1. septiembre, 2013 Edgar González Ruiz * Opinión

En contraste, ahora comienza a discutirse abiertamente su despenalización, especialmente en la Ciudad de México.

Si se aprueba, quedará de manifiesto que con la llamada “guerra contra las drogas” la sociedad fue engañada, manipulada por una publicidad tendenciosa tanto gubernamental como de muchos medios de comunicación que satanizaron esa sustancia y escandalizaron a la gente exagerando los riesgos de su consumo.

Los saldos de ese engaño fueron por demás sangrientos y lesivos
para las libertades personales.

Puritanismo anacrónico

La prohibición de la mariguana es fruto de un puritanismo que reprueba la libertad y el placer.

Es arbitraria, pues igualmente se podrían prohibir muchas otras sustancias o medicamentos que, por el contrario, se consideran legales y benéficos.

Es una intromisión de los gobiernos en la vida personal, al grado de que las autoridades asumen el papel de la divinidad bíblica, y se creen con derecho a dictarle a los ciudadanos: “¡De ese fruto no comerás!”, o para el caso: “¡Esa hierba no fumarás!”.

Es del todo contraproducente, igual que la famosa “ley seca” que se instauró en Estados Unidos a principios del siglo XX que prohibía el consumo y comercio de licores, y que produjo no sólo gansterismo y crímenes, sino el encarcelamiento de muchas personas, simplemente por tomar bebidas alcohólicas.

Imaginemos lo que sería hoy en día un país bajo la “ley seca”, donde la policía y el ejército tomaran como prioridad la persecución de las personas que, para relajarse y estar contentas, decidieran tomarse una copa.

No se acabaría el alcoholismo, pero muchas personas serían tratadas como criminales simplemente por tomar una bebida, decisión totalmente personal.

Se formarían mafias encabezadas por policías y militares y gobiernos conservadores tomarían esa “guerra” como una prioridad.
Eso es exactamente lo que ha ocurrido con la prohibición de la mariguana.

En contrapartida, recientemente se despenalizó la mariguana en algunos territorios de Estados Unidos como Colorado, donde incluso se adoptó la sabia medida de crear un mercado legal para esa droga.
En el resto del mundo, a pesar de la persecución, mucha gente ha probado la mariguana y puede dar fe de sus verdaderos efectos, por lo tanto, de lo absurdo de su prohibición.

Los usos de la mariguana

De acuerdo con referencias científicas, esa planta se puede usar en enfermedades como esclerosis múltiple, artritis, paraplejia, glaucoma y epilepsia; estimula el apetito y es efectiva contra náuseas, vómitos, migraña, neuropatías e insomnio, es decir, efectos secundarios de tratamientos antisida, así como de la medicina nuclear y la quimioterapia anticancerosa.

Según Leopoldo Rivera, presidente de la Asociación Mexicana de Estudios sobre Cannabis (Ameca), el uso medicinal de la mariguana ha mejorado la calidad de vida de personas que padecen cáncer o VIH/Sida en todo el mundo (http://www.notiese.org/notiese.php?ctn_id=6373).

En California, Estados Unidos, se han reportado más de 300 mil casos en que la mariguana retrasa el crecimiento de tumores, atenúa síntomas de enfermedades crónicas, previene la enfermedad de Alzheimer, mitiga dolores (pues es relajante muscular y tiene propiedades antiespasmódicas) o ayuda a tratar el síntoma premenstrual (http://www.lamarihuana.com/cannabis-medicinal/marihuana-10-beneficios-medicos-comprobados/).

Hoy en día, en la Ciudad de México se está abriendo el debate sobre la despenalización de la mariguana.

Desde hace unos meses, el diputado perredista Vidal Llerenas se refirió al uso medicinal de la mariguana como uno de los aspectos en que debe revisarse la legislación sobre las drogas.

Más aún, se afirmó que el Partido de la Revolución Democrática capitalino propondrá una iniciativa para la legalización del uso medicinal de la mariguana, así como reducir las penas por su posesión e integrar “espacios seguros de consumo”, como clubes donde se pueda consumir, adquirir, e informarse sobre su uso, e incluso regular el autocultivo (La Jornada, 4 de junio de 2013).

Por su parte, la presidenta de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), Esthela Damián Peralta, ha señalado que con la despenalización de esa droga no se busca “abandonar la lucha contra la delincuencia organizada, sino combatirla con estrategias más eficientes”.

Afirmó que el enfoque internacional que ha prevalecido sobre el combate al uso y tráfico ilegal de estupefacientes y sicotrópicos ha sido el prohibicionismo, la persecución policíaca y la erradicación total de cultivos. “México ha seguido este enfoque el cual se ha acentuado de algunos años a la fecha, sin que el consumo disminuya entre la población, sin que se hayan erradicado los cultivos de manera contundente y sin que haya desaparecido tampoco la delincuencia organizada” (La Jornada on line, 25 de junio de 2013).

El 4 de mayo de 2013, más de 5 mil personas participaron en la XIII Marcha Mundial por la Legalización de la Mariguana en la Plaza de la Solidaridad, en la Ciudad de México. Los asistentes exigieron la regulación de la venta de Cannabis no sólo para reivindicar el derecho personal de consumirla, sino también para reducir la violencia que genera el combate contra dicha sustancia y el poder de los grupos de narcotraficantes (La Jornada, 5 de mayo de 2013).

En el plano recreativo la mariguana tiene grandes virtudes. Puede facilitar la concentración de la mente así como la expresión de los sentimientos, ayudando a que afloren a la conciencia pues es muy relajante.

Además de su efecto tranquilizante, la mariguana también tiene ciertas propiedades alucinógenas.

Produce una alteración en las percepciones: en la percepción el tiempo se alarga mucho, los acontecimientos se prolongan, los sonidos se escuchan más fuertes, los sabores se perciben más finamente, el tacto también se agudiza.

Todos esos efectos, a su vez, le confieren propiedades afrodisíacas, aspecto que escandaliza a las personas conservadoras.

Acerca de esas propiedades, la principal anécdota histórica y literaria se encuentra en los viajes de Marco Polo, donde se narra que había en Oriente Medio una secta que reclutaba y premiaba a sus adeptos haciéndoles consumir hachís (variante de la mariguana), de efecto más fuerte, en compañía de bellísimas mujeres.

Quienes disfrutaban de una noche de amor tan intensa, ya habían conocido el paraíso y eran capaces de todo con tal de volver a vivir esos momentos, por lo que se sometían incondicionalmente a las órdenes de su jefe.

Desde luego, las sensaciones que se experimenten con la mariguana
serán agradables o desagradables dependiendo de aquello en lo que la persona se empeñe en concentrarse, además de que consumida en exceso, de una sola vez, puede producir efectos igualmente o más desagradables que los de una borrachera (el llamado “pasón”).
Luego de consumir mariguana, muchos se sienten también más pacíficos y, en general, más “amorosos”, con mayor disposición al afecto y al placer. “Haz el amor y no la guerra”, rezaba la consigna pacifista que en las décadas de 1960 y 1970 se oponía al a guerra de Vietnam.

*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México

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Fuente: Contralínea 350 / domingo 1 de septiembre 2013