Las investigaciones de Nick Dunbar y Elisa Martinuzzilam y escritos de Eduardo Febbro, entre otros, desvelaron la falsificación de las cuentas públicas griegas. Fraude contable perpetrado por la banca Goldman Sachs al servicio del gobierno conservador griego. Para que Grecia pudiera integrarse en el euro.

En 2000, la deuda griega era 103 por ciento del producto interno bruto, pero Goldman Sachs cambió la deuda cotizada en dólares y yenes por euros con una tasa de cambio ficticia, además de otras maquinaciones. Así redujeron en falso el endeudamiento de Grecia. Goldman Sachs engañó a la Unión Europea, pero nunca respondió ante la ley, protegida por complicidades de instituciones financieras y políticas europeas.

Complicidades como la de Papademos, gobernador del Banco Central griego de 1994 a 2002; de Christoforos Sardelis, jefe de la oficina de gestión de la deuda griega de 1999 a 2004; de Spyros Papanicolaou, que lo reemplazó; de Jean Claude Trichet, entonces presidente del Banco Central Europeo, que negó documentación que hubiera permitido conocer la verdad de esa deuda; o de Mario Draghi, hoy presidente del Banco Central Europeo (BCE), vicepresidente de Goldman Sachs para Europa entonces. ¿Draghi no conocía el arreglo de las cuentas griegas cuando su banca organizó el montaje? Además, el BCE y otras entidades impidieron auditorías que hubieran desvelado el engaño de esa deuda. Una deuda cuyo manejo por la Troika cumple el papel de dominación como las legiones imperiales de Roma o los ejércitos coloniales del siglo XIX. Así funciona en el Sur de Europa.

Ahora que Comisión y BCE niegan el pan y la sal al pueblo griego, retrocedamos a 1954, para recordar, una vez más, que Alemania salió del profundo hoyo económico en el que estaba hundida por dos guerras mundiales (que ella provocó y empezó) por la solidaridad de 25 países acreedores (entre ellos, Grecia y España). Le perdonaron 62 por ciento de deuda, prolongaron los plazos de pago del resto y redujeron los intereses. Europa fue generosa y lúcida: si en 1 mes Alemania Federal (entonces) ingresaba menos por exportaciones que los intereses a pagar, éstos se aplazaban.

Pero no sólo Alemania. Hubo amplias reducciones de deuda pública a Francia e Italia tras la Segunda Guerra Mundial. Quitas de 52 y 36 por ciento respecto a sus PIB de 1934. La deuda de ambos países fue perdonada en gran parte y con esas medidas sus economías mejoraron y ambos países devinieron potencias económicas.

Las quitas son práctica corriente desde hace siglos. ¿Por qué Grecia no ha de tener ese trato? Es de justicia, porque la desastrosa situación de Grecia es el fruto purulento de una cadena de delitos económicos en la que hay implicados muchos poderes. ¿Acaso el origen delictivo de parte de la descomunal deuda griega no la hace parcialmente ilegítima? Y las deudas ilegítimas no se pagan, como formuló en 1927 el jurista y profesor ruso Alexander Sack; nada bolchevique, por cierto. Por no hablar de las compras de helicópteros de combate y buques de guerra del gobierno conservador griego a Francia y Alemania en los primeros años de la crisis. Compras que la Troika no consideró que debieran anularse. Lo que empapa de ilegitimidad esa deuda por material de guerra.

Grecia saqueada, recesión, despidos masivos, ajustes, retrocesos sociales y miseria. Son los frutos de la trampa y crecimiento de la deuda griega más el rescate y otras injusticias adjuntas. Pero la Comisión Europea y el BCE no parecen dispuestos a una quita, no sea que haya justicia en Europa y cundan la sensatez y la solidaridad financieras con los Estados más endeudados..

Fuente
Contralínea (México)