La reiteración de las voluntades de los Estados peruano y chileno de acatar el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya en el contencioso planteado por nuestro país a los del sur, no basta y ha sido repetido hasta la saciedad. Es imprescindible, como política inequívoca, rectilínea, enérgica y decente, demandar la ¡inmediata ejecución del fallo! sea cual fuere.

La complementariedad con Chile, es decir, el entendimiento con el país del sur y el cotejo de fortalezas, con dignidad y respeto, requiere de la ausencia total de asuntos pendientes como podría ser el contencioso marítimo en La Haya. Deviene imprescindible su ejecución.

Un megahospital en Tacna que atendiera a decenas de miles de compatriotas de todo el sur y, por añadidura, a ciudadanos de otros países que suelen cruzar las fronteras de manera diaria para arribar al Perú, constituye una ambición de construir la paz con salud y desde las bases mismas de las sociedades y una de sus premisas fundamentales la constituiría un fallo jurídico sin resabios o resquemores de cualquier especie.

En 1883, con la paz hechiza de Ancón y las tropas invasoras custodiando al felón Miguel Iglesias, se acordó un plazo de diez años para Arica y Tacna y la verdad es que recién, tras tortuosos decenios de idas y venidas, engaños y desengaños, recién en 1929 Tacna volvió al regazo nacional, quedando Arica en definitiva para Chile lo que dio lugar al Tratado y Protocolo Complementario del 3 de junio de ese año.

De manera que el acatamiento admite grados múltiples de interpretación a cual más mañosa y habilidosa y con el propósito de recorrer caminos innobles que la historia ha registrado con detalle minucioso. Perú no puede, bajo estas circunstancias que enseña la difícil vecindad con Chile, confiarse en otra alternativa que en ¡la ejecutabilidad inmediata del veredicto de la Corte de La Haya!

Perú como país respetuoso del sistema jurídico internacional planteó el contencioso marítimo a Chile en la Corte de La Haya, de manera que el resultado no puede admitir torcedura o interpretación o instancia distinta a la ejecución ipso facto de ese fallo. Lo acontecido entre Colombia y Nicaragua no debe -ni puede- repetirse so peligro de destruir esa arquitectura legal.

Además, es importante que el equipo peruano a cargo del caso de La Haya, permanezca en su puesto hasta que la ejecución se cumpla de manera integral al 100%. Inaceptable que algunos consideren que ya dieron al país su cuota y pretendan quitarle el cuerpo a una responsabilidad que el pueblo sufraga con sus impuestos. No es suficiente haber planteado a Chile el contencioso marítimo, ahora se trata que se ejecute de inmediato.

¿Qué espera Cancillería para coordinar el frente informativo que enriquezca una sola clase sólida de pareceres respecto de este tema fundamental no sólo para el gobierno sino para el Estado y pueblo peruanos?

Fue un esfuerzo enérgico haber planteado el contencioso marítimo a Chile en La Haya, se siguió el caso, la defensa planteó los argumentos y el mundo entero vio cuáles fueron los argumentos. Sólo queda aguardar el fallo y ¡ejecutarlo!

Son ociosas las apologías pro domo sua sobre el discurso pronunciado por el presidente Humala en Naciones Unidas, todos tenemos el deber de aportar en esta hora delicada para la Patria.

Nótese cómo los clubes electorales, tan enfrascados en sus cuitas de parroquia y chismes de bajo nivel, ni siquiera aventuran opinión sensata respecto de un tema tan decisivo en la historia nacional. Es hora de impulsar la propia respuesta que Perú requiere para su pueblo, por la paz y por la integración latinoamericana.

Cada uno en su puesto, nosotros seguiremos clamando por la inmediata ejecutabilidad del fallo de La Haya en el contencioso marítimo entre Perú y Chile.

El porvenir nos debe una victoria sentenció Manuel González Prada. Es hora de cumplir tan sagrado designio.

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