Hillary Clinton ya no quiere oír hablar del Consejo Nacional Sirio, una estructura fabricada por sus patrocinadores: Francia y Qatar.

Por qué Hillary Clinton disuelve el Consejo Nacional Sirio

La administración Obama ha decidido disolver el Consejo Nacional Sirio (CNS) y reestructurar la oposición en función de las condiciones y normas impuestas desde Washington para la selección de las fuerzas y personalidades que deben formar parte de esa oposición. Esta decisión es la prueba flagrante de que dicha oposición no es en realidad otra cosa que un instrumento de Estados Unidos y de que su papel no es otro que el de ejecutor del complot de la alianza imperialista dirigida por Washington, de la que forman parte la OTAN y varios Estados de la región vinculados a Occidente.

La decisión anunciada por la secretaria de Estado Hillary Clinton pone por lo tanto de relieve ciertos aspectos de los vínculos existente entre la llamada oposición siria del exterior y ciertos partidos y figuras del interior. Demuestra que no se trata de personalidades ni de fuerzas patrióticas ni independientes capaces, como ellos dicen, de poner los intereses de Siria por encima de todo. Su principal preocupación es, en realidad, satisfacer a Estados Unidos y a los países árabes y regionales que les proporcionan dinero y respaldo y, como pago, tienen que poner en ejecución el plan concebido para Siria, plan que sirve –claro está– los intereses americano-sionistas. Las sucursales de la oposición y sus centros armados no son más que herramientas para la ejecución de un complot concebido en el exterior, exactamente como ha venido denunciando la dirección siria desde el primer día de la crisis.

El Estado sirio está enfrascado por lo tanto en una resistencia enteramente legítima ante una agresión que tiene como objetivo la destrucción del país, el desmantelamiento de sus instituciones y el desmembramiento de su territorio.

Para justificar su decisión de reestructurar la oposición siria, la señora Clinton invocó la necesidad de enfrentar las derivas extremistas que van en un aumento en el terreno. Con ello se refiere a los grupos takfiristas y a otros movimientos vinculados a al-Qaeda.

Lo que no dice la jefe de la diplomacia estadounidense es que todos esos grupos fueron creados y prosperaron bajo la supervisión directa de Estados Unidos o de sus cercanos aliados, tanto turcos como árabes del Golfo, quienes les proporcionaron armas, dinero, apoyo logístico y entrenamiento. Si esos grupos hubiesen tenido éxito en la misión que habían recibido –la destrucción del Estado sirio– Washington no tendría que «reestructurarlos». Pero como están empantanados desde hace meses y sus prácticas salvajes y bárbaras comienzan a hacerse evidentes a los ojos del mundo entero, la Hillary Clinton no quiere oír hablar más del Consejo Nacional Sirio, estructura fabricada por sus patrocinadores Francia y Qatar. se ha visto obligada a hacer esas «confesiones».

Al mismo tiempo, una «nueva estructura» debería servirle a Hillary Clinton para negociar una estrategia de salida de la crisis con el propio Estado sirio, bajo la dirección de Bachar al-Assad y bajo la egida de Rusia y China. Estados Unidos espera de hecho que la nueva fachada represente los intereses estadounidenses en las elecciones presidenciales sirias previstas para 2014.

Justo después de que la señora Clinton diera a conocer el acta de defunción del CNS salieron a flote todas las divergencias entre los opositores sirios mostrando hasta qué punto llegan la ligereza, la irresponsabilidad y la falta de visión de quienes pretendían dirigir una nueva Siria y hasta qué grado están siendo manipulados desde el exterior. Tras ellos se encuentran sus múltiples mentores regionales, que tratan de conservar algo de influencia dentro de la «nueva estructura» inventada y filtrada por Washington, que sólo les dejará algunas migajas.

Mercenarios carentes de todo sentimiento patriótico, ese es el verdadero rostro de la llamada oposición siria.

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