Francois Hollande ha expresado su determinación de implicar a Francia en una intervención militar americana [estadounidense] en Siria, intervención que ahora resulta más que probable e inminente.

Es una decisión precipitada, basada en suposiciones («Todo nos lleva a creer» que fue el régimen quien cometió ese acto, según sus propias palabras) cuando en realidad todavía no se han aclarado debidamente los ataques químicos cometidos en Siria. Hace varias semanas, Carla del Ponte, miembro de la Comisión Investigadora de la ONU sobre Siria, indicaba personalmente que los rebeldes utilizaban ese tipo de armas.

La experiencia del pasado debería incitar [a Hollande] a reflexionar: todos recordamos las manipulaciones de Estados Unidos sobre el tema de las armas de destrucción masiva en Irak, armas que en realidad no existían.

Es una decisión que nuevamente pone a Francia en posición de satélite de Estados Unidos. Es evidente que Francois Hollande ha optado por obedecer las órdenes americanas de intervenir en Siria y por seguir socavando la independencia de nuestro país, como lo hizo Nicolas Sarkozy al optar por intervenir en Libia. Muy lejos estamos del saludable rechazo de Francia, en 2003, a implicarse con los americanos en Irak. Muy lejos estamos de una diplomacia fuerte y autónoma, respetuosa del derecho internacional.

Pero se trata sobre todo de una decisión que tendrá muchas consecuencias dramáticas.

Primero, porque al atacar al régimen sirio se respalda a los rebeldes islamistas. Por cierto, Francois Hollande ya anunció sus intenciones de entregarles más armas. Tampoco en eso parece haber servido de nada la experiencia del pasado. Nicolas Sarkozy cometió ese mismo error en Libia, contribuyendo a poner en el poder a los rebeldes islamistas con las terribles consecuencias que hoy conocemos. La charia, la persecución contra los cristianos de Siria, eso es lo que espera a ese país si Estados Unidos y Francia intervienen. Existe además una enorme contradicción con el objetivo que se perseguía en Mali, que era precisamente impedir que los islamistas tomaran el poder. Así que estamos armando por un lado a los mismos que combatimos por el otro.

Además, al atacar Siria, Estados Unidos y Francia se arriesgan a meter el dedo en un terrible engranaje, ya que toda la región es un verdadero barril de pólvora, mientras que Rusia, al igual que China, se muestran verdaderamente hostiles a toda intervención. Todo hace pensar que esa decisión provocará una escalada de la violencia.

Decididamente, en todos los sectores, Francois Hollande está cometiendo todos los errores.