A principios del siglo pasado se trazó una línea en la arena de Acre a Kirkuk. Dos potencias coloniales –Gran Bretaña y Francia– se repartieron tranquilamente el Oriente Medio: todo lo que estaba al Norte de la línea, para Francia; el Sur era de Gran Bretaña.

Muchos reveses –y tragedias concéntricas– después, una nueva línea en la arena es trazada por Arabia Saudita y Catar. Entre Siria e Irak, lo quieren todo. Y hablemos de retorno de los reprimidos; ahora, como parte del compuesto Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)-Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), están en la cama con sus antiguos amos coloniales.

Golpe tras golpe

No importa lo que pregonen los medios militarizados de Occidente, no hay un juego final en Siria todavía. Al contrario: el sectario apenas comienza.

Es de nuevo el Afganistán de la década de 1980. Las más de 100 pandillas fuertemente armadas involucradas en la guerra civil de Siria rebosan de fondos con los cuales el CCG financia sus granadas rusas propulsadas por cohetes y compradas en el mercado negro. Numerosos salafistas-yihadistas cruzan hacia Siria, desde Irak, Kuwait, Argelia, Túnez y Pakistán, después de llamados embravecidos de sus imames.

Secuestros, violaciones y matanzas de civiles favorables al régimen de Bashar al-Asad se están convirtiendo en la ley del país.

Persiguen todavía con más ardor a los cristianos. Obligan a irse a los exiliados iraquíes residentes en Damasco, especialmente los que viven en Sayyida Zainab, de predominio chiíta nombrado así en honor de la nieta del profeta Muhammad, enterrada en la hermosa mezquita local. La BBC, dicho sea en su favor, por lo menos informó al respecto.

Efectúan ejecuciones sumarias; el viceministro del Interior de Irak, Adnan al-Assadi, dijo a Agence France-Presse que los guardias fronterizos vieron que el Ejército Libre Sirio (ELS) tomó el control de un puesto de la frontera y luego “ejecutó a 22 soldados sirios ante los ojos de los soldados iraquíes”.

El cruce Bab al-Hawa entre Siria y Turquía fue invadido por más de 150 muyahidines “multinacionales”, provenientes de Argelia, Egipto, Arabia Saudita, Túnez, Emiratos Árabes Unidos, Chechenia e incluso Francia. Muchos proclamaron su fidelidad a Al Qaeda en el Magreb Islámico. Quemaron numerosos camiones turcos. Filmaron su propio video promocional. Desfilaron con su bandera de Al Qaeda. Y declararon que toda la zona fronteriza era un Estado islámico.

“Tarjeta de identidad terrorista”

No hay forma de comprender la dinámica siria sin saber que la mayoría de los comandantes del ELS no son sirios, sino iraquíes sunitas. El ELS sólo pudo ocupar el cruce fronterizo Abu Kamal entre Siria e Irak porque toda la zona está controlada por tribus sunitas visceralmente opuestas al gobierno de al-Maliki, en Bagdad. El libre flujo de muyahidines, yihadistas de la línea dura y armas entre Irak y Siria ya está más que establecido.

La idea de que la Liga Árabe –comportándose como portavoz oficial de OTAN-CCG– ofrezca asilo a al-Asad podría ser tan ridícula como la de que la Agencia Central de Inteligencia estadunidense supervise qué grupos muyahidines y yihadistas pueden acceder a las armas financiadas por Catar y los sauditas.

Al principio, puede haber sido sólo un mal chiste. Después de todo, la oferta del exilio provino de los mismos paragones de la democracia, la Casa de Saud y Qatar, que controlan la Liga Árabe y financian a los muyahidines y la yihad anti-Siria.

Bagdad, sin embargo, condenó la oferta del exilio. Y la secuela –el mismo día– fue digna de The Joker (sí, el enemigo de Batman): una ola de atentados anti-chiítas en Irak, con más de 100 muertos, debidamente reivindicada por el Estado Islámico de Irak, la franquicia local de Al Qaeda. Su portavoz, Abu Bakr al-Baghdadi, urgió enérgicamente a las tribus sunitas de Anbar y Nineveh a que se sumen a la yihad y derroquen el gobierno “infiel” en Bagdad.

El movimiento de ida y vuelta de muyahidines y yihadistas entre Siria e Irak ha sido más que confirmado por Izzat al-Shahbandar, alto miembro del parlamento de Irak y asistente próximo del primer ministro al-Maliki.

Bagdad incluso ha actualizado listas. La frecuencia de cambio sólo pudo generar más frenética neolengua orwelliana acuñada por la página en internet Moon de Alabama.

Los muyahidines y yihadistas activos en Irak ahora son “insurgentes iraquíes”. Y los muyahidines y yihadistas activos de Siria siguen siendo los usuales “rebeldes sirios”. Todos han sido sacados del servicio activo como “terroristas”. Según esta lógica el Batman de Colorado también podría ser descrito como “insurgente”.

Seguir el dinero

Tal y como aparece, los idealizados “rebeldes” sirios, más los insurgentes conocidos previamente como terroristas, no pueden vencer a los militares sirios ni siquiera con la lluvia de dinero y armas de los sauditas y los cataríes.
Tampoco existe evidencia de que el régimen considere una retirada a las montañas alauitas del Norte de Siria, como lo evoca la discusión colectiva en los blogs de política exterior. Después de todo los “rebeldes” no controlan ningún territorio.

Lo seguro es quién se beneficiará de la progresiva balcanización de Siria. A la Casa de Saud y Catar les encantaría que la guerra civil se exportara a Irak y el Líbano; en sus cálculos extremadamente estrechos, eso podría acabar produciendo otros regímenes sunitas.

Por lo tanto hay que esperar que los fondos sauditas y cataríes compren a cualquier burócrata sirio bien conectado, incluso a pesar de que la burguesía urbana sunita todavía no ha abandonado el barco.

Y a medida que se extiende la guerra civil, un tsunami de armas seguirá inundando Jordania, Líbano, Irak y por supuesto Turquía, reforzando grupos guerrilleros de todo tipo, incluidos los kurdos, una faceta más de la ahora excluida neo-otomana Turquía que contempla impotente cómo se destruyen los Estados tallados en la arena por esa línea colonial de la década de 1920.

Estratégicamente será siempre una guerra por encargo, esencialmente de Arabia Saudita contra Irán con el apoyo de la Casa de Saud a islamistas de todos los colores en comparación con el apoyo de Catar a “su” Hermandad Musulmana. Pero sobre todo se trata de Estados Unidos-OTAN-CCG contra Irán.

Los motivos de Israel van más allá del deseo sectario saudita-catarí. El primer ministro de Israel, Bibi Netanyahu, acaba de desenterrar un “bushismo” calificando a Irán-Siria-Hezbolá de “eje del mal”. Lo que desea a largo plazo Tel Aviv es obvio: que Washington, con o sin el gobierno de Barack Obama, derribe ese eje.

Mientras tanto, ese objetivo a largo plazo no impide que el ministro de defensa israelí Ehud Barak enloquezca especulando respecto a una invasión de Siria basada en una hipotética transferencia de misiles antiaéreos sirios o incluso de armas químicas a Hezbolá.

Washington, por su parte, adoraría tener por lo menos un dócil gobierno sunita en Damasco para acelerar el cerco de Irán sin aumentar los temores sustanciales de Israel. Mientras tanto, lo que pasa por “poder inteligente” no es más que ilusiones “glorificadas”. Así es como los funcionarios pro Israel de Estados Unidos planean una Siria post Asad.

Y llega el nuevo Bane

A pesar de todos sus valores de producción, la yihad de la OTAN –en conjunto con afiliados de Al Qaeda y copiones– todavía no ha logrado el cambio de régimen. No habrá sanciones del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, como ya han subrayado tres veces Pekín y Moscú. Por lo tanto sigue apareciendo siempre el “Plan B”. Este último sale directamente del guión al estilo de Irak: Damasco atacará a los civiles con armas químicas. Duró sólo unos pocos ciclos noticiosos.

El presidente ruso, Vladimir Putin, ya lo ha dejado claro: un cambio de régimen es un anatema, especialmente por un motivo que elude la mayoría en Occidente, los yihadistas en las puertas de Damasco significa que estarán muy cerca del Cáucaso, la posible nueva perla de un collar letal tendente a desestabilizar la Rusia musulmana.

El resultado contraproducente, mientras tanto, está listo para atacar como la Medusa. Lo que para todos los propósitos prácticos son escuadrones de la muerte muyahidines/yihadistas de la OTAN y el CCG estarán encantados de sangrar a Siria siguiendo líneas sectarias en la arena, y especialmente, en áreas urbanas. Comenzó la temporada de caza, no sólo de alauitas, sino también de cristianos, es decir el 10 por ciento de la población.

Una política exterior que privilegia a los yihadistas suníes, conocidos anteriormente como terroristas, para que creen un Estado “democrático” en Oriente Medio parece haber sido conjurada por Bane (el malo de la película The Dark Knight Rises, el capítulo final de la trilogía de Batman). Y sí, somos sus creadores. Mientras los mejores carecen de toda convicción, y los peores están repletos de intensidad apasionada, un superhombre sunita yihadista enmascarado camina hacia su nacimiento en Damasco.

Fuente
Contralínea (México)