La construcción del nuevo aeropuerto para la Ciudad de México, en el Lago de Texcoco, pone en riesgo inminente a poblaciones de 100 mil o más aves acuáticas; de éstas, unas 250 especies se enlistan en la Ley de Conservación de Aves Migratorias Neotropicales, 12 en la NOM-059-SEMARNAT-2010, una bajo la categoría de amenazada y 11 sujetas a protección especial.

La pérdida total o parcial de ese hábitat también pone en peligro la vida de mamíferos y reptiles endémicos. Sin embargo, la dependencia encargada de velar por la vida y la seguridad de las especies –la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)– concedió su aval al proyecto.

Con 20 condicionantes y 34 observaciones de instancias gubernamentales y expertos, y a 2 meses de recibir la Manifestación de Impacto Ambiental del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para su evaluación, la Semarnat autorizó la construcción y funcionamiento de la terminal aérea sobre el antiguo Lago de Texcoco. La omisión deliberada de información y las deficiencias técnicas son la constante en el legajo de más de 900 páginas, sostienen nueve científicos.

Luego de la revisión del documento SGPA/DG RA/DG/09965 del proyecto Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, SA de CV, MIA-15EM2014, el Grupo de Análisis de Manifestaciones de Impacto Ambiental de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) –organización no lucrativa conformada por científicos mexicanos de campos de las ciencias naturales, sociales y las humanidades– concluye que el proyecto “debió ser rechazado por la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA)”.

El 28 de noviembre de 2014, la Subsecretaría de Gestión para la Protección Ambiental a través de la DGIRA emitió el oficio SGPA/DGIRA/DG/099965 dirigido a Raúl González Apaolaza, representante legal del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, SA de CV.

Con el documento, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) autoriza, por 48 años, en materia de impacto y riesgo ambiental la preparación y construcción del proyecto en cuatro fases: de 2014 a 2018 la fase 1, de 2018 a 2023 la fase 2, de 2023 a 2028 la fase 3, y de 2028-2062 la fase 4.

El aval habría sido emitido 77 días después de que el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, SA de CV, ingresara la Manifestación de Impacto Ambiental para su análisis y evaluación.

Compuesta por 133 páginas, la autorización lleva la firma de Alfonso Flores Ramírez, director general de la Dirección de Impacto y Riesgo Ambiental de la Semarnat. El funcionario habría sido denunciado ante el Órgano Interno de Control en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en abril de 2012, por la organización ambientalista Greenpeace por declararse incompetente para cancelar Cabo Cortés, el megacomplejo turístico a cargo de la empresa española Hansa Urbana, que amenazaba el arrecife y al parque marino de Cabo Pulmo, en Baja California Sur.

Poco más de 2 meses bastaron para que la dependencia emitiera el aval con 20 condicionantes y 34 observaciones de instancias gubernamentales y expertos.

“La DGIRA resuelve de manera inadecuada y en muchos casos acepta las propuestas del promovente sin ninguna condicionante. Esto resulta completamente inaceptable debido a la magnitud del proyecto y a los impactos ambientales y sociales que generará a mediano y largo plazo”, alertan los científicos de la UCCS.

Entre las principales observaciones del Grupo de Análisis de la UCCS, encabezado por Fernando Córdova Tapia, se encuentra la siembra de 264 mil 534 individuos de especies exóticas invasoras como una de las principales medidas de compensación para la restauración o recuperación de terrenos colindantes al predio que ocupará el nuevo aeropuerto a fin de compensar las afectaciones derivadas del cambio de uso de suelo.

El programa pretende plantar 134 mil 11 individuos de Tamarix aphylla, 125 mil 290 individuos de Tamarix chinensis, 4 mil 70 individuos de Lycium spp, 1 mil 163 individuos de Casuarina equisetifolia y 290 individuos de Opuntia streptacantha en el área propuesta para la compensación ambiental.

“Resulta extremadamente preocupante que cuatro de las cinco especies que se utilizarán son especies exóticas invasoras, cuyos efectos nocivos para la flora y fauna nativa han sido ampliamente estudiados y muy bien documentados a nivel nacional y mundial.”

Por ello, consideran que por ningún motivo puede considerarse una medida de compensación, sino una actividad que traería gravísimos impactos ambientales a mediano y largo plazo para los ecosistemas del Valle de México.

“Tanto el género Tamarix como el género Casuarina son reconocidos por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) como unas de las principales amenazas para la flora y fauna nativa de las áreas naturales protegidas a nivel nacional.”

Para ellos, la siembra de estas especies exóticas invasoras debe de ser evitada sin excepción alguna dentro del territorio mexicano. “Es completamente inaceptable que el resolutivo emitido por la DGIRA no mencione ni tome en cuenta la gravedad de la introducción de especies invasoras y además apruebe su siembra sin condicionantes como medida de compensación a la construcción del aeropuerto”.

Cambio de uso de suelo

El nuevo aeropuerto habrá de construirse sobre 4 mil 431 hectáreas de los municipios de Atenco y Texcoco, en el Estado de México, en una zona con uso de suelo no urbanizable, según se lee en la propia Manifestación de Impacto Ambiental.

Sobre el análisis del ordenamiento territorial, el grupo de científicos aglutinados en la UCCS señala que, en el Programa de Ordenamiento Ecológico General del Territorio (POEGT), el predio del proyecto corresponde a la Unidad Ambiental Biofísica (UAB) 121, en la que los rectores son el desarrollo social y el turismo, y como coadyuvantes están las actividades forestales-industriales y de preservación de flora y fauna.

También indican que en el Plan Municipal de Desarrollo Urbano de Texcoco, la zona del Vaso del Exlago de Texcoco se considera como Área Natural Protegida, ya que constituye una de las zonas con mayor valor ambiental del municipio. Este Plan Municipal establece las políticas de preservación de zonas no urbanizables, entre las cuales destacan el estricto control en el crecimiento urbano de la Zona del Vaso del Exlago de Texcoco y la promoción e impulso a las actividades agrícolas, desalentando los asentamientos humanos.

Al tratarse de un proyecto de alto impacto, que pretende construir un desarrollo urbano en una zona de recarga de mantos acuíferos, una zona arqueológica, terrenos inundables y con riesgos previsibles de desastre por hundimiento e inundaciones, “el desarrollo del aeropuerto debió de haber sido negado por la DGIRA; sin embargo, el resolutivo hace caso omiso a esta legislación al argumentar que en dicha zonificación no se hace referencia a la prohibición de las obras y actividades que contempla el proyecto, por lo que no se identificó contravención alguna en el Plan Regional de Desarrollo Urbano del Valle Cuautitlán-Texcoco, en los planes Municipales de Desarrollo Urbano de Atenco y Texcoco, que limiten el desarrollo del proyecto”.

Zona de construcción: área desolada y abandonada

Para los autores de la Manifestación de Impacto Ambiental –Especialistas Ambientales, SA de CV, en colaboración con Planeación y Proyectos de Ingeniería, SC, y el Colegio de Biólogos de México, AC– “desde el punto de vista ecológico el Exlago de Texcoco es solamente un área desolada y abandonada”.

Especialistas Ambientales, SA de CV –cuyo socio director fuera Rodolfo Lacy Tamayo, actual subsecretario de Planeación y Política Ambiental de la Semarnat– explica en el mamotreto que el lecho desecado del Exlago de Texcoco se fue quedando sin uso debido a que sus suelos presentaban condiciones extremadamente adversas de salinidad y sodicidad que no permiten el desarrollo natural de vegetación y han provocado la desecación de la zona, haciéndolas inutilizables para fines urbanos.

Derivado de ello, y sin que “el proyecto implique asentamientos humanos”, el promovente considera viable la construcción y operación de un desarrollo aeroportuario durante 100 años en la región 68 Remanante del Complejo Lacustre de la Cuenca de México con extensión de 2 mil 19 kilómetros cuadrados, donde también se encuentra el Lago de Texcoco, con superficie de 15 mil 106 hectáreas, catalogado como Área de Importancia para la Conservación de las Aves.

Aves endémicas, migratorias y en peligro de extinción, al Bordo de Xochiaca

Tras 5 días de trabajo de campo –2 en noviembre (días 21 y 25), 2 en diciembre (días 10 y 23) de 2013 y 1 en enero (día 9) de 2014– en el que se visitó Texcoco y seis cuerpos de agua: Lago de Texcoco, Parque Ecológico Xochimilco, Ciénega de Tláhuac, Presa de Guadalupe, Presa Zumpango, Presa Cuevecillas, en un ejercicio calificado por los especialistas de la UCCS como pobre e insuficiente, el promovente contabiliza 74 especies de aves acuáticas y terrestres.

Identifica a cuatro de ellas bajo régimen de protección por la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SE MARNAT-2010, 13 en alguna categoría de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por su sigla en inglés) y cuatro en el Apéndice II de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres.

Revela el Grupo de la UCCS que en este apartado el promovente sólo hace referencia a las especies que ellos encontraron en campo y omite a todas las especies registradas en el Área de Importancia para la Conservación de las Aves, identificada con la clave AICA-01 por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).

La ficha técnica, disponible en la página de internet de la Comisión, cuyo coordinador general es el exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México José Sarukhán Kermez, señala expresamente: “El sitio mantiene poblaciones de 100 mil o más aves acuáticas durante el invierno, siendo el área más importante de las dos o tres zonas de hibernación de aves acuáticas del Valle de México. Representa un área de 1 mil 700 hectáreas de lagos permanentes y 2 mil de charcas someras estacionales, lo que favorece el establecimiento de grandes colonias de anidación y reposo de aves acuáticas.”

Apuntan los nueve científicos que se omite información al no señalar que muchas de las especies, 250, se encuentran en la Neotropical Migratory Bird Conservation Act, la Ley de Conservación de Aves Migratorias Neotropicales (NMBCA, por sus siglas en inglés), una iniciativa de subsidios para apoyar proyectos de conservación de hábitats en Estados Unidos, Canadá, Latinoamérica y el Caribe.

Además, de las 250 especies, 12 están enlistadas en la NOM-059-SEMARNAT-2010, una bajo la categoría de amenazada y 11 sujetas a protección especial. Tres especies se encuentran dentro de la lista de la IUCN, dos en la categoría de casi amenazadas y una en la categoría de vulnerable. “Omite por completo el estado de endemismo de las especies registradas”.

También apuntan que se omite información referente a la Red Hemisférica de Reservas Para Aves Playeras (RHRAP); el Lago de Texcoco está catalogado, desde 2007, como un Sitio de Importancia Regional. Esta categoría fue designada debido a que el sitio es utilizado por al menos 20 mil aves playeras tanto residentes como migratorias. Asimismo, el Lago de Texcoco es considerado un sitio prioritario para la distribución y conservación de aves playeras y está ubicado en el lugar número 21 a nivel nacional. De acuerdo con la RHRAP, el lago de Texcoco tiene 47 especies de aves playeras prioritarias de conservación en total, 26 de ellas con preocupación de conservación alta y 21 con preocupación de conservación moderada. Además, 12 de ellas tienen poblaciones bajas y nueve son vulnerables por la pérdida del hábitat.

La MIA “subestima a la avifauna de la región” y pese a que la información sobre si son residentes o migratorias es pública y puede consultarse en la base de datos en línea de la Conabio, el promovente refiere desconocer cuáles de las especies son realmente residentes y cuales migratorias.

De acuerdo con Especialistas Ambientales, SA de CV, las especies serán ahuyentadas de la zona de obra del proyecto o trasladadas a sitios similares cercanos y durante la operación del Aeródromo será mínima la presencia de aves en las pistas de aterrizaje y despegue.

“En caso de desecar el cuerpo de agua, tanto las especies residentes como migratorias se distribuirían en cuerpos de agua cercanos, como el Lago Nabor Carrillo, la Laguna Recreativa, la Laguna Churubusco, Xalapango y Laguna Facultativa, entre otros”, afirma sin mayor detalle la MIA.

En entrevista con Contralínea, Fernando Córdova, de la UCCS, refiere que “el promovente asume que una vez ahuyentadas las aves, no volverán a las horas o días siguientes al mismo lugar” y agrega que no queda claro de qué manera se van a realizar las maniobras, con qué personal y si éste tiene alguna capacitación especial para el manejo de la ornitofauna.

La MIA habla abiertamente de la posibilidad de muerte de especies de aves, reptiles y mamíferos: “Es probable que exista una mortalidad directa o indirecta de la vida silvestre. La sola presencia humana y el uso de maquinaria en la zona, en sí, puede propiciar la mortandad de especies silvestres”, sin embargo considera que el impacto será moderado.

Para los científicos, el vacío de información debió ser tomado en cuenta por la DEGIRA; contrario a ello, acusan, la DGIRA acepta los argumentos presentados por el promovente, no cuestiona de qué manera se ahuyentarán a las aves y si es el mejor método; tampoco cuestiona de qué manera el promovente asegura que los cuerpos de agua contiguos, así como el Río de la Compañía y El Bordo de Xochiaca son sitios propicios para que ahí permanezcan las aves que se ahuyenten. Tampoco se cuestionan los efectos que la avifauna tendrá al ocupar esos sitios, como las posibles muertes debido a la cantidad de residuos que se encuentran en el Bordo de Xochiaca y al asentamiento de una gran cantidad de parvadas.

En la UCCS concluyen que el programa de manejo de la ornifauna es deficiente en sus acciones, en la descripción, sustento y justificación de las mismas, deficiencias técnicas que no son consideradas dentro del resolutivo. “La DGIRA simplemente se limita a solicitar un programa de monitoreo, lo cual no garantiza la protección de las aves de Texcoco”.

Dentro del predio, el promovente también contabilizó 24 especies de vegetación producto de los programas de reforestación y pastización gubernamentales y del desarrollo natural de la vegetación que serán removidos. En el despalme y el desmonte se retirarán, calculan los autores de la MIA, 900 mil metros cúbicos de suelo orgánico y acilla.

Y anotan: “Para los residuos generados en el desmonte y despalme, así como en la construcción será necesario contar con un banco de tiro que debe estar ubicado lejos de cuerpos de agua y en zonas que no cuenten con cobertura vegetal […] como el Bordo de Xochiaca que se encuentra aproximadamente a 6 kilómetros de la obra”.

También se identificaron siete especies de herpetofauna (cuatro anfibios y tres reptiles que, dado sus hábitos acuáticos y lento desplazamiento se verán afectados, subraya la MIA); cinco especies de mamíferos (dos roedores, ratón de patas blancas y meteoro mexicano), así como dos lepóridos reportados para el área (liebre cola negra y conejo castellano), además de manadas de perros domésticos con seis a ocho individuos cada uno.

Certificación LEDD, la farsa sustentable

Ante la laxitud con que las autoridades evalúan y autorizan las manifestaciones de impacto ambiental, desde 2011 la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), a través de un Grupo de Análisis, trabaja en la revisión de los documentos.

El Grupo de Análisis, que realiza dictámenes técnico-científicos de proyectos que potencialmente podrían impactar el ambiente, ha identificado algunos de los factores que debilitan la eficacia de las manifestaciones de impacto ambiental tanto en el nivel local como en el federal.

“La Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) está rebasada. Es completamente ineficiente: en lugar de ser una herramienta para evaluar se ha convertido en un trámite”, dice Fernando Córdova, integrante del Grupo de Análisis de la UCCS, en entrevista.

El también biólogo explica que se trata de un problema estructural: las autoridades otorgan primero las concesiones y después evalúan los impactos ambientales de las obras: “Al ser el gobierno el promovente de los proyectos, aquellos que están al frente de las instancias encargadas de salvaguardar los recursos naturales han adquirido un papel de juez y parte”.

Señala que desde la perspectiva de la UCCS, el sistema de clasificación LEED del Consejo Estadunidense para la Construcción Ecológica que establece criterios de sustentabilidad que reiteradamente ha manifestado el gobierno federal busca obtener, no contempla el contexto en el que se edifican dichos proyectos, y de acuerdo con Fernando Córdova, no debería aplicarse en proyectos que se edifican sobre áreas de valor ambiental como es el caso del Exlago de Texcoco: “Recuperar el lago es de mayor beneficio social”, concluye.

Para la realización de este trabajo se solicitó entrevista con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad. Al cierre de edición, no se obtuvo respuesta.

Aves podrían derribar aviones

De acuerdo con el Grupo de Análisis de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, el claro ejemplo de la problemática de atrayentes para las aves (cuerpos de agua), como lo es el Bordo de Xochiaca, es el aeropuerto 3 de Mayo en Colombia, que se encuentra, aproximadamente, a 2.4 kilómetros de distancia de un relleno sanitario, por lo que las aves carroñeras forman bandadas de más de 20 individuos que sobrevuelan a diferentes alturas del aeropuerto y sus alrededores, generando un alto riesgo para la aeronavegación.

Durante el periodo de Consulta Pública, una de las observaciones formuladas se refiere al tema. En la página 14 del resolutivo se lee: “Considerando que la ubicación de las pistas es con sentido Norte a Sur, y los aviones cruzarán por la zona donde se pretenden construir los nuevos cuerpos de agua, cómo se garantiza que la avifauna que será reubicada al sur del proyecto no se verá afectada.”

La DGIRA responde al cuestionamiento que conforme a lo manifestado por el promovente, la altura de las aves del sitio se reporta de entre 30 y 40 metros, con patrones de vuelo de corta distancia, mientras que las aeronaves en su punto de cruce con el Lago Nabor Carrillo, irán a otras altitudes.

Los nueve científicos de la UCCS que revisaron tanto la Manifestación de Impacto Ambiental presentada por la empresa, como el resolutivo de la DGIRA, sostienen se omite información clave, por ejemplo, señala que las especies registradas (no incluye el registro de Área de Importancia para la Conservación de las Aves) no sobrepasan los 30 y 40 metros de altura en sus vuelos, pero según los listados de especies realizados por la Conabio, algunas especies, en especial las aves de presa migratorias que por lo general vuelan a una altura considerable (de caza, o rapaces con hábitos nocturnos y diurnos) como Cathartes aura, Leucophaeus pipixcan y Buteo swainsoni tienen alturas de vuelo que sobrepasan los 300 y 450 metros (las primeras dos especies están registradas en el listado de la MIA).

También se encuentran registradas en la MIA la especie carroñera Coragyps atratus y la especie Pandion haliaetus, las cuales, el Centro de Estudio y Conservación del Patrimonio Natural reporta con alturas de vuelo que van de bajas a altas, lo cual representa un amplio patrón que puede aumentar las colisiones entre aves y aeronaves.

Estudios señalan que aproximadamente el 87 por ciento de las colisiones entre fauna silvestre y aeronaves que ocurren dentro o cerca de un aeropuerto se da mientras los aviones se encuentran a menos de 600 metros. Los choques a estas alturas son muy peligrosos, ya que los pilotos tienen muy poco tiempo para recuperar el control de la aeronave.

En la MIA también se encuentra la especie Pluvialis dominica, de la cual se ha reportado en el estudio Conceptos básicos sobre aves migratorias Neotropicales, de Mary Deinlein, en 2008, del National Zoo en Washington, Distrito de Columbia, que viaja a una altura de 1 mil 500 metros y en algunas ocasiones a más de 3 mil 600 metros. El mismo estudio señala que la especie Anas platyrhynchos chocó con una aeronave a una altura de 6 mil 400 metros.

“En este sentido no se presenta un registro de las alturas máximas de vuelo por cada una de las especies registradas. Tampoco hay una revisión bibliográfica del historial de impactos de las especies registradas en la zona”, asienta el Grupo de Análisis de Manifestaciones de la UCCS.

Pese a que para el promovente “la avifauna que habite en los nuevos cuerpos de agua que se crearán como medida de mitigación, no se verá afectada, ya que no competirá por el espacio aéreo con las aeronaves en el aterrizaje y despegue, y la creación de nuevos hábitat al Sur del área del proyecto obedecerá a estándares internacionales reconocidos y establecidos en todos los aeropuertos para controlar el riesgo de encuentro de aves-aeronave…” los expertos de la UCCS aclaran que todos los estudios realizados para aeropuertos hacen mención de la competencia que siempre existirá por el espacio aéreo.

“Ningún aeropuerto es inmune al riesgo de la fauna. Por esta razón resulta de suma importancia entender la naturaleza de las aves que habitan tanto en la zona del proyecto como en sus alrededores. Se requiere de una clasificación que tome en cuenta la peligrosidad que representan de acuerdo a su estacionalidad, meses, año y horas del día con mayor actividad, condiciones climáticas y focos de atracción (cobertura, alimentación, agua). Todos estos factores pueden incrementar la riqueza y abundancia de las aves en zonas aeroportuarias. Nada de lo anterior fue evaluado en la MIA y tampoco forma parte del resolutivo del proyecto.”

Fuente: Grupo de Análisis de la UCCS

Fuente
Contralínea (México)