El portaviones Garibaldi, ya remozado en el arsenal de Tarento, seguirá en servicio por al menos 7 u 8 años más. Los trabajos de modernización, que abarcaron casi todos los sectores y estructuras del navío, costaron más de 10 millones de euros. Por lo tanto parece que se ha descartado la venta de ese barco a Angola, cuyo gobierno, a la cabeza de un país donde casi la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza, aspira a convertirse en el primer gobierno africano poseedor de un portaviones. El verdadero negocio, si finalmente se concretara la venta del Garibaldi, serían los contratos que el comprador firmaría con diversas empresas italianas para la gestión de los sofisticados sistemas del navío.

El Garibaldi, de 180 metros de eslora y previsto para una tripulación de 600 militares, fue construido como portahelicópteros en los años 1980 y convertido 10 años después en portaviones con el embarque de cazas del tipo Harrier, aparatos que ahora se piensa reemplazar con los futuros F-35B del nuevo portaviones [italiano] Cavour. Según la marina de guerra italiana, el Garibaldi ha desempeñado un papel fundamental, como navío almirante de la flota en todas las principales «misiones internacionales» [en las que ha participado Italia], desde Somalia hasta Yugoslavia, desde Afganistán hasta el Líbano, hasta la aún reciente «Operación Protector Unificado» desatada contra Libia en 2011. Así que ha contribuido a «elevar Italia a un rango y prestigio internacional antes reservados exclusivamente a unos pocos paises».

El ahora modernizado Garibaldi sigue siendo «un valiosísimo instrumento estratégico de alta capacidad operativa, capaz de movilizar en tiempo mínimo». Para cierto tipo de operaciones resulta incluso más adecuado que el Cavour, el nuevo portaviones [italiano] dotado de una pista de despegue de 220 metros de largo por 34 metros de ancho y de un gran hangar capaz de recibir tanto bombarderos como vehículos terrestres de asalto terrestre.

El Cavour, cuyo costo (incluyendo los futuros F-35), se eleva a 3 500 millones de euros, tiene además un elevado costo por día de navegación (200 000 euros). Y cuando está en puerto cuesta 100 000 euros diarios. Fue por eso que en 2011, para los bombardeos contra Libia, se decidió utilizar más bien el Garibaldi, cuyo costo de navegación es de “sólo” 130 000 euros diarios –sin olvidar que a ese costo hay que sumar el de los aviones basados a bordo, que cuestan unos 10 000 euros por hora de vuelo.

En la guerra contra Libia también participaron el navío torpedero Andrea Doria, el navío de abastecimiento Etna, las unidades anfibias San Giusto, San Giorgio y San Marco así como 2 submarinos, 3 fragatas, 5 corbetas y 7 patrulleros. Algunas de esas unidades navales participaron después en la Operación «Mare Nostrum», que el almirante De Giorgi definió, al dirigirse a las tripulaciones, como «una guerra que estamos librando contra la muerte en el mar, contra las desgracias que han caído sobre los pueblos y la gente que ustedes salvan». Desgracias que en su mayoría hubiesen podido evitarse si Italia no hubiera participado en la destrucción del Estado libia por medio de la guerra.

Pero se sigue preparando para otras guerras la marina de guerra [italiana], que «contribuye a la defensa de los intereses del país» en el «Mediterráneo ampliado» que, en el marco de la estrategia USA/OTAN, se extiende desde el Atlántico hasta el Mar Negro y, por el sur, hasta el Golfo Pérsico y el Océano Índico. La nueva flota que se está planeando montar con los 6 000 millones de euros que garantizan la Ley de Estabilidad y otros financiamientos, tendrá como estructura de proyección el portaviones Cavour y el nuevo gran navío de asalto anfibio portahelicópteros llamado a sustituir el Garibaldi así como 10 fragatas lanzamisiles Fremm –construidas con los fondos del ministerio de Desarrollo Económico (que ya ha financiado 8 de esas unidades navales)– y una veintena de nuevas unidades construidas con financiamientos ad hoc.

Como anunció [el primer ministro italiano Matteo] Renzi, «el empleo fijo ya no existe» para los trabajadores. Pero quienes viven de la máquina de guerra pueden dormir tranquilos. Nuevas guerras garantizan sus ganancias.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio.