Según el diario israelí Haaretz [1], el gobierno de Netanyahu envió más de 1 000 inmigrantes del norte de Sudán de regreso a ese país africano, donde –en virtud de las leyes en vigor– se exponen a ser enviados a la cárcel por haber estado en territorio de la potencia enemiga israelí.

El 23 de octubre de 2012, aviones israelíes bombardearon una fábrica de armas en el norte de Sudán sin que el ataque provocara la menor reacción de parte del Consejo de Seguridad de la ONU.

Los inmigrantes clandestinos sudaneses fueron además engañados. Luego de ser detenidos en Israel por inmigración ilegal, creían que estaban siendo expulsados hacia un tercer país cuando en realidad ese tercer país no era más que una escala en su expulsión hacia su propio país.

En virtud de los acuerdos internacionales, Israel tenía que haber notificado la realización del traslado al Alto Comisariado de la ONU para los Refugiados, que a su vez debía verificar el libre consentimiento de las deportados.

[1«Israel secretly repatriated 1,000 to Sudan, without informing UN», por Talila Nesher, Haaretz, 26 de febrero de 2013.