Aprovechando la evolución de la crisis de las armas químicas en Siria, el gobierno de Panamá recordó a Estados Unidos su obligación de destruir las armas químicas que dejó ilegalmente en la isla panameña de San José, la más grande de ese país.

Cuando firmó el tratado de prohibición de armas químicas, en 1997, Estados Unidos mintió al declarar que no disponía de armas químicas fuera de su propio territorio.

Un inventario realizado por Panamá en 2002 demostró, sin embargo, la existencia en territorio panameño de importantes cantidades de armas y municiones químicas estadounidenses fabricadas en épocas diferentes. Al menos 16 puntos diferentes del territorio panameño fueron utilizados por el Pentágono para realizar ensayos con armas químicas.

Hace 11 años que Panamá venía pidiendo inútilmente a Washington la destrucción de las bombas de fosgeno y gas mostaza en particular y de 120 000 municiones químicas estadounidenses en general. Al menos 20 personas han muerto desde entonces en diferentes accidentes registrados en Panamá con las armas químicas abandonadas allí por Estados Unidos.

El Departamento de Estado anunció esta semana que Estados Unidos respetará rápidamente sus obligaciones… a condición de que Panamá modifique la demanda que presentó en La Haya. En vez de armas «dejadas» en Panamá se trataría de armas «olvidadas», modificación semántica que permitiría a Washington salvar las apariencias y evitar las consecuencias jurídicas internacionales de su declaración falsa de 1997, a pesar de que la fotografía que ilustra esta información muestra a varios soldados estadounidenses manipulando armas químicas en Panamá… en 1998.