Y que la SAS haya localizado Nuestra Señora del Juncal, lo que justificaría lo gastado para tal propósito durante años. Hallazgo que de ser anunciado deberá ir acompañado de pruebas contundentes de su existencia. Los mexicanos tenemos derecho a conocer acerca de ello, pues además de que financiamos su búsqueda somos dueños del patrimonio cultural sumergido. De lo contrario, un resultado negativo sólo confirmaría lo que yo y otros investigadores hemos venido diciendo sobre la SAS: que es una dependencia donde gobierna la ineficacia, el dispendio y la falta de metodología científica.

Desde el Buque Oceanográfico El Puma, en el Pacífico Mexicano, 6 de junio de 2012.
*Maestro en ciencias en exploración y geofísica marina; arqueólogo subacuático; DG con especialidad en museología y museografía; tutor NAS-Buzo profesional; integrante del Taller Crónica Madre/rgalindo@geofisica.unam.mx

Fuente: Revista Contralínea Fecha de publicación: 17 de Junio de 2012