Reequilibrio interno y renovación

Como candidato, Enrique Peña Nieto dijo que él no modificaría la estructura actual de las Fuerzas Armadas ni ordenaría la construcción de un Estado Mayor Conjunto. Eso significa que la Armada de México seguirá su rumbo en términos militares y administrativos, y que la Fuerza Aérea seguirá subsumida a una dependencia donde tradicionalmente han dominado los generales de división del Ejército; ya sea de la infantería, la caballería o la artillería.

El nombramiento de un general de la Fuerza Aérea como secretario de la Defensa Nacional podría ser la oportunidad para reequilibrar a las Fuerzas Armadas y empezar la modernización urgente de un arma que ha sido relegada en el presupuesto militar, a pesar de su importancia táctica en la lucha contra el narcotráfico y la vigilancia territorial.

Aunque algunos generales del Ejército podrían sentirlo como desplazamiento, la institución en general podría recibir con beneplácito la designación de un general de división piloto aviador como secretario de la Defensa Nacional. Leonardo González García, actual comandante de la Fuerza Aérea, un general que ha sufrido varios atentados contra su vida por su participación en la lucha contra el narcotráfico, encabezaría la lista de candidatos provenientes de esta Fuerza. Con un nombramiento así, la Sedena tendría la oportunidad de rehacer su imagen, elevar la importancia de la Fuerza Aérea y redefinir su estrategia contra el narcotráfico.

Continuidad de la militarización antidrogas

En este escenario, el siguiente secretario sería un general del Ejército, con experiencia en contrainsurgencia, lucha contra el narcotráfico, y militarización de las corporaciones de policía. Aquí existen varios generales de división ahora posicionados en la plana mayor del Ejército que podrían mantener a la Sedena en esa dirección. El general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, subsecretario de la Defensa Nacional, fue coordinador de la Fiscalía Especial de Atención de Delitos contra la Salud y jefe de la sección 10 de operaciones contra el narcotráfico del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Su designación como general secretario reforzaría la estrategia seguida por los últimos tres gobiernos federales de reemplazar fuerzas policiales débiles o corruptas con militares y mantener la acción militar contra la delincuencia organizada.

El reto de nombrar a un general con esta experiencia es el de remontar el desprestigio institucional ocasionado por los abusos y la violación a los derechos humanos en los que algunas tropas, oficiales y jefes han sido involucrados. Adicionalmente, la Sedena vería seis años más de involucramiento en un curso de acción que no ha arrojado ningún resultado de importancia y que ha sido considerado como una derrota.

Estrategia contrainsurgente

Una modalidad de escenario anterior consistiría en consolidar a la Sedena como un cuerpo contrinsurgente, dada la estrategia del crimen organizado que se acerca más a la de los grupos insurgentes que a la de grupos criminales tradicionales. Las bandas de narcotraficantes están no sólo retando la fuerza represiva del gobierno, sino además su capacidad para controlar territorios. Los narcotraficantes están controlando territorios a través de retenes, bloqueos, cobro de impuestos, extorsión y el terror. En este contexto, la Sedena seguiría privilegiando a sus fuerzas de tierra y mantendría el plan de formar unidades pequeñas pero altamente móviles que pudieran controlar a una delincuencia que se mueve rápido con mejores capacidades de comunicación y de transporte.

En este escenario, el próximo presidente podría designar como secretario de la Defensa al general Luis Arturo Oliver Zen, actual jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional. El general Oliver fue comandante de uno de los Agrupamientos de la Fuerza de Tarea Arcoiris, el destacamento militar encargado de neutralizar la movilización armada del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional y destruir la logística y reclutamiento del zapatismo armado con las bases sociales en Chiapas. Encargado del cumplimiento de todos los planes militares, el general Oliver Zen ha llevado a la conformación de grupos ligeros, rápidos, altamente móviles, que han atacado a las organizaciones criminales, tratando de descabezar sus liderazgos y destruir sus medios de transporte y comunicación.

La política militar elegida en este sexenio ha llevado como resultado un incremento notable en la cantidad de presuntos criminales detenidos y vehículos confiscados, aunque por otra parte ha disminuido el número de sembradíos de drogas destruidos. En esta posibilidad también podría ser designado Augusto Moisés García Ochoa, director general de Administración, y exsecretario particular del general exsecretario Ricardo Clemente Vega, y Mario Marco Arturo González Barreda, actual inspector y contralor general, ambos con experiencia amplia en la logística militar.

Aumento de la diplomacia militar

El fracaso de la política antidrogas en este sexenio puede llevar al próximo gobierno, y por consiguiente a la Sedena, a ampliar la cooperación internacional y vincularse con experiencias que intentan equilibrar el uso de los recursos financieros, sociales, políticos y militares para reducir el consumo de drogas y debilitar a los grupos criminales.

El próximo presidente podría entonces elegir entre los generales con más experiencias en foros y organismos internacionales, entre los que destaca el general Salvador Cienfuegos Zepeda, actual oficial mayor de la Sedena, y uno de los militares doctrinarios del Ejercito con más experiencia en la diplomacia militar. El general Cienfuegos fue agregado militar en Japón y Corea del Sur y ha participado en reuniones hemisféricas de ministros de la defensa en Estados Unidos y Chile. Cienfuegos ha sido además inspector y contralor general del Ejército y la Fuerza Aérea así como comandante de cuatro regiones militares donde existe un tráfico intenso de drogas.

Fuente
Contralínea (México)