29. octubre, 2013 Edwin Corona y Cepeda* Rendición de cuentas

Las condiciones de verdadera precariedad que reinan en las plataformas petroleras de la Sonda de Campeche se pusieron de manifiesto cerca de la media noche del pasado domingo 6 de octubre, cuando la destartalada plataforma semisumergible de posicionamiento dinámico Chemul sufrió un grave percance, y fuera de control impactó al Complejo Akal C, donde quedó atorada, lo que impidió su avance hacia las tuberías de crudo y aceite, de no ser así, se hubiera provocando un derrame de graves consecuencias.

Y aunque milagrosamente no hubo pérdida de vidas humanas, la investigación posterior que originó este percance estableció que personal de a bordo activó el sistema general de paro de la plataforma de más de 800 toneladas de desplazamiento, dejándola a la deriva, mientras trabajadores petroleros y personal de a bordo esperaban aterrados una funesta colisión. Al quedar atorada con el Complejo Akal C, sólo se registró una fuga de gas que logró ser controlada por el personal de seguridad, quienes actuaron rápidamente para eliminar el peligro y sólo se clasificaron cuantiosos daños materiales.

Al respecto, varios de los trabajadores relataron que la acción que dio origen al percance fue un error, y afirmaron que los momentos más críticos fueron cuando se escucharon los gritos que alertaban sobre un escape de gas. Uno de los operarios calificó este percance como “una noche de terror”.

A pesar del acostumbrado hermetismo que guarda Petróleos Mexicanos (Pemex) sobre este tipo de accidentes, y de la advertencia a los trabajadores de que si hablaban sobre ello perderán el empleo, quedó una vez más la evidencia de las precarias condiciones de seguridad y navegación que imperan en el área de las plataformas petroleras en la Sonda de Campeche.

Considerada como un auténtico “vejestorio” por la falta de mantenimiento y pese a sus pocos años de operación, la plataforma Chemul es una auténtica colonia marina de 90 metros de eslora (largo), 40 de manga (ancho) y otros 40 de alto. En esta superficie flotante se alberga una zona habitacional con capacidad de hospedaje para 440 pasajeros, cocina, enfermería y servicio médico, estancia, comedor, lavandería, gimnasio, cinematógrafo, cafeterías, lobbys y pasillos de distribución. Cuenta, además, con una zona administrativa donde se alojan las oficinas, tanto de cómputo como generales, sala de juntas y toda la infraestructura propia de una plataforma destinada a la extracción submarina de la industria petrolera.

La falta de mantenimiento de esta embarcación originó que en 2004 fuera enviada para su reparación al puerto de Alabama, de donde regresó a la Sonda de Campeche sin reparación visible alguna, pasando, sucesivamente para su rehabilitación, por las manos de tres compañías diferentes que tampoco le hicieron nada. Sin embargo, estos contratos de rehabilitación, hasta el 31 de diciembre de 2009, reportaron una erogación de 4 mil millones de pesos.

Un par de años antes, en 2007, la Subdirección Corporativa de Administración Patrimonial de Pemex comenzó a vender tramos de esa estructura como desecho ferroso (chatarra). Los datos contenidos en el balance correspondiente indican que se vendieron 40 toneladas por 66 mil 500 pesos, es decir, a 1 mil 662.50 pesos la tonelada, o para que sea más comprensible, a 1.66 pesos el kilogramo. Otras 73.7 toneladas fueron vendidas en 71 mil 500 pesos, es decir, a poco más de 0.98 pesos (noventa y ocho centavos) el kilogramo.

En febrero de 2012, a través del Área de Logística y Mantenimiento de Pemex Exploración y Producción, se llevó a cabo una licitación para la “rehabilitación” de la plataforma Chemul, en la que intervinieron las empresas Oceanografía, SA; Distribuciones Evya, y Mantenimiento Marino de México, conocida también como Triple M. Sin embargo, al conocer el estado en que se encontraba la plataforma petrolera, tanto Oceanografía como Distribuciones Evya decidieron retirarse, con lo que quedó únicamente como postulante Triple M, a quien finalmente le fue concedido el contrato. En ese proceso quedó pendiente la presentación de la oferta económica. Y tras un estudio realizado por esa empresa, el 30 de abril de ese mismo año el director de Triple M, Juan José García González, declinó a través de una carta de disculpa la participación de su empresa, dado que los precios máximos de referencia contemplados para este trabajo estaban por debajo de los precios pactados anteriormente en otros contratos similares, lo que sin duda afectaba la prestación de sus servicios.

Así las cosas. La destartalada plataforma petrolera Chemul continuó trabajando sin mantenimiento, y ahora los gastos ocurridos por este percance se suman al elevado costo que ha ocasionado la plataforma petrolera, no por la ineficiencia de sus marinos y operarios, sino por la desidia, falta de conocimiento y corrupción por parte de los empleados de tierra adentro que desconocen el sistema operativo de estos barcos petroleros de alta especialización.

*Instructor internacional de buceo

Contralínea 358 / 28 de octubre – 2 noviembre 2013