El alcalde Américo Monteza Villegas, abogado, a quien no conozco, optó por dejar su carrera profesional, de lucha por el derecho y la justicia frente a una controversia, quizás porque erró al escogerla o no le era rentable, pues prefiere manejar los cuantiosos dineros del distrito de Catache, Santa Cruz, Cajamarca.

Con óptica parecida ha asumido ser presidente del “Comité pro fiesta patronal Dr. San Agustín, 2013”, en la cual se tiene a la vista una corrida de toros, relucientes toreros, con sangre y muerte final del astado, costosos bailes con renombradas orquestas y venta de licor a los que asistan, actividades más que lúdicas éstas que escapan a la competencia normal de un alcalde, elegido para otros fines, sublimes por cierto, por lo que expreso mi humana discrepancia, pidiéndole, con respeto a la autoridad que representa, que escanee y someta al escrutinio de los demás los documentos que muestren los gastos ya incurridos, pero que lo haga antes del acto revocatorio del 7 de julio próximo, día en que se ventila su permanencia o no en el cargo. Ya escribí al respecto lo que sigue: ¡Baile, licor y sangre de toros en mi Catache!

Me asusto que un pueblo pobre como Catache, distrito cajamarquino donde nací, me crié y me eduqué en mi niñez, caminé descalzo, perdí a mi padre a los 5 años y me iba a pie al colegio secundario, desde Catache a Santa Cruz (30 km de distancia), gaste 36,000 nuevos soles por bailar, pagando 7,200 por cada hora. ¿Cuántas piezas se bailan en 60 minutos?

Me asusto aún más, me estremezco, que a esa monstruosa suma, se le añada varias decenas de miles más por mirar cómo toreros con daga matan a los toros (de unos 5,000 dólares, o 13,000 nuevos soles, cada uno) en presencia placentera y bulliciosa de una buena parte del pueblo. Baile y licor de noche, y al día siguiente sangre que fluye calientita de los toros que braman su infortunio, sin poder rechistar ni oponerse.

No puedo aplaudir eso, menos contribuir económicamente para lo que repruebo. ¿Y el alcalde, que afronta la revocatoria del 7 de julio que viene, que no informa de los gastos en el municipio, fue elegido para liderar y financiar tan sangriento espectáculo? ¿Hasta cuándo el alma humana debe seguir anidando resabios indignos de la civilización?

Alguien dice: “tradiciones son tradiciones”; pero se trata de fiestas tradicionales, le contesto, con masacre inmisericorde de toros, en lucha desigual.

Tradiciones caras, injustas, inhumanas porque se tiñen de sangre y reprobables, que heredamos sin quererlo de gente que nos invadió y conquistó, los españoles, quienes en el palenque europeo están a la cola. Usos y costumbres que no fueron auténticamente peruanos, ni incas, ni preíncas los tuvieron al modo español, y que siendo injustas, ilógicas e inhumanas debemos desechar. Tradiciones costosas que se pagan por adelantado con plata grande, son incompatibles con la pobreza que nos sigue enmoheciendo y deben desaparecer, ojalá de un plumazo, aunque imposible por un decreto de la alcaldía que hoy financia y promueve.

¿Acaso el antiguo pueblo peruano deliberó, analizó y evaluó para aceptar como suya esta llamada tradición española? Su imposición en un pueblo conquistado -del peor modo- no fue un acto democrático, de libre elección de los usos de esa tradición, su entronización en la psiquis del peruano fue subliminal, inconsciente, disimulada y reñida, por ende, con la dignidad humana.

Así como yo, siendo catachino, de nacimiento y formación, ya no formo parte de tamaña tradición, confío que mañana más tarde otros paisanos se vayan sustrayendo de esta lacerante realidad, una vil atadura que puede ser culpable de nuestro atraso e incultura.

¡Nadie debe molestarse siendo partícipe de esta polémica, pues es consubstancial al ser humano la natural discrepancia, en ejercicio del derecho constitucional a ser diferente!
Que el alcalde Monteza Villegas comience escaneando la factura del vehículo comprado. Corren rumores que se ha pagado un ojo de la cara, un sobreprecio descomunal. El auténtico documento que muestre, incluso en las cuentas electrónicas ANÓNIMAS que abundan y crecen por ensalmo (“indignados catache”, “udimeño neto”, “catachino de corazón”), servirá para no alimentar sospechas que en Catache son un reguero de pólvora, gestan y favorecen la divergencia, a veces, con inclemencia y desmesura, aún contra mí, gratuitamente.

¡Que el acto revocatorio o no del 7 de julio próximo sea un voto informado, documentado, con las pruebas instrumentales que están en poder del alcalde y no por las calles. Sólo él archiva la factura de compra venta de un vehículo para el municipio!

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