Y fue ahí, en la profesión de buscar e investigar pecios, que ejercí durante más de 10 años, donde encontré la primera similitud entre nuestros países, pues la arqueología subacuática, aunque tuvo un desarrollo más temprano en México desde la década de 1980 y en Argentina se inició posteriormente, en la de 1990, para finales del siglo pasado ambos países tuvieron un desarrollo más o menos acompasado, lo que los llevó a colaborar en varias ocasiones en diversos proyectos. Aunque a últimas fechas me parece que el caso argentino ha concretado más profundamente sus logros y ha culminado en el caso de la Swift un proyecto de arqueología marítima de principio a fin, situación que desgraciadamente no ha sido la del grupo mexicano dedicado a esta disciplina, a pesar de que nuestras aguas territoriales contienen gran cantidad de pecios, grupo que ha perdido el rumbo en infinidad de proyectos dispares y ambiciosos en cuanto a sus metas y todos a la sombra de la búsqueda de la embarcación Nuestra Señora del Juncal, de la Flota de la Nueva España de 1630-1631, búsqueda de la que ya reseñé algunos aspectos en los números 289 de junio y 306 de octubre de 2012 de este semanario, lo que en mi opinión los ha desviado del verdadero propósito de la disciplina, que es preservar, investigar y dar a conocer el patrimonio cultural subacuático a los mexicanos y al mundo.

Y aunque en 2001 mi estadía en Buenos Aires, y en general en Argentina, fue corta y el grueso de los días los pasé en el campamento habilitado en Puerto Deseado para vivir y trabajar durante el mes que durarían las actividades, ese breve lapso que interactué con los argentinos del grupo de investigación y con la gente en las calles de Buenos Aires y de Puerto Deseado fue suficiente para constatar que para un mexicano el costo de un viaje a la hermana Republica Argentina era como viajar a Estados Unidos, pues en ese entonces el gobierno argentino sostenía con alfileres la paridad peso argentino-dólar estadunidense que se venía dando a lo largo de la década de 1990, para dar paso, a finales de 2001 y a principios del 2002, a una de las más fuertes crisis económicas de los últimos tiempos en la Argentina (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_6215000/6215199.stm y http://economica.econo.unlp.edu.ar/documentos/20090203104319AM_Economica_557.pdf); en la que nació el llamado Corralito, que a muchos argentinos aún les debe recordar malos tiempos. Desde entonces y hasta nuestros días el peso argentino se ha ido devaluando paulatinamente frente al dólar. Hacia 2003, bajo el gobierno de Eduardo Duhalde, se intentaba mantener un tipo de cambio de entre 3 y 3.3 pesos por dólar, situación que no pudo sostenerse; actualmente, con la presidenta Cristina Fernández, se mantiene forzadamente un tipo de cambio de aproximadamente 5.80 pesos por dólar. Pero ese tipo de cambio es el oficial, es el que respetan las casas de cambio y los bancos, pero la realidad en las calles y en los países vecinos es otra. En Buenos Aires, en el área conocida como Microcentro (que es el equivalente al Centro Histórico de la Ciudad de México), sobre todo en la calle Florida, abundan los arbolitos, nombre con el que se conoce a aquellos que cambian a los extranjeros dólares por moneda argentina, y como en toda transacción en el mercado clandestino, el tipo de cambio fluctúa según la negociación; es así que en el mejor de los casos el extranjero puede lograr hasta poco más de 9 pesos argentinos por dólar, aunque siempre correrá el riesgo de ser estafado y sorprendido con billetes falsos. Otra modalidad de cambio se da en los comercios en los que la moneda argentina se obtiene tras una transacción de compra-venta de algún producto, es así que dependiendo del giro y el comerciante se pueden lograr diversos tipos de cambio, siempre mejores que el oficial.

En mi experiencia, los asiáticos que tienen negocios como fruterías o pequeña tiendas o supermercados, son los que menos dan, pues toman el dólar entre 6 y 7 pesos; otros negocios como restaurantes y bares lo manejan entre 7 y 8.5 pesos; y los comerciantes dedicados a la venta de ropa y calzado llegan a dar entre 8.5 y 9.5 pesos por dólar. Lo que parece ser una norma entre los diversos comercios, es que toman la moneda estadunidense a un mejor tipo de cambio si los billetes son de denominaciones mayores a 20 dólares. Claro que estas cifras no obedecen a un estudio de mercado ni económico y sólo reflejan un andar, no metodológico, principalmente por las calles de Buenos Aires y otras ciudades argentinas durante poco más de 1 mes. Lo que me sorprendió fue que al cruzar el Río de la Plata, en Colonia de Sacramento, así como en Montevideo, en Uruguay, las casas de cambio dan 8.5 pesos argentinos por dólar. Lo que me hace pensar que la divergencia entre el tipo de cambio oficial del gobierno argentino y aquellos de la calle y otros países sólo refleja que el valor del peso argentino manejado por el gobierno es una fantasía. Además, cabe señalar que los argentinos sufren de innumerables restricciones y trámites burocráticos para poder adquirir dólares. Y los extranjeros sólo pueden cambiar pesos argentinos por dólares si comprueban que los adquirieron en una casa de cambio o en el banco y muestran el recibo correspondiente. He aquí un par de similitudes más entre nuestras naciones: la devaluación de la moneda y las fantasías gubernamentales de la fuerza de la misma frente al dólar estadunidense. Justamente, en últimas fechas, el peso mexicano alcanzó devaluaciones record llegando hasta más de 13 unidades por dólar. Cabe señalar que eso de 9.5 pesos argentinos o 13 mexicanos por dólar es invariablemente otra fantasía, pues a ambas monedas se les quitaron diversos ceros a lo largo de su historia, otra similitud más de nuestras tercermundistas naciones.

Y al llegar a la Plaza de Mayo me dio… Por maravillarme y sentirme como en casa: amplia, resguardada por la Casa Rosada ante el Río de la Plata y custodiada por los edificios históricos de Buenos Aires. La Plaza, si no monumental como el Zócalo de la Ciudad de México, está alegrada por áreas verdes de pastos, arbustos, árboles, palmeras y por supuesto el pabellón argentino. Y entrando por un costado de la Casa de Gobierno, lo primero que observé fueron las vallas metálicas que se mantienen a la espera del momento en que deban resguardar el recinto gubernamental, ¿pero de quién? De los argentinos, supongo, ¿de quién más? Cualquier similitud con el Zócalo mexicano es mera coincidencia. Llegué caminando y, tras las vallas, un plantón, o mejor dicho en argentino, un “acampe”: el de Los 400 Locos… Excombatientes de la Guerra de las Malvinas que reclaman un reconocimiento por su participación en el conflicto bélico, alegando que formaron parte del TOAS (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur) desde el 2 de abril de 1982 y hasta que culminó el conflicto con la victoria de Inglaterra. Y es que hay un número reducido de excombatientes que han recibido pensiones de guerra y reconocimientos, pero son aquellos que estuvieron físicamente en las Islas Malvinas o que vía aérea o marítima hicieron incursiones en éstas y sus inmediaciones. Remuneraciones y reconocimientos que no han recibido todos aquellos que participaron desde la zona continental patagónica en diversas actividades militares de resguardo, suministro y apoyo a los que estuvieron en la primera línea de batalla. Lo que resulta en un conflicto legal, ético y moral entre Los 400 Locos y el gobierno. Para abundar al respecto revisar las páginas de Facebook: https://www.facebook.com/notes/luis-giannini/campamento-toas-plaza-de-mayo-veteranos-de-guerra/450655068288961 y https://www.facebook.com/luis.giannini.7?fref=ts, en las que Luis Giannini, uno de esos “locos”, quien me platicó de la guerra, de su lucha y el significado del mural artístico-histórico que han hecho en la parte trasera del “acampe” entre otros integrantes del movimiento, han vertido una reveladora e importante cantidad de información sobre el conflicto armado y su situación actual. Plantón que lleva ya poco más de 5 años y contando, así que si pensaban que sólo el Zócalo capitalino era escaparate de injusticias y conflictos sociales, pues bien, Buenos Aires tiene lo suyo, además de que la Plaza de Mayo históricamente ha sido un punto de protesta de las madres argentinas de los desaparecidos durante los regímenes militares de la segunda mitad del siglo pasado y ahora mujeres que apoyan a los excombatientes. Es así que entre vallas y “acampes” uno se siente como en casa…

Fue uno de esos gobiernos militares de la dictadura, el de Leopoldo Galtieri, el que estructuró la guerra con Inglaterra por el dominio de las Malvinas en un acto más electorero que heroico, pues su popularidad venía en picada, según me contaron algunos de mis amigos y Luis Giannini. Guerra que desde su inició estuvo condenada a ser perdida por nuestros hermanos argentinos pues se enfrentaban a una potencia militar mucho mayor, la que disfrutó del apoyo de Estados Unidos, que en ese momento se olvidó de la Doctrina Monroe, la cual trae a colación en el escenario mundial a conveniencia, por supuesto. Y entonces, durante la conversación con Giannini, se me revelaron más coincidencias entre nuestras naciones: Argentina se enfrentó a Inglaterra, una de las mayores potencias militares de los últimos tiempos, y perdió la guerra; México, por su parte, sostuvo dos guerras contra Francia, la primera entre 1838 y 1839 que fue concluida con un acuerdo entre ambas naciones, y la segunda entre 1862 y 1867, época en la que Francia tenía al considerado mejor ejército del mundo, mismo al que derrotó. Asimismo, México sostuvo un conflicto armado contra Estados Unidos entre 1846 y 1848, el cual perdió, y con esa derrota cedió a los estadunidenses gran parte de su territorio. Este último también conflicto desarrollado sobre la base de oscuros intereses políticos del gobernante mexicano de entonces Antonio López de Santa Anna. Es así que México y Argentina se han enfrentado, por diversas razones y en diferentes tiempos, a verdaderas potencias militares. Y volviendo al caso de las Malvinas, hoy en día Argentina sufre de la colonización imperial de Inglaterra en su territorio, cuestión que debería no solamente ofender a los argentinos sino a todos los americanos, incluso a los estadunidenses, pues es inconcebible que actualmente nuestras naciones sigan sufriendo de la colonización y el imperialismo, y digo nuestras, pues recuérdese que Francia tiene una posesión de ultramar en aguas marítimas mexicanas del Océano Pacífico: la Isla de la Pasión mal llamada Clipperton por los franceses, atolón que, aunque no alberga colonos, sí ostenta la bandera francesa, lo que limita la extensión de las aguas marítimas mexicanas y la explotación de los recursos naturales contenidas en éstas. Otro acto de imperialismo moderno (una investigación más amplia al respecto puede ser consultada en la edición 323 de marzo de 2013 de este semanario). Algunas coincidencias más de nuestros pueblos, situaciones que sufrimos sin lugar a dudas por tener gobiernos corruptos, timoratos y vendidos, cuyos miembros velan por sus intereses y no por el de sus pueblos, además de nuestra inacción ante tales atropellos. El pensar de algunos argentinos con los que conversé es que los recientes alegatos de Cristina Fernández con respecto a la soberanía de las Malvinas fueron simplemente una intentona de ocultar la crisis que se vive y repuntar su popularidad electoral. Para abundar en el tema, de Josefina Licitra, Malvinas: cortina de humo; de Miguel Bonasso, “Entre la tragedia y la farsa”, Proceso 1848, 1 de abril de 2012; Leonardo Boix, “Malvinas: Guerra de palabras”, Proceso 1845, 11 de marzo de 2012; y “Malvinas: Referéndum polémico”, 8 de marzo de 2013, www.proceso.com.mx/?p=335759. Cualquier parecido con el nacionalismo actuado por nuestros presidentes para ocultar su sumisión ante el gobierno estadunidense y buscar frutos electorales no es mera coincidencia, los políticos son iguales en todas partes.

Al estar en Suramérica, llegó a uno de los puntos más críticos la debacle futbolística mexicana: la caída del Chepo de la Torre, el advenimiento del Flaco Tena y la elección de Víctor Manuel Vucetich como técnicos de la selección; y entre esos cambios de timonel y las vergonzosas actuaciones de nuestra escuadra se dio la naturalización de más jugadores de origen argentino, entre éstos el Chaco Jiménez y Lucas Lobos, y sólo los menciono a ellos pues su proceso de naturalización se llevó a cabo bajo la premisa de su inclusión en el seleccionado nacional. Los extranjeros nacionalizados que militan en el futbol mexicano sobrepasan la docena y de éstos la mayoría son argentinos, y no es que tanga nada en contra de la inclusión de los argentino-mexicanos en nuestro representativo nacional, pues legalmente y de corazón se han vuelto mexicanos, y si vienen a contribuir y a ponerlo todo en la cancha bienvenidos sean. A este respecto me parece que el Chaco les dio una lección de entrega a sus compañeros en dos de los últimos partidos clasificatorios, curioso que sea él uno de los que demuestre más garra y no los otros. Y cómo voy a tener algo en contra de la participación de naturalizados o personas con la doble nacionalidad en el equipo nacional si en mucho los mexicano-estadunidenses de la selección de las barras y las estrellas contribuyeron a la derrota de Panamá y con ello le dieron su última oportunidad a México de lograr su pase al mundial de Brasil 2014. Y es que la globalización se da en todos los ámbitos, y ahora muchas selecciones incluyen a jugadores de otros orígenes para lograr mejores niveles, ahí está el caso de la selección francesa de los últimos años, situación que incluso ha llevado a confrontaciones de orden racial. Y aunque en este aspecto actualmente para los argentinos es impensable incluir en su combinado a naturalizados y la presencia de mexicanos en su liga es mínima, no podría asegurar que eso nunca se dará, pues el mundo está cada vez más globalizado, pero que argentinos jueguen en la selección mexicana es un punto más de confluencia entre ambos países, más allá de ser una medida desesperada por la carencia de talento futbolístico mexicano. Y si en la Argentina no tienen futbolistas de origen mexicano, en cambio desde hace años cuentan con representantes de nuestros “mejores” cárteles de la droga como el de Sinaloa, Tijuana y Los Zetas, de acuerdo con Eduardo Buscaglia (www.infobae.com/2011/06/15/587746-aseguran-que-los-carteles-mexicanos-ya-se-instalaron-el-pais). Y con respecto a la selección, me parece que lo más sano sería que no fuera al mundial y eso sirviera para replantearse el mediocre devenir del representativo que incluye por supuesto a los directivos y jerarcas del futbol mexicano y a Tv Azteca y Televisa, televisoras cuya preponderancia en este deporte han llevado en gran medida a la vergonzosa situación del futbol nacional. Que sea Televisa la que trasplante a lo que es hoy su mejor equipo, el Club América con todo y su director técnico, el Piojo Herrera, y su director deportivo Ricardo Peláez a la selección en un acto que parece heroico, no es otra cosa que su terrible temor a perder las jugosas ganancias que les representaría la exclusión del seleccionado nacional en el mundial de futbol. Acción que demuestra que los directivos y administradores de la Federación Mexicana de Futbol no son más que títeres de las televisoras. Y mientras llega el momento de ver si el América salva del abismo al futbol mexicano y se naturaliza a Rubens Sambueza, otro jugador argentino, y de quien se dice está inhabilitado para jugar con el Tri por cuestión de reglamento y la mayor parte de la sociedad se desgarra por ello, el país se cae a pedazos entre los estragos causados por los fenómenos naturales, la violencia del crimen organizado y el criminal gobierno organizado cobrando impuestos por todo lo que se les ocurre en un acto de memoria “tributaria”, en honor a su alteza serenísima Antonio López de Santa Anna.

Fuente
Contralínea (México)