Para Estados Unidos, lo más importante de todo lo que está sucediendo en Ucrania es que esos acontecimientos logren echar abajo las relaciones entre la Federación Rusa y la Unión Europea. En efecto, todas y cada una de las acciones de Estados Unidos no son otra cosa que intentos de alcanzar ese objetivo, recurriendo además a varios medios a la vez. Por un lado, Estados Unidos lanza llamados a la paz, permitiendo así a los criminales de Kiev redistribuir nuevamente sus tropas y dejando empantanados a aquellos a quienes habían prometido refuerzos después de sufrir –otra vez– una dura derrota en el frente. Pero por otro lado imponen «sanciones» [1] contra la Federación Rusa, sanciones que no sólo perjudican la economía rusa sino también la economía europea.

Lo que estamos viendo es un caso muy interesante. Por supuesto, si nos remitimos a las cifras, las sanciones van a generar pérdidas que tendrán consecuencias más dolorosas para Rusia que para la Unión Europea, dada la enorme diferencia entre los presupuestos de ambas entidades.

En ciertos sectores, sin embargo, parece que las «sanciones» serán incluso útiles a Rusia. En ese caso se halla, por ejemplo, la compra de los navíos portahelicópteros franceses clase Mistral, que sin dudas lastraría el presupuesto y las fuerzas armadas rusas [2].

En todo caso, hay muchos sectores donde las pérdidas serán comparables para ambas partes, e incluso más dolorosas para Rusia. Al menos eso es lo que todo el mundo dice…

El hecho es que Rusia dispone de un excedente presupuestario y el departamento económico del gobierno ruso se desespera buscando nuevos medios de no gastar ese dinero inútilmente. Los ministros se esfuerzan por inventar todo tipo de fondos (fondos de estabilización, de reserva, etc.) donde situar los ingresos para no ser considerados responsables de haber gastado ese dinero sin discernimiento. Podemos compensar fácilmente los efectos de todo tipo de «sanciones» con sólo modificar las reglas presupuestarias, permitiendo así la utilización de una parte de esas sumas de dinero que entran en las cajas del país. Y ni siquiera estoy hablando de la posibilidad de sacar el dinero que ya ingresó en esos fondos y utilizarlo para cubrir las pérdidas provocadas por todas las «sanciones» posibles e imaginables.

Si nos amenazan [a Rusia] con impedirnos el acceso a ciertas tecnologías avanzadas… será el momento de crear nuestras propias instituciones de investigación científica para que elaboren esas tecnologías de vanguardia. Además, numerosas empresas y centros rusos de investigación científica –y sobre todo los especialistas que allí trabajan– sobrevivieron a la ola reformadora del último cuarto de siglo. Así que no hay de qué asustarse.

En cambio, la situación es mucho más difícil para los europeos e incluso para los propios estadounidenses porque Europa occidental y Norteamérica están atravesando una verdadera crisis y sólo logran conservar una estabilidad aparente recurriendo constantemente a la emisión de grandes cantidades de dinero sin valor. En ese estado de cosas, cualquier disminución de la actividad real –en particular la reducción de la actividad concreta de los ciudadanos y de sus ingresos reales– tendrá una fuerte repercusión en las economías de esas regiones.

Por eso estimo que no tenemos [en Rusia] nada que temer de las «sanciones» y que estas serán más nocivas para quienes las decretan que para Rusia. Nosotros [Rusia] siempre sabremos salir adelante de alguna manera. Y no hay que excluir la posibilidad de que el departamento económico del gobierno ruso decida dar prueba de sentido común, como lo exige la situación, aunque –personalmente– yo preferiría una reforma de su composición, para que sus miembros se conviertan en víctimas de sus propias decisiones.

Así que no tenemos que sentir temor alguno ante las «sanciones» ni el nuevo cese del fuego –que no es de hecho otra cosa que un nuevo cambio de táctica de los criminales de Kiev.

Como ya hemos visto en el pasado, en Rusia siempre acabamos por imponernos tanto a las «sanciones» como a los criminales.

Fuente
Оdnako (Rusia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la traducción del ruso de Julia

[1La noción de «sanción» supone la existencia de algún tipo de falta que merece castigo, lo cual nada tiene que ver con las sanciones decretadas contra Rusia simplemente porque la falta no existe. La Unión Europea adopta sus «sanciones» basándose en simples sospechas, basadas a su vez en meras afirmaciones de los dirigentes de Estados Unidos. En este caso, la Unión Europea recurre al término «sanciones» para disimular lo que en realidad constituye una agresión económica. NdlR.

[2La compra de los 2 navíos franceses clase Mistral no es precisamente resultado de una necesidad militar sino de la corrupción de dirigentes franceses y rusos, cf. «Francia-Rusia: los navíos de guerra clase "Mistral" provocan turbulencias», Red Voltaire, 25 de julio de 2010. La anulación de la venta a Rusia de esos navíos franceses traería graves complicaciones a la economía de Francia, cf. «¿Venderá Francia sus barcos de guerra a Rusia?», Red Voltaire, 20 de marzo de 2014. Pero lo más grave es la desconfianza que reinaría en lo adelante entre los compradores de armamento francés. Ante la indecisión de Francia sobre la entrega de los Mistral a Rusia, la India ha suspendido la compra de más de un centenar de aviones de combate franceses del tipo Rafale.