Moscú, Rusia. El año 2012 fue para los nexos de Estados Unidos y Rusia un cambio en el plano político y militar, sobre todo, tras la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Chicago, donde se anunció la creación de una nueva triada militar.

Si en los tiempos del presidente ruso Dmitri Medvedev se habló de un reinicio en las relaciones bilaterales y se llegó a firmar el Tratado de Limitación y Reducción de Armas Estratégicas en abril de 2010, los nuevos tiempos presagian una nueva espiral de confrontación.

De hecho, se podría decir que desde la llegada al poder de Vladimir Putin en 2000, que coincidió con la entrada del republicano George W Bush a la Casa Blanca, la luna de miel con Estados Unidos que siguió al derrumbe de la Unión Soviética se acabó definitivamente.

Ahora, con la salida de Medvedev y el regreso de Putin, más bien, todo vuelve a su lugar y la creación de la nueva triada de la OTAN es un elemento de amenaza para la seguridad nacional, seria y actual de Rusia.

La triada la forman ahora las armas nucleares, tanto tácticas como estratégicas, las convencionales y los sistemas de defensa antimisil, en especial, para interceptar misiles balísticos intercontinentales. Rusia es uno de los pocos en el orbe que cuenta con esos armamentos.

En efecto, una primera etapa del referido sistema sería el llamado Potencial Inicial Antimisil Europeo, cuyo desarrollo concluirá en este mismo año, señalan expertos rusos en esta capital.

Tal esquema contará con un arsenal que combina instalaciones de radiolocalización y pronto aviso, baterías antimisiles con basificación terrestre y marítima, así como todo el arsenal combinado de armas estratégicas estadunidenses, británicas y francesas.

A ello se unirán las armas nucleares tácticas, tanto en el territorio estadunidense como las desplegadas en Holanda, Bélgica, Alemania, Italia y Turquía, incluidas las bombas de caída libre del tipo B-16-12, de alta precisión y con una potencia de 50 kilotones.

Esos proyectiles pueden ser transportados tanto por la aviación táctica como por la estratégica.

Aviones de combate de los cinco estados mencionados realizan maniobras con maquetas de B-16, a las cuales se unen naves de guerra de otros Estados de la OTAN.

Estados Unidos se dispone a producir entre 430 y 900 bombas del referido tipo en los próximos años, destaca la prensa rusa.

De esa forma, los peligros para Moscú aumentan en tiempo real y ya pasó la etapa en que se podía hablar de un riesgo futuro, pues para el despliegue de la citada triada existen todas las condiciones y apenas es necesario crear elementos nuevos.

Más bien se trata de formar mecanismos de coordinación y seguimiento, adoptados a los nuevos objetivos mucho más globales de control y neutralización de Washington y la OTAN.

De esa forma, se crea la Estructura de Información y Mando de Defensa Antimisil en Europa para coordinar las acciones de los estados mayores de Estados Unidos y la alianza atlántica bajo el nuevo concepto de la triada.

A ello se une la formación de un comando único con el referido fin, que tendrá su sede en la ciudad belga de Mons.

Pero los componentes del nuevo trío global son bien palpables y después de concluida la primera etapa se cuentan con los siguientes elementos que son una preocupación visible para Moscú.

Así, a partir de marzo de 2011, el Pentágono puso en vigilancia constante de las costas europeas a un grupo naval, integrado por el crucero Ticonderoga (CG-7) y el destructor Arleigh Burke (DDG-51).

Los buques están dotados de los sistemas de dirección e información Edges y de los cohetes interceptores SM-2 y SM-3.

Pero los mencionados misiles, los cuales ya cuentan con una versión de un alcance de entre 300 y 500 kilómetros, en un futuro cercano se modificarán para destruir cohetes balísticos intercontinentales en pleno vuelo, algo que amenaza al potencial estratégico ruso.

Además, el SM-2 y el SM-3 cuentan con una modificación de basificación terrestre. Para 2012, sólo en Europa, serán desplegados 111 misiles SM-3; para 2015, serán 234; en 2017, llegarán a 356, y antes de 2020 sumarán 515.

En tales circunstancias, la efectividad de las armas nucleares de Rusia podría quedar muy afectada, pues los referidos interceptores estarían situados en un área geográfica desde donde podrían eliminar las armas estratégicas en su primera etapa de vuelo.

De esa forma, se constata que quedaron desplegados 30 interceptores de basificación terrestre GBI (Ground Based Interceptors) en Alaska y California.

Asimismo, fueron activados 159 misiles de basificación marítima, incluidos 72 SM-2 y 87 SM-3, así como 18 interceptores del tipo THAAD (Terminal Hyde Altitude Area Defense Systems), destinados a la destrucción específica de misiles balísticos intercontinentales.

El despliegue también incluye la instalación de 903 complejos antiaéreos Patriot, con cohetes de la más reciente modificación PAC-3, y 23 buques de combate con sistemas Edges, aunque al finalizar este año serán 29, y 84 para 2041.

La mayoría de los referidos buques pastarán por los mares Negro, Mediterráneo, Báltico, Barents y del Japón, nada alejados de las costas rusas.

Por otro lado, la OTAN crea su propio programa antimisil, el Sistema Activo Escalonado de Defensa Antimisil, el cual incluye al menos tres radares de localización lejana y pronto aviso en Reino Unido, Dinamarca y Noruega, así como otros tres en Estados Unidos.

A ello se suman seis estaciones de radiolocalización del tipo AN/TPY-2, incluidas dos específicas para el funcionamiento de los THAAD, situadas en el Golfo Pérsico, así como otra en la localidad de Tula, en Groenlandia (bajo administración danesa).

Con el mencionado despliegue de estaciones de radiolocalización, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN pueden ejercer el seguimiento de objetivos aéreos y realizar otras tareas de vigilancias de todo el territorio de la Federación Rusa, señalan expertos militares.

Para mayor preocupación de Rusia, la OTAN realiza maniobras en los cielos de la región de Lituana, Letonia y Estonia, conocidas como Patrullaje Aéreo del Báltico, en las cuales participaron aviones cazas de 14 países de la OTAN, de marzo de 2004 a julio de este año.

Los tríos parecen convertirse en amenaza real y palpable para Rusia, que ya la obligan a poner en práctica medidas bélicas extra oceánicas y a reforzar su puño nuclear. La incógnita es: ¿Hasta donde podrá ser eso posible?

Fuente
Contralínea (México)