Un día alguien dijo: "la rumorología es un arma infalible para destruir honras es como el popular dicho, miente, miente, que algo queda".

En unas pocas horas, fui víctima de tal difamación que aquí les cuento.

La llamada, de un periodista, demostrando interés de escribir sobre: "la apasionante vida de mi madre", fue el factor de la prueba detonante.

No pude evitar reírme cuando tuve conocimiento de los hechos, ya no sé si quien lo hizo tuvo dolo, premeditación, alevosía o ventaja.

Resultaba pues, que a un ángel de luz o un ser brillante, empapado de encono e ignorancia se le ocurrió inventar que mi madre, es decir quien me dio la vida era la muy heroína doña Matilde Pinchi Pinchi, dama conocida en el Perú por haber sido una mujer que tuvo grandes agallas y ceñidos pantalones para enfrentarse a todo el régimen corrupto de Alberto Fujimori, cuando contó, según su versión, toda la verdad sobre los vladivideos.

Tuve la oportunidad de ver algunas veces en paños menores a don Vadimiro Montesinos, a los malpensados lamento decirles que fue por motivos por los cuales el señor iba a dormir donde vivía su bella novia Jackeline Beltrán .

Era su vecina, por absoluta casualidad, por cierto para los desinformados no me refiero a la vecindad de la salita del SIN, sino a la de Miraflores, y si algún rumor maligno tuviera la ocurrencia de conspirar que Montesinos fue tan bruto para tener en el 301 a una amante y en el 302 a la otra, creo que esa teoría debe quedar irrefutablemente descartada.

Puesto que hubo una teoría de que Montesinos también fue amante de Matilde PinchiPinchi.

Cuando explotó la bomba, yo era una adolescente y no me interesaba la política pero lo que sí tuve muy claro es que absolutamente nadie en mi familia materna ni paterna era fujimorista.

Mis padres y yo vivíamos en una hermosa residencia con todos los lujos inimaginables en el distrito de Surco, muy cerca de la casa del embajador británico, un lugar muy tranquilo y hermoso, pero algo lejano a sus fábricas y oficinas y decidió, además, comprarnos un lugar más céntrico: un lindo departamento en Miraflores.

Mi sorpresa fue inmensa, cuando todas las noches se sentaba un muchacho con una temible metralleta en un sillón que pusimos fuera del apartamento para las visitas.

Un buen día a pesar de su escolta de guardaespaldas me lo crucé en el ascensor, temblando pero con firmeza le di un saludo, y no pude dejar de mirarlo de arriba a abajo no por su atractivo, sino porque Valdimiro Montesinos era un personaje "lleno de extraños misterios".

El punto es que un día le pregunté a mi abuelo si él y la heroína del momento, Matilde Pinchi Pinchi, tenían algún parentesco, con sabiduría me dijo: "no hijita, es un simple homónimo de los tantos que existen, lamentablemente no tenemos ningún parentesco, ni vínculo, ni de lejos la he visto, no la identifico, ni conozco a nadie de su familia, pero hubiera sido ideal ¿no lo crees?, y me enseñó nuestro muy pequeño árbol genealógico.

Además de eso mi abuelo sólo tuvo dos hijos, Pinchi Goicochea, de los cuales toda la familia, de su única hermana de padre y madre es colombiana y luego estamos mis dos hermanos mayores y yo que llevamos la vendimia y la laguna de Huacachina en la sangre, fue Ica quien nos albergó en su regazo.

Por cierto mi tía no se llama Matilde, se llama Berny.

Y aunque soy una viajera del mundo, llevo a Chimbote en mi corazón, bahía norteña , puerto dulce y amado donde pasé, la etapa más hermosa de mi vida, mi infancia.

Elsa América, es el nombre de mi madre, una hermosa limeña de piel blanca, cabellos castaños rojizos (naturales por cierto), sonrisa perfecta y riéndose de los años, mantiene un cuerpo envidiable, posee un corazón tierno y luce la inocencia temprana de cuando se casó, (a los 17).

Lo siento señores seguidores de la calumnia amarillista y el chisme barato, no soy hija de Matilde Pinchi Pinchi, y a quien le duela, qué pena, que se sobe, esa es la verdad, dejen de inventar tanta mentira y en mi razón no se tolera tal situación que pensar que todo esto viene de alguna mente perversa que lo único que pretende es perjudicarme cuando ser pariente de tal dama, para mí sería un honor y no joroba espinosa, ni lastre, menos una ofensa.

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