No sólo el bellaco Alvaro 1% protagonizó el insólito caso de publicar suscribiendo tesis contrarias a las del Perú en La Tercera de Chile, vocero de las Fuerzas Armadas de ese país, sino que suele aparecer en sus páginas con periodicidad casi oficial la pluma de María Teresa Infante, ideóloga y doctrinaria del antiperuanismo más cerval desde cinco décadas atrás y que fuera coagente de van Klaveren en La Haya. Difícil tragarse el sapo que ambas situaciones prefiguran divorcio, más bien todo lo contrario.
Reza la Constitución de manera clara:
Artículo 38°.- Todos los peruanos tienen el deber de honrar al Perú y de proteger los intereses nacionales, así como de respetar, cumplir y defender la Constitución y el ordenamiento jurídico de la Nación.
¿Por causa de qué se cree exceptuado de esta obligatoriedad Alvaro 1%? No hay fundamento, ni libertad posible que cubra cualquier clase de traición. Quien viole el precepto, es un proditor a secas.
¿No saben esto los medios de comunicación que lejos de evitar la toma de temperatura de los ánimos en el país, vía un vector mediocre y exitoso en absolutamente nada, entrevistan al susodicho para que proclame toda su fe en otros? Sí lo saben, pero la publicidad de las empresas del sur es un "argumento" potente contra sus ingresos.
A nadie es desconocida la tesis chilena expuesta por su agente van Klaveren en días pasados y que afirma que se producirían graves consecuencias si la CIJ basa su veredicto tomando como referencia el Punto Concordia tal como se estableció en el Tratado de Lima del 3 de junio de 1929 entre Perú y Chile. Quien no desee escuchar o tenga los oídos comprados y a buen precio, que asuma su lugar venal pero que no pretenda dorarnos la píldora.
Por tanto es claro que el ardid, con el bellaco de agente voluntario o intonso -hay vanidades que llegan hasta la estulticia más honesta- ha procurado primeras planas, entrevistas, expresiones, en buena cuenta una toma de temperatura. Sospecho que las condenas que esperaron desde los más altos puestos, no llegaron, apenas reconvenciones y recomendaciones y no un categórico deslinde que llamara traidor a quien traiciona al Perú que no otra cosa es lo que ha hecho el hijo del escritor ilustre.
De su atrabiliaria carta abierta, con argumentos ajenos -desconoce los nuestros y recién se enteró del tema en La Haya con el contencioso- Alvaro 1% infiere que Perú, sean cuales fueren los resultados, debe suministrar energía o hacer negocios con Chile. Velis nolis, sí o sí, a cualquier precio. Un espía foráneo no actuaría con un servilismo tan ramplón. Decir que eso se hizo para evitar el "triunfalismo" suena a que aquél cree que todos son estúpidos como él y que no tomamos debida nota de hacia dónde orienta sus intereses fenicios.
Tiempo atrás, 2008, en Periodismo y geopolítica http://perusupropiarespuesta.com/periodismo-y-geopolitica/ afirmamos lo siguiente:
"La ignorancia, la desidia, el temor a lo poco conocido y de descubrir que la historia contada por historiadores plásticos, palafreneros de linajes y apellidos; escondedores de traiciones aleves y complicidades atroces, marca el espíritu periodístico nacional. No estamos frente al periodista de la resistencia Andrés Aramburú y su terca, porfiada, indomeñable lucha contra la pezuña invasora sino en tiempos en que la globalización y sus esbirros han conseguido “vender” la idea que el patriotismo, el apego al terruño y al patrimonio, son “cosa del pasado” y que ahora mejor es vender, vender, vender porque eso nos coloca a la vanguardia de las naciones. Obvio que la premisa indudable apunta a que éstos son los que custodian las operaciones, empujan las transacciones y forman parte de los miserables que roban bajo forma legal de los dividendos. El pueblo es tan solo pretexto simpático de discursos y convidado de piedra eterno que todo lo paga y que nada puede reclamar porque hasta ese derecho le ha sido conculcado con los TLCs que prevén tribunales especiales por encima de la ley nacional.
¿Cómo explicarse tanta estupidez institucional? ¿hay alguna manera de agarrar al toro por las astas y vencer esta pusilanimidad antaña que se instala definitivamente luego de la derrota aciaga y vergonzosa de 1879-1883? El camino del odio es el derrotero de los bárbaros Atilas que enuncia el inmortal Vallejo. Basta con tener dignidad, estudiar la historia y aprender de sus lecciones para no repetir los yerros monumentales que signan y oscurecen el devenir peruano casi desde que nació y necesitamos que, especialmente los genuinos periodistas, aprehendan que si el porvenir nos debe victorias, éstas no llegarán solas o caerán de los árboles: ¡hay que conquistarlas con el sacrificio y el amor a las causas de justicia!".
Los textos guardan valiente vigencia y se erigen límpidos y sólidos contra quienes incurren en traiciones aleves e imperdonables y en franca condena, también, con quienes consienten estas bellaquerías.
¿Qué pensará el brillante narrador Mario Vargas Llosa (99%) de las inconductas públicas de su vástago?
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