SECRETARIO KERRY: Bien, señor. Presidente, miembros de la Comisión, señor miembro de mayor rango Corker, muchas, muchísimas gracias por tenernos hoy aquí. Esperamos con interés esta oportunidad de poder compartir con ustedes la visión del presidente Obama no solo respecto a esta acción, sino como el senador Corker ha preguntado adecuadamente, sobre Siria propiamente y el curso a tomar en Oriente Medio. Sr. Presidente, gracias por recibir a Teresa. Este es su primer acto público desde principios de julio, así que estamos todos muy contentos de que este aquí.

Al reunirnos para este debate, no es una exageración decirles, a todos ustedes, mis antiguos colegas, que el mundo está observando no solo para ver lo que decidimos, sino para ver la manera en la que tomamos una decisión – para ver si en un mundo peligroso todavía podemos hacer que nuestro gobierno hable con una sola voz. Quieren saber si Estados Unidos se hará con este momento y marcará una diferencia.

Y la cuestión de si se autorizará a nuestro país a emprender acción militar es, como Ud. ha dicho, Sr. Presidente, y Ud. ha hecho eco, Sr. Miembro de mayor rango, es evidentemente una de las decisiones más importantes, una de las responsabilidades más importantes de esta comisión o de ningún senador en el curso de su carrera. El presidente y su administración aprecian el hecho de que hayan regresado rápidamente a la capital de la nación para hacerse cargo de este asunto y que hayan comenzado adecuadamente el proceso de concentrarse con gran cuidado y gran precisión, la única manera de examinar el posible uso de la potencia militar.

Miembro de mayor rango, senador Corker, estoy consciente de que quiere hablar, como ha dicho, sobre la razón por la que Siria es importante para nuestra seguridad nacional y nuestros intereses estratégicos, más allá de las razones humanitarias que nos obligan. Y espero con interés explicarlas aquí esta tarde junto con el secretario Hagel el general Dempsey.

Pero primero es importante explicarle al pueblo estadounidense porque estamos aquí. Es importante para las personas que no hayan escuchado todos los componentes de las noticias durante el transcurso del fin de semana del Día del Trabajo se unan a nosotros, a todos nosotros, en concentrarnos en lo que está en juego aquí. Es por ello que el presidente de Estados Unidos ha tomado la decisión, como ha hecho, contrario a lo que muchas personas pensaban que haría, de pedirle al Congreso que se una en esta decisión. Somos un país más fuerte cuando lo hacemos así.

Estamos aquí porque el régimen de Asad ha actuado en contra de múltiples advertencias del presidente de Estados Unidos, del Congreso, de nuestros amigos y aliados en el mundo, incluso de Rusia e Irán, y solo e innegablemente el régimen de Asad, desencadenó un escandaloso ataque químico contra sus propios ciudadanos. Estamos aquí porque un dictador y su empresa familiar personal, en su lujuria por mantener el poder, están dispuestos a infectar el aire de Damasco con un veneno que ha matado a madres y padres inocentes y a cientos de sus niños, sus vidas extinguidas por un gas en la mañana del 21 de agosto.

Ahora, algunas personas aquí y allá, sorprendentemente, han puesto en tela de juicio las evidencias de este asalto a la conciencia. Repito hoy aquí y ahora que solamente el deseo más intenso de evitar la realidad puede asegurar que esto no haya ocurrido como se ha descrito o que este régimen no lo hizo. Ha ocurrido, y el régimen de al Asad lo ha hecho.

Ahora, recuerdo Iraq. El secretario Hagel recuerda Iraq. El general Dempsey en particular recuerda Iraq. Pero el secretario Hagel y yo, y muchos de ustedes sentados en la banca recuerdan Iraq de una manera especial porque estábamos ahí para aquella votación. Votamos. Y por ello Chuck y yo, tenemos especial cuidado de nunca pedirle a ningún miembro del Congreso que vote si la inteligencia proporcionada es defectuosa. Y esta es la razón por la que nuestra comunidad de inteligencia ha examinado una y otra vez las evidencias. Hemos desclasificado cantidades de información sin precedentes. Hemos pedido al pueblo estadounidense y al resto del mundo que juzguen esta información.

Les podemos decir sin duda alguna que nuestras evidencias prueban que el régimen de Asad preparó este ataque, despachó instrucciones para preparar este ataque, advirtió a sus propias fuerzas que utilizaran máscaras de gas. Tenemos pruebas físicas de cuál fue el lugar desde el que se lanzaron los cohetes y cuando fue. Ningún cohete cayó en territorio controlado por el régimen. Ninguno. Todos cayeron en territorios controlados por la oposición o en territorios disputados. Tenemos un mapa, evidencia física, que muestra todos los puntos geográficos en los que hubo impacto, y esto es concreto.

En minutos tras el ataque, creo que en 90, para ser precisos, quizá un poco menos, los medios sociales explotaron con imágenes horrorosas de los daños que se habían causado, hombres y mujeres, ancianos y niños, desperdigados por el suelo de un hospital sin lesiones ni sangre, pero todos muertos. Todas estas escenas de caos y desesperación humanas no fueron creadas. Eran verdaderas. Nadie puede crear una escena como esa.

Estamos seguros que nadie en la oposición tiene las armas o la capacidad para efectuar un ataque de esta escala, particularmente desde el centro del territorio del régimen. Tan solo piénsenlo en términos lógicos, con sentido común. Con alto nivel de confianza, nuestra comunidad de inteligencia nos dice que tras el ataque el régimen despachó órdenes de parar y después se desesperaron abiertamente, eso lo sabemos, sobre la posibilidad de que los inspectores de la ONU descubrieran evidencias. Por lo que empezaron a intentar destruirlas sistemáticamente. Contrario a mi conversación con su ministro de Asuntos Exteriores, que dijo que no tenían nada que ocultar, le dije entonces que si no tenían nada que ocultar que permitieran a los inspectores el ingreso hoy y sin restricciones. No fue así. No lo hicieron. Les tomó cuatro días de bombardeos hasta que finalmente les permitieron entrar con una estructura predeterminada y restringida. Y sabemos ahora que las muestras de cabello y sangre que tomaron de los que prestan servicios inmediatos en el este de Damasco han dado positivo con residuos de gas sarín.

Por tanto, colegas, sabemos lo que ocurrió. Para todos los abogados, todos los antiguos fiscales, todos los que han sido parte de un jurado, les puedo decir que sabemos estas cosas sin duda razonable alguna lo cual es la norma por la que nos regimos para enviar a la gente a la cárcel para el resto de sus vidas.

Por tanto estamos aquí por lo que ocurrió hace dos semanas, pero también estamos aquí por lo que ocurrió hace casi un siglo, en el momento más oscuro de la Primera Guerra Mundial y tras los horrores de la guerra con gases, cuando la gran mayoría del mundo se unió para declarar inequívocamente que las armas químicas cruzaban una línea de conciencia y que debería prohibirse su uso para siempre. En los años que siguieron, más de 180 países – incluyendo Irán, Iraq, y Rusia – acordaron y se unieron en la Convención sobre las Armas Químicas. Incluso países con los que estamos de acuerdo en muy pocas cosas aceptan esta convicción.

Ahora bien, algunos han intentado sugerir que el debate que hoy tenemos es sobre la línea roja del presidente Obama. No puedo más que declarar y hacerlo de la manera más firme que esto es simple y llanamente erróneo. Este debate es sobre la línea roja del mundo, sobre la línea roja de la humanidad, y una línea roja que cualquiera que tenga conciencia debe marcar.

Este debate también es sobre la línea roja del propio Congreso. Ustedes, el Congreso de Estados Unidos, aceptaron la Convención sobre las Armas Químicas. Ustedes, el Congreso de Estados Unidos aprobaron la Ley de Responsabilidades de Siria, que dice que las armas químicas de Siria son, y cito, “una amenaza para la seguridad en Oriente Medio y los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos”. Ustedes, el Congreso, han hablado sobre las graves consecuencias de que al Asad en particular utilizara armas químicas, así que les digo a ustedes, senador Corker, esta es una de las razones por las que Siria es importante.

Mientras debatimos y el mundo observa, mientras ustedes deciden y el mundo se pregunta, no si el régimen de al Asad ejecutó el peor ataque con armas químicas del siglo XXI, este hecho, creo que es incuestionable, el mundo se pregunta si Estados Unidos consentirá con su silencio, si se mantendrá al margen mientras se permite que ocurra este tipo de brutalidad sin consecuencias.

En los casi 100 años desde que el primer compromiso mundial contra las armas químicas, solo dos tiranos se atrevieron a cruzar la línea más clara del mundo. Ahora Bashar al Asad se ha convertido en el tercero, y creo que todos ustedes saben que la historia no guarda más que infamia por aquellos criminales y la historia reserva muy pocas simpatías por sus facilitadores.

Por tanto la realidad es la gravedad de este momento. Esta es la importancia de la decisión que este Congreso debe enfrentar y que el mundo está esperando que se produzca en los próximos días.

Ahora bien, el senador Corker planteó una pregunta fundamental: ¿Por qué debería importarle al pueblo estadounidense, más allá de las razones que acabo de dar, que deberían ser suficientes, a juicio del Presidente y de este gobierno?

Pues bien, es evidente que, además de lo que acabo de decir acerca de la Ley de Rendición de Cuentas de Siria y la amenaza para Oriente Medio, no podemos pasar por alto el impacto de las armas químicas y el peligro que suponen para una zona especialmente volátil del mundo en la que hemos invertido mucho durante años, porque tenemos grandes amigos por allí, tenemos aliados por allí, tenemos profundos intereses en esa región.

Puesto que la política del presidente Obama es que Asad ha de irse, no es insignificante que privarle de su capacidad para emplear armas químicas o rebajar su capacidad para emplearlas en realidad le priva de un arma letal en esta guerra civil en curso, y eso impacta. Eso puede, en última instancia, contribuir a estabilizar la región.

Además, tenemos otros intereses de seguridad nacional de importancia estratégica, no sólo al prevenir la proliferación de armas químicas, sino también al impedir la creación de un refugio en Siria o una base de operaciones para que los extremistas utilicen esas armas contra nuestros amigos. Todos sabemos que los extremos de ambos lados están ahí, esperando entre bambalinas, trabajando y empujando y peleando. Están desesperados por hacerse con estos materiales.

Y el hecho es que, si no pasa nada que haga cambiar la ecuación o los cálculos actuales, esa zona puede convertirse aún más en un espacio no gobernado, donde los extremistas pueden amenazar incluso a Estados Unidos y de manera más inmediata, si consiguen hacerse con esas armas, a nuestros aliados y amigos, como Jordania o Israel o el Líbano u otros.

Obligar a Asad a que cambie sus cálculos sobre su capacidad de actuar con impunidad puede contribuir a que se dé cuenta de que no puede salirse del aprieto perpetrando ataques con gas o disparos. Y como ya lo saben, este ha sido el principal objetivo del Presidente para llegar a una solución negociada, pero las partes han de estar dispuestas a negociar si se desea lograrlo.

Siria también importa porque sencillamente, no puedo explicarlo de manera más sencilla que con decir que, sólo tenemos que preguntarnos: si fuéramos Asad o si fuéramos cualquiera de los demás déspotas de la región y Estados Unidos se retirara en este momento junto con nuestros otros aliados y amigos, ¿cuál sería el mensaje? Pues el mensaje sería que se le ha concedido la impunidad, la libertad de optar por utilizar de nuevo las armas o de obligarnos a pasar por este momento de nuevo, sin saber con qué resultado tras haberlo rechazarlo la primera vez. Le habríamos dado la capacidad de emplear estas armas contra más personas con mayores niveles de daños porque nos habríamos retirado.

Amigos míos, con igual confianza con la que sabemos lo que ocurrió en Damasco el 21 de agosto, sabemos también que Asad entendería nuestra retirada o nuestro silencio como una invitación a emplear esas armas con impunidad. Y al crear impunidad, creamos la oportunidad - la oportunidad para que otros dictadores o terroristas traten que conseguir sus propias armas de destrucción masiva, incluidas las armas nucleares.

Les cuento que hay algunos que esperan que el Congreso de los Estados Unidos no vote a favor de esta petición limitado que el Presidente ha puesto ante ustedes. Irán espera que miren hacia otro lado. Nuestra falta de acción sin duda les daría permiso para que al menos malinterpretasen nuestras intenciones, y si no ponerlas a prueba. Hezbolá tiene la esperanza de que el aislacionismo prevalezca. Corea del Norte tiene la esperanza de que la ambivalencia prevalezca. Todos están escuchando a nuestro silencio. Y si no le contestamos a Asad hoy, erosionaremos una norma que ha existido durante estos cien años. De hecho, erosionaremos una norma que ha protegido a nuestras tropas durante las guerras, y daremos a pie a pruebas aún más peligrosa en el futuro.

Nuestros aliados y nuestros socios también cuentan con nosotros en esta situación. El pueblo de Israel, de Jordania, de Turquía todos miran a un lado y ven que están a un paso corto de la posibilidad de resultar perjudicados, de que sus civiles sean muertos como consecuencia de las decisiones que Asad pueda adoptar si no hay acción. Esperan ansiosamente nuestra garantía de que nuestras palabras significan algo. Esperan la garantía de que si los niños en mortajas dispuestos en hileras fuesen sus propios hijos, de que cumpliríamos la promesa del mundo. Eso es lo que esperan.

Por tanto, la autorización que busca el presidente Obama sirve definitivamente nuestros intereses de seguridad nacional. Tenemos que enviarle a Siria y al mundo, a los dictadores ya los terroristas, a los aliados y a los civiles por igual el mensaje inequívoco de que cuando los Estados Unidos de América y el mundo dicen: “Nunca jamás”, que no significa a veces, que no significa en determinado lugar. Nunca significa nunca.

Por tanto, este es un voto a favor de la rendición de cuentas. Las normas y leyes que mantienen civilizado al mundo no significan nada si no se hacen cumplir. Como dijo el juez Jackson en su alegato de apertura en los juicios de Nuremberg: “El paso definitivo para evitar las guerras periódicas, las cuales son inevitables en un sistema de anomia internacional, es hacer que los estadistas rindan cuentas ante la ley”. Si los peores déspotas del mundo ven que pueden burlar con impunidad las prohibiciones de emplear las peores armas del mundo, entonces esas prohibiciones son sólo trozos de papel. A eso nos referimos con la rendición de cuentas, y a eso nos referimos con que no podemos permanecer en silencio.

Por tanto, quiero dejar bien sentado que el presidente Obama no le está pidiendo a Estados Unidos que vaya a la guerra, y digo esto teniendo a cada lado a dos hombres, el secretario Hagel y el jefe [del Estado Mayor Conjunto] Dempsey, que saben lo que es la guerra. El senador McCain sabe lo que es la guerra. Saben la diferencia que existe entre ir a la guerra y lo que el presidente Obama solicita en estos momentos. Todos estamos de acuerdo en que no habrá tropas estadounidenses en la región. El Presidente ha dejado bien sentado que no tenemos la intención de asumir la responsabilidad de la guerra civil en Siria. Pide solamente que se le conceda el poder de dejar bien sentado, de asegurarse de que Estados Unidos habla en serio, de que el mundo, cuando nos sumamos en una declaración multilateral, habla en serio. Solicita la autorización para rebajar e impedir la capacidad de Bashar al Asad de emplear las armas químicas.

Ahora bien, algunos sin duda se preguntarán, y creo que correctamente: ¿y qué pasa con las consecuencias no intencionadas de la acción? Algunos temen una represalia que derive en un conflicto aún mayor. Pues bien, hablaré sin rodeos: Si Asad es lo suficientemente arrogante, y yo diría lo suficientemente insensato, como para contraatacar ante las consecuencias de su propia actividad criminal, Estados Unidos y sus aliados tienen amplias maneras de hacer que se arrepienta de esa decisión sin ir a guerra. Incluso los partidarios de Asad, Rusia e Irán, han dicho públicamente que el uso de armas químicas es inadmisible. Ahora bien, otros también cuestionan el alcance de nuestra responsabilidad. A ellos les respondo que cuando alguien mata a cientos de niños con un arma que el mundo ha prohibido, todos somos responsables. Esto es cierto gracias a tratados como los Convenios de Ginebra y la Convención sobre las Armas Químicas, y para nosotros, la Ley de Rendición de Cuentas de Siria. Pero también es cierto porque compartimos una humanidad común y la decencia común.

Este no es el momento para el aislacionismo. Este no es el momento de ser espectadores de una matanza. Ni nuestro país ni nuestra conciencia pueden permitirse el precio del silencio. Hemos denunciado atroces indecibles horrores muchas veces en el pasado. Ahora debemos ponernos de pie y actuar, debemos proteger nuestra seguridad, proteger nuestros valores e ir al frente del mundo con la convicción que deje bien sentada nuestra responsabilidad. Gracias.

MIEMBRO DEL PÚBLICO: Secretario Kerry: el pueblo estadounidense dice no a la guerra.

PRESIDENTE [DE LA COMISIÓN] MENENDEZ: Orden en la comisión. Orden en la Comisión.

MIEMBRO DEL PÚBLICO: El pueblo ha dicho que no a la guerra. [Inaudible] otra guerra. No queremos otra [inaudible].

PRESIDENTE MENENDEZ: Le pido a – que por favor restablezca el orden.

MIEMBRO DEL PÚBLICO: [Inaudible] nadie quiere esta guerra. Los misiles de crucero - lanzar misiles de crucero supone otra guerra. El pueblo estadounidense no desea esto. Secretario Kerry [inaudible].

PRESIDENTE MENENDEZ: Secretario Hagel.

SECRETARIO KERRY: ¿Puedo decir algo antes de que —? La primera vez que comparecí ante esta comisión, cuando tenía 27 años, tenía sentimientos muy parecidos a los de ese manifestante. Y solo me gustaría decir que por eso precisamente es importantísimo que todos estemos aquí tomando parte en este debate, hablando de estas cosas ante el país, y que el propio Congreso actué en representación del pueblo estadounidense. Creo que podemos respetar a aquellos que tienen un punto de vista diferente, y así lo hacemos.