15-7-2013

Algunos de quienes conocimos más o menos de cerca a Víctor Raúl Haya de la Torre y lo tratamos cotidianamente durante los 7 u 8 últimos años de su vida -que culminó un 2 de agosto de 1979, siendo presidente de la Asamblea Constituyente del Perú y percibiendo 1 (un) sol, por su propia decisión, como sueldo mensual- pudimos tener una idea cabal, fruto de varios años de observación serena y desapasionada, de la personalidad del fundador del aprismo histórico y del APRA continental.

Haya de la Torre era, sobre todo, un hombre honrado y digno. Más allá de su aporte histórico a la justicia social en el Perú y América Latina, más allá de las ideas políticas -controversiales por naturaleza-, o de los errores cometidos en los avatares de una intensa lucha política que duró décadas, Víctor Raúl nos transmitía a los dirigentes universitarios de los años 70, un mensaje y una admonición contundente que no dejaba dudas: ser indoblegables frente a las tentaciones del poder y de la riqueza. Teníamos que aprender a confrontar esa realidad en la lucha política y si no lo hacíamos, pues caeríamos en la indignidad y la ignominia. A muchos nos quedó claro…obviamente, no a todos.

Recordamos lo anterior, a propósito de la procacidad injuriante lanzada contra Víctor Raúl por el individuo Alan García en un video hecho público hace unos días, previo a una entrevista complaciente que le hicieron en febrero en el canal 2 del señor Baruch Ivcher, que recibió del gobierno de García, en un acto lesivo al país, varias decenas de millones de soles adicionales a los 20 millones de soles y 70,000 dólares que ya había recibido del gobierno de Alejandro Toledo.

Algunos han salido a decir que fue algo “coloquial”, que además - dándose cuenta del insulto proferido -, en la misma frase dijo que Haya había sido “visionario” y que “por eso lo sigo”. Cabe la pregunta entonces: y si ello es así, ¿por qué decirle “cojudo” si es visionario y lo sigo?. Es que hay una motivación real de fondo en AGP para ello.

Hay algo que parece incongruente e ilógico en ese “razonamiento”. Y parece así porque lo es. Y es que entre grupos de apristas que estuvimos cercanos a Víctor Raúl, sabemos que no es la primera vez que el señor García se refiere al maestro Haya con ese término ofensivo. La verdad es que el sujeto en mención se ha esforzado en transmitir que Víctor Raúl fue un tonto, un ingenuo o algo peor (como en el lapsus frente al señor Ortiz), porque vivió y murió en austeridad evidente, deliberadamente lejos de la abundancia material.

Víctor Raúl pudo ser millonario antes de los 40 años de edad. Pudo haber transado y haberse entregado al poder oligárquico latifundista de los años 30 y 40 o al poder financiero y económico de los 50, o al poder corporativo transnacional y hacer que la plata “comenzara a llegarle sola”. Hubiera sido muy fácil para él. Pero no lo hizo, porque Víctor Raúl era auténtico. En su sencillez que lo engrandecía, Haya fue un verdadero líder del pueblo. Y por eso los jóvenes de entonces, hombres maduros de hoy, lo recordamos con afecto real y honramos su memoria, como la de quienes, como él, optaron libremente, dignísima y valientemente, por el camino de la revolución democrática, de la justicia social con libertad y de los derechos humanos en el Perú.

Esa es pues la razón por la cual Alan García se siente, y se seguirá sintiendo hasta el fin de sus días, inmensamente inferior a Víctor Raúl Haya de la Torre. Y por eso, lo insulta velada o encubiertamente, y por eso pretende ofender su memoria. Ese es el contexto en que debe entenderse su “lapsus” ante Ortiz y otros empleados del canal 2.

Infectada el alma

Sin embargo, esta actitud de García no es el único problema. Lo evidente es que los dirigentes de su entorno, subordinados a él, que son sus cómplices políticos, incluyendo ex embajadores y ex ministros de su gobierno (algunos de los cuales están involucrados en gravísimas denuncias de corrupción en perjuicio del Estado y la sociedad: narcoindultos, concesiones fraudulentas a mineras depredadoras, entreguismo traidor de nuestros puertos, sobrevaluación delictiva de obras públicas y compras oficiales) tienen, como García, infectada el alma.

Aquí no hablamos sólo de la ultraderechizacion traidora del PAP, que lo ha convertido en enemigo de los pueblos del Perú y en la traición al Perú con uno de los presidentes más vergonzosamente prochilenos que hemos tenido. De lo que aquí se trata es de un estado mental que implica un alma enferma y torcida que es la causa determinante de la extinción de ese PAP secuestrado por una cúpula que encabeza García, y que, hasta hoy cuenta con el silencio ingenuo o cómplice de algunos dirigentes de Lima y provincias que en la inercia esperan que las cosas se solucionen solas.

La inmensa mayoría de familias enteras apristas ya no están en el PAP. Pero lo cierto es que quedan algunos buenos apristas en esos padrones y si no se produce por estos tiempos un rechazo contundente a Alan García y su dirigencia como representantes de ese PAP hundido en la miseria moral, terminarán todos ellos manchados indeleblemente por la misma ignominia. Una vez más se produce una injuria contra Víctor Raúl y permanecer en silencio es absolutamente inaceptable.

Por su parte, el Partido del Pueblo, fundado en octubre 2012 seguirá en su línea y hará lo que tiene que hacer ante los pueblos del Perú.

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Víctor Raúl: honrado y digno
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