Reunión del Consejo Supremo de Defensa italiano.

Después de recibir la luz verde del Consejo Supremo de Defensa [italiano], convocado por el presidente Giorgio Napolitano, la ministra de Defensa Roberta Pinotti publicó las líneas directivas del futuro Libro Blanco para la Seguridad internacional y la Defensa, que trazará «la estrategia evolutiva de las fuerzas armadas para los próximos 15 años».

Como indican las líneas directivas, esa estrategia seguirá el camino ya trazado en 1991, inmediatamente después de la participación de la República Italiana, bajo las órdenes de Estados Unidos, en la primera guerra contra Irak, que además fue para Italia su primera guerra desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Siguiendo el modelo de la reorientación estratégica del Pentágono, el ministro de Defensa del gobierno de Giulio Andreotti había anunciado en aquel momento un «nuevo modelo de defensa». En violación de la Constitución [1], establecía que el deber de las fuerzas armadas de Italia es «la salvaguardia de los intereses nacionales, en el sentido más amplio del término, allí donde sea necesario» y definía a Italia como «elemento central de la zona que se extiende desde el estrecho de Gibraltar hasta el Mar Negro conectándose a través de Suez con el Mar Rojo, con el Cuerno de África y con el Golfo Pérsico».

Ese «modelo de defensa» ha pasado de un gobierno a otro, y de una guerra a otra, siempre bajo las órdenes de Estados Unidos (en Yugoslavia, Afganistán, Irak y Libia) y sin que nunca se haya discutido al respecto en el Parlamento. Y tampoco ha de discutirse ahora que, por decisión del Consejo Superior de Defensa –bajo la presidencia del presidente de la República Giorgio Napolitano–, se ha decidido que la ministra de Defensa enviará sus líneas directivas a los presidentes de las comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa de las dos cámaras del Parlamento «para que puedan eventualmente surgir evaluaciones y sugerencias útiles para la definición del Libro Blanco, cuya iniciativa y responsabilidad asume el gobierno».

Por lo tanto, la orientación de fondo se mantiene intacta y no puede ser sometida a discusión. El deber de las fuerzas armadas –según se recuerda en las líneas directivas– no es tanto la defensa del territorio nacional, actualmente mucho menos expuesto a amenazas militares de carácter tradicional, como la defensa de los «intereses nacionales», sobre todo los «intereses vitales», y en particular la «seguridad económica». Esa seguridad consiste en la «posibilidad de beneficiarse de los espacios y recursos comunes mundiales sin limitaciones», con una «referencia particular a los recursos energéticos».

Para ello, Italia tendrá que operar en el «entorno oriental y meridional de la Unión Europea, hasta los países del llamado entorno ampliado» (incluyendo el Golfo Pérsico). Para salvaguardar los «intereses vitales», según nos explican, «el país está dispuesto a recurrir a todas las energías disponibles y a todos los medios necesarios, incluyendo el uso de la fuerza o la amenaza de recurrir a ella».

En el futuro próximo las fuerzas armadas [de Italia] estarán llamadas a operar para alcanzar objetivos cada vez más complejos ya que «se desarrollarán riesgos y amenazas en las áreas geográficas ampliadas o fragmentadas, cercanas o alejadas del territorio nacional». Refiriéndose en particular a Irak, Libia y Siria, el Consejo Supremo de Defensa [de Italia] subraya que «todo Estado fallido se convierte inevitablemente en un polo de acumulación y de difusión internacional del extremismo y la ilegalidad». Lo que no se dice es que son «Estados fallidos» porque fueron destruidos por las guerras de la OTAN, y con la participación activa de las fuerzas armadas italianas.

Según las líneas directivas, esas fuerzas armadas deben transformarse cada vez más en un «instrumento con un amplio espectro de capacidad, capaz de integrarse a dispositivos multinacionales», con vista a su utilización «en cualquier fase de un conflicto y durante un periodo prolongado».

Los recursos energéticos que habrá que destinar a ese objetivo, indica el Consejo Supremo de Defensa [de Italia], «no deberán estar por debajo de niveles mínimos inviolables» (que serán cada vez más altos) ya que –como se subraya– «el instrumento militar representa para el país una seguridad y una garantía de su propio porvenir». Para ello se anuncia una ley de presupuesto quinquenal para las grandes inversiones en materia de defensa (como la compra del nuevo avión de combate [estadounidense] F-35 en aras de garantizar «la indispensable estabilidad de recursos».

Es conveniente, además, «empujar la industria a evolucionar en el sentido de trayectorias tecnológicas e industriales que puedan responder a las exigencias de las fuerzas armadas». En otras palabras, hay que dar un impulso a la industria de guerra, apostando por la innovación tecnológica que «se ha hecho necesaria debido a la exigencia de una adecuación continua de los sistemas», o sea porque hay que modernizar constantemente los sistemas de armas. Al mismo tiempo, es necesario no sólo un mejor entrenamiento militar sino una elevación general de la «condición social del personal militar» a través de ajustes jurídicos y legales.

Como nace de la «exigencia de proteger los intereses legítimos de la comunidad», según se afirma en las líneas directivas, «la defensa no puede ser considerada un tema de interés esencialmente de los militares sino de toda la comunidad». La ministra Pinotti invita así a todos los italianos a enviar «posibles sugerencias» a la dirección de correo electrónico librobianco@difesa.it.

Esperamos que muchos de nuestros lectores así lo hagan.

Como nuestra rúbrica semanal «El arte de la guerra» se publica directamente en italiano pero se traduce además generalmente a 6 idiomas (inglés, francés, español, alemán, árabe y portugués) esperamos que lectores de «toda la comunidad» y deseosos de «proteger [sus] intereses legítimos», incluso fuera del territorio italiano, hagan llegar a la ministra italiana Roberta Pinotti, para el futuro Libro Blanco para la seguridad internacional y la defensa, sus «posibles sugerencias» compatibles con el Artículo 11 de la Constitución de la República Italiana de 1947, artículo que les invitamos a leer a continuación. NdlR.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio

[1Artículo 11 de la Constitución de la República Italiana
«Italia repudia la guerra como instrumento contrario a la libertad de los demás pueblos y como modo de solución de los conflictos internacionales; acepta, en condiciones de reciprocidad con los demás Estados, las limitaciones de soberanía necesarias para un orden que garantice la paz y la justicia entre las Naciones; promueve y favorece las organizaciones internacionales que persigan ese fin.»