5-5-2014

La pregunta exacta e indubitable será: ¿qué NO HARAN los jueces de García? frente al recurso de "Amparo por violación de derechos constitucionales que lesiona al Estado, es decir, a la ciudadanía o a todos los peruanos:

(1) al servicio parlamentario de investigación de asuntos de interés público, sin mengua judicial ilícita; y,
(2) a la administración de justicia con tutela procesal efectiva, vía resoluciones judiciales fundadas en derecho objetivo (debido proceso), sin corrupción, ni prevaricación.

Como todos en Perú saben, la simpatía dadivosa y no gratuita del juez Hugo Velásquez Zavaleta para con Alan García Pérez, ha permitido al ex presidente ufanarse de una victoria que empieza a escurrírsele de las manos y le acerca ineluctablemente a la inhabilitación y al procesamiento penal.

La huelga del Poder Judicial no ha culminado su vigencia pero el alanismo ya empezó su ofensiva para descalificar a los demandantes, Guillermo Olivera Díaz, Raúl Wiener Fresco y a quien escribe estas líneas, so pretextos múltiples como que no poseemos participación en el evento. Y no es cierto. La defensa del Perú, su patrimonio, moral, historia y derechos difusos corresponde a cualquier ciudadano y esto es lo que estamos haciendo.

Para el alanismo todo vale, desde el empuercamiento de la política reducida a criollísimos tomas y dacas, pago de favores y elevación de la coima, monra, estafa, engaño y contrabando a líneas centrales de cualquiera de sus gobiernos, hasta la muy dudosa comprensión que los peruanos son estúpidos y no se dan cuenta de sus maniobras con jueces venales y forajidos que subastan favores aún a sabiendas que les puede costar la carrera. Se dice, verbi gracia, que un patán anda proclamando: "no me importa" por la sencilla como inmoral razón que ya tiene en sus alforjas 500 mil billetes norteamericanos. ¿No es eso lo que anda berreando a todos los que quieren escucharlo, el juecesito comprable que creyó que nadie iba a desenmarañar su contrabando prevaricador?

A Olivera, Wiener y a este humilde redactor, nos amalgama una devoción insobornable por las causas de justicia y somos ricos en buen humor, estudio profundo de los casos y alguna capacidad para escribirlos en forma de artículos de difusión urbi et orbi. Suman decenas los textos que hemos producido y que serán compilados en edición libresca al alcance de todos los públicos: los que estudian en las universidades, los que suelen ir por mil razones al Poder Judicial, los que desean enterarse de los intríngulis que rodean el caso de un ex presidente tramposo por convicción y temperamento y quienes desean enterarse de las trapacerías de alto vuelo en que incurren delincuentes congénitos y judiciales. Somos tres autores, a lo Pirandello, en busca de un editor que pueda dinamizar un tomo de no menos de 500 páginas.

Antes he escrito sobre esta mácula pestilente de la política peruana, el alanismo:

"Hay razones potentes y sobradas para distinguir la doctrina creada por Haya de la Torre, el aprismo, de la degeneración de logreros que una vez instalados en la maquinaria estatal, trocaron en expoliadores y comisionistas de todos los negociados posibles. El mandato se convirtió en la maldición que previó Víctor Raúl en su carta desde San Lorenzo el 3 de octubre de 1923 cuando admonizaba contra los que hacen de la política vil negociado culpable. Y así ha sido y hay responsables que obedecen no a los llamados ideológicos y sociales sobre los cuales se construyó un partido que antaño fuera señuelo, jaculatoria y trompeta de lucha contra los poderosos y que en los días actuales pelea contra una agonía, no sabemos si unamuniana, o terminal. El alanismo, la exaltación o endiosamiento en singular de un personaje, el Midas al revés de que habla César Hildebrandt, es una tara envilecida y oliente a los peores vicios de la tragedia del pisco y la butifarra. Sus protagonistas, mercenarios a quienes se paga los servicios para mantener la impostura y la farsa. En aquel sainete brilla el dinero que compra conciencias y abate pobrezas, pero ausente está el proyecto histórico, la lucha por la soberanía geopolítica que no tiene sustento sin soberanía popular ni identidad nacional con ideas claras, revolucionarias y democráticas. Lo escrito en Liberación antes que envejecer retrata pioneramente lo que la ciudadanía critica: la corrupción. Nadie puede confundir alanismo, episódica trapisonda capaz de mangonear cualquier congreso o cita partidaria con el antiguo edificio que Haya construyó. Leamos. (1-2-2010) ¡El aprismo es aprismo, no alanismo! http://www.voltairenet.org/article163796.html

Y la lucha contra el alanismo no corresponde sólo a quienes impugnan a aquél dentro del Apra (cada vez son más), sino a la sociedad peruana que involuciona al compás de este retroceso que se equipara al civilismo que compraba conciencias y emborrachaba a las masas con pisco y butifarra para sus propósitos envilecedores.

¿Qué no harán los jueces alanistas? Es un tema de horas y de serena y vigilante expectativa.

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