El gabinete del presidente Vladimir Putin parece considerar que la mano de Arabia Saudita se halla detrás de los atentados de Volgogrado.

El 29 de diciembre de 2013 una mujer identificada como la islamista Oksana Aslanova cometió un atentado suicida con bomba en la estación de trenes de la ciudad rusa de Volgogrado provocando la muerte de 18 personas. Al día siguiente, otro kamikaze se hizo estallar en la misma ciudad, dentro de un trolebús, con un saldo de 17 muertos.

El presidente Putin viajó a Volgogrado, donde presentó sus condolencias a las familias de las víctimas y visitó a los heridos hospitalizados. Vladimir Putin subrayó la posibilidad de que los atentados hayan sido ordenados desde el extranjero. Más de 700 personas, principalmente indocumentados, han sido detenidas por las autoridades rusas durante los controles de seguridad realizados después de los atentados.

El 31 de julio de 2013, el jefe de los servicios secretos de Arabia Saudita, príncipe Bandar Ben Sultán, había sido recibido en Moscú por el presidente ruso Vladimir Putin. Durante el encuentro, el príncipe Bandar afirmó que no creía que lograría impedir que los islamistas del Cáucaso realizaran actos de terrorismo en Rusia si Moscú no ponía fin a su respaldo al gobierno de Siria. Un segundo encuentro entre el príncipe saudita y el presidente de Rusia tuvo lugar el 3 de diciembre.

Poco antes del primer encuentro, el emir del Cáucaso, Doku Umarov, había llamado a la realización de una campaña de atentados en ocasión de los próximos Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi. Después de haberse mantenido durante largo tiempo al margen del yihadismo internacional, en junio de 2013 Umarov exhortó a sus seguidores a irse a luchar en Siria (junto a los hombres del príncipe Bandar) como medio de adquirir la experiencia necesaria para «liberar el Cáucaso».