Fotos: José Luis Santillán

San Martín Peras, Oaxaca. “Éste es un pueblo de pobres”, sentencia Francisco Rodríguez, un hombre indígena de la mixteca oaxaqueña. Mira desilusionado el paisaje de su comunidad: caminos lodosos, empedrados; casas de adobe, madera y láminas. La misma situación reflejan los datos duros de los informes oficiales, que colocan al municipio de San Martín Peras entre los de mayor índice de rezago y marginación en el país.

Mujeres van y vienen de un punto a otro acompañadas por niños. Van a darle de comer a los cerdos. Se esconden entre arbustos, vuelven a asomarse, ríen y se cubren el rostro. Famélicas, visten falda y un ligero suéter que las cubre del frío de la tarde y de una pertinaz lluvia. La neblina es baja y cubre la zona; se mezcla con el humo que sale de las chozas de adobe, donde se resguardan los indígenas na’saavi que ahí viven. Parece un pueblo fantasma.

Aquí no hay nada: ni trabajo ni agua potable ni atención médica ni escuela; luce como un pueblo abandonado. La mayoría de los hombres de este municipio se encuentran lejos. Sus mujeres e hijos sobreviven de los recursos que les llegan de otros estados del país o de Estados Unidos. Es un pueblo migrante, sin esperanza.

De 1 mil 251 municipios que integraron la Declaratoria de las Zonas de Atención Prioritaria en 2011 –decreto promulgado el 7 de diciembre de 2010, San Martín Peras ocupó el sitio 18 en marginación municipal y el 17 en rezago social.

El catálogo de las Zonas de Atención Prioritaria, de la Secretaría de Desarrollo Social, indica que el 95.74 por ciento de la población de este municipio vive en situación de pobreza; 73.55 por ciento, en pobreza extrema, y el 22.18 por ciento, en pobreza moderada. Las cifras también muestran que el 59.49 por ciento viven en pobreza alimentaria; el 65.93 por ciento, en pobreza de capacidades, y el 80.32 por ciento, en pobreza patrimonial.

Infografía:

Fuente
Contralínea (México)

Este trabajo se compone de 3 partes:

Parte 1: San Martín Peras, migrar para subsistir
Parte 2: Analfabetismo en San Martín Peras, 50 por ciento
Parte 3: San Martín Peras, abandono y abuso