18-9-2014

Parafraseando el título de una célebre tradición de Ricardo Palma: ¡A la cárcel todo Cristo!, bien vale la pena con humor eximio recordar cómo en ejecutiva acción una multitud echó literalmente a la basura a un diputado en Ucrania. El asunto es muy cómico y posee trasfondos universales. El repudio a los legisladores tiene adherentes en el globo entero.

Decenios atrás escribió Manuel González Prada:

"Entonces ¿de qué nos sirven los Congresos? ¿Por qué, en lugar de discutir la disminución o el aumento de las dietas, no ponen en tela de juicio la necesidad y conveniencia de suprimirse? ¡Qué han de hacerlo! Senadurías y diputaciones dejan de ser cargos temporales y van concluyendo por constituir prebendas inamovibles, feudos hereditarios, bienes propios de ciertas familias, en determinadas circunscripciones. Hay hombres que, habiendo ejercido por treinta o cuarenta años las funciones de representante, legan a sus hijos o nietos la senaduría o la diputación. No han encontrado la manera de llevarse las curules al otro mundo. Haciendo el solo papel de amenes o turiferarios del Gobierno, los honorables resultan carísimos, tanto por los emolumentos de ley y las propinas extras, como por los favores y canonjías que merodean para sus ahijados, sus electores y sus parientes. Comadrejas de bolsas insondables, llevan consigo a toda su larga parentela de hambrones y desarrapados. En cada miembro del Poder Legislativo hay un enorme parásito con su innumerable colonia de subparásitos, una especie de animal colectivo y omnívoro que succiona los jugos vitales de la Nación.", Nuestros legisladores, Horas de Lucha, 1906.

Ciertamente si alguna cólera suscita el título de esta modesta contribución, no olvide el cucufato criollo de reclamarle a don Ricardo Palma que no a mí humilde retransmisor.

Con pomposo deleite nuestros legisladores exigen la impresión en sus tarjetas del texto: Congresista de la República. ¡Como si las burradas o sandeces a que en no poco son tan aficionados los parlamentarios variara si pusieran congresistas a secas, sin oropel ni vanidad campanuda!

Para el ruso Vladimir Ilich, más conocido como Lenin, la Duma -congreso ruso del zarismo- aquella era un establo burgués aunque no hesitó cuando los días de octubre de 1917 para considerarla objetivo capturable.

En todas las épocas y lugares los parlamentos han protagonizado ridículos estentóreos o gritos liberacionistas de excelsa virtud cívica. Pero hay excepciones, Perú pareciera ser el escenario de una de las de mayor significación.

Veamos. Casi hay consenso en apreciar que el conjunto de inquilinos precarios en Plaza Bolívar ostenta un nivel deplorable. Bastaría con citar el abultado guarismo que nomina los esperpentos judiciales de muchos de ellos. Acaso sería algo similar enunciar el nivel intelectual de los legiferantes y encontraríamos sorpresas de calibre cataclísmico: ¿distinguirán muchos de ellos entre la geografía y la política? Cualquier respuesta activa alarmas más que sonoras.

Son frecuentes las riñas a patada y a bofetada limpia que protagonizan los diputados en Corea del Sur. Ocurre en muchas otras partes también. Como el aparato fonador ya no basta para la persuasión, entonces vuelven al troglodita patán que casi siempre llevan consigo apenas se enteran que el pueblo los eligió para gozar de inmunidad. Aquí y acullá.

Y aunque no debiera alentarse la imitación de los buenos ejemplos que vienen de allende y aquende, hay que pensar en costos: ¡100 o más depósitos idénticos a los de Ucrania! para emprender dinámicas parecidas. Alguna vez en Liberación propuse la militancia de 100 burros para llevarse en cabalgata a los parlamentarios de los años 2000 a la que bauticé como la oposición sentada y cobradora que tanto celebraba en cuitas de humor sano, Raúl Wiener.

Acudamos, una vez más, a González Prada en su citado misil:

"La vergüenza del Perú no está en haber sido arrollado y mutilado por Chile (¿qué pueblo no ha sufrido mutilaciones ni derrotas?); el oprobio y la ignominia vienen de seguir soportando el yugo de tanto orador sin oratoria, de tanto moralizador sin moral, de tanto sabio sin sabiduría. Sí, ustedes son la carcoma y el deshonor del Perú, oh barberos y sacamuelas de la Sociología, oh Purgones y Sangredos de la política, oh charlatanes y confeccionadores de miríficas drogas para sanar y prevenir todas las enfermedades del cuerpo social.

Cuando transcurran los tiempos, cuando nuevas generaciones divisen las cosas desde su verdadero punto de mira, las gentes se admirarán de ver cómo pudo existir nación tan desdichada para servir de juguete a bufones y criminales tan pequeños."

Por tanto: ¡a la basura todo Cristo! Damos por descontado que nadie se sentirá ofendido salvo que la comisión de sus fechorías le encuadre en la atorrante descripción de desaguisados de que hemos dado cuenta. ¿O no?

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¡A la basura todo Cristo!
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