Reunión de los ministros de Defensa de la OTAN (Bruselas, 5 de febrero de 2015).

Para los ministros de Defensa de la OTAN, reunidos en Bruselas, ha sido «una jornada muy intensa». Después del encuentro bilateral, en el que el secretario de Defensa de Estados Unidos transmitió las órdenes al secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg, hubo una reunión del Grupo de Planificación Nuclear, al que pertenece Italia, lo cual constituye una violación del Tratado de No Proliferación Nuclear.

Como no se ha publicado ningún comunicado, simplemente no se sabe lo que decidió el grupo. Pero, como Washington ha reafirmado que «la OTAN seguirá siendo una alianza nuclear», puede deducirse que se ha decidido acelerar la «modernización» de las fuerzas nucleares estadounidenses desplegadas en Europa –lo cual incluye Italia– y seguir mejorando el potencial de las fuerzas nucleares de Francia y Gran Bretaña.

Se reunió después la Comisión OTAN-Georgia, que resaltó la contribución georgiana en las operaciones en Afganistán y en la «Fuerza de Respuesta de la OTAN», como preludio de la ya segura incorporación de Georgia al pacto atlántico.

Después de esos constructivos preliminares se desarrolló la reunión del Consejo del Atlántico Norte, con la participación de los 28 ministros de Defensa, donde se anunció que la OTAN ha decido reforzar sus contingentes militares para emprender «toda la gama de misiones» y «enfrentar los desafíos provenientes de todas partes». Se resaltó el tema de Ucrania, donde «la violencia se acrecienta» porque «Rusia sigue violando las normas internacionales al respaldar a los separatistas». También se resaltó «el extremismo violento que está expandiéndose en el norte de África y en el Medio Oriente». Así que decidieron incrementar la «Fuerza de Respuesta de la OTAN», cuyos efectivos pasaron de 13 000 a 30 000 hombres, y crear unidades de mando y control en 6 países del este de Europa. Y también crearán una «Fuerza de vanguardia» de 5 000 hombres, capaz de desplegarse en cuestión de días.

O sea, la OTAN –y con ella Italia– está en guerra en dos frentes a la vez: en el este y el sur. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

Desde que terminó la guerra fría, Estados Unidos ha venido utilizando la OTAN para mantener el liderazgo estadounidense en el oeste de Europa y conquistar a la vez el este del Viejo Continente. Después de haber destruido Yugoslavia mediante la guerra, la OTAN se extiende hacia el este absorbiendo todos los países del difunto Pacto de Varsovia, 2 repúblicas de la antigua Yugoslavia y 3 de la antigua URSS. Al convertirse en miembros de la OTAN, los países del este se vuelven más dependientes de Washington que de Bruselas.

Pero aparece algo que no favorece el plan de conquista. Rusia se sobrepone a la crisis, incrementa sustancialmente sus relaciones económicas con la Unión Europea aportando la mayor parte del gas natural que esta necesita y abre nuevos sectores a las relaciones económicas con China, todo lo cual hace peligrar los intereses estratégicos estadounidenses.

Estalla entonces la crisis en Ucrania: después de haberse garantizado –a través de años de trabajo– el control de posiciones claves en el seno del aparato militar ucraniano y de haber garantizado entrenamiento a los grupos neonazis, la OTAN promueve el putsch de Kiev. De esa manera obliga a Moscú a tomar partido en la defensa de los rusos de Ucrania, lo cual expone Rusia a las sanciones de Estados Unidos y de la Unión Europea. Y las subsiguientes sanciones rusas, cuyas consecuencias perjudican principalmente a la Unión Europea, favorecen la asociación transatlántica para el comercio y la inversión, a través de la cual Washington trata de reforzar su influencia en la Unión Europea.

Simultáneamente, bajo las órdenes de Estados Unidos, la OTAN extiende su estrategia hacia el norte de África y el Medio Oriente. La destrucción del Estado libio mediante la guerra, la operación similar emprendida contra Siria, la reanudación de la guerra en Irak, el uso de esa arma de doble filo que son los grupos yihadistas –utilizados tanto para derrocar los gobiernos designados como objetivos que deben ser abatidos como para justificar nuevas intervenciones militares– forman parte de la estrategia de Estados Unidos, aplicada a través de la OTAN.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio