Como estará de alicaído el debate político nacional que alguien se felicitó que la nueva canciller que reemplaza a Rafael Roncaglioso fuera mujer, Eda Rivas. ¡Como si los grandes temas de política exterior, las finas líneas que tiene que articular el Estado peruano tuvieran que ver con si es mujer u hombre el titular de Relaciones Exteriores! Esta clase de expresiones adefesieras traslucen la pobreza intelectual que otros quieren llamar "capacidad".

El Estado peruano a través de sus gobiernos tiene que tocar una finísima partitura en el concierto mundial geopolítico. ¡De eso se trata! Reducir el cargo de canciller a que sea su protagonista hombre o mujer, constituye una aberración abominable, irrepetible, profundamente palurda.

Se dice, con razón no poca, que el tema de La Haya y el contencioso a que Perú ha llevado a Chile, no es el único acápite nacional. Es cierto, pero también lo es que representa un hito que superar en nuestra difícil vecindad con Chile, como la llamaba el patriota Alfonso Benavides Correa.

Es hora que en Perú empecemos a pensar en serio y prescindiendo de quienes han creído que la episódica estancia en Palacio les otorga un cheque en blanco para pronunciar dislates de cualquier especie. Se puede hacer eso ¡pero NO con el dinero que paga el pueblo para que sus gobiernos sean constructores de un Perú libre, justo y culto.

Cancillería: ¿cuestión de género? ¡Pamplinas!
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