I. Magister dixit significa “lo ha dicho el maestro”, y fue usado por los escolásticos de la Edad Media para repetir y memorizar lo que Platón y Aristóteles dejaron en sus escritos, y debía aceptarse sin réplica al pie de la letra. Desde entonces los maestros insisten en que los alumnos memoricen, en lugar de razonar y recrear los problemas de la cultura en general, para enseñar a pensar lo que han creado los pensadores de las ciencias de fundamento matemático y los creadores de las ciencias sociales de fundamento jurídico. Nada de la historia universal ha caído buenamente del cielo; incluso las religiones son creaciones de la humanidad buscando salvar sus almas. Las teorías pedagógicas que insisten en enseñar a memorizar hacen que los alumnos, al no razonar, se aburran, y pocos busquen caminos para echar por la borda de sus vidas la tradición platónica-aristotélica que se opone a la divisa de los auténticos sofistas, de que “el hombre es la medida de toda las cosas”.

II. Para profundizar en la teoría de “educar es enseñar a crear y recrear” se debe buscar en la obra de Emanuel Kant, Pedagogía (ediciones Hispánicas), en la de Pablo Natorp: Pestalozzi: su vida y sus ideas (editorial Labor) y Pedagogía social (con introducción del gran Manuel García Morente, ediciones La Lectura), quienes con Hermann Cohen rescatan que enseñar es enseñar a crear y recrear, que en las facultades de Filosofía y Letras y de Derecho, de la Universidad Nacional Autónoma de México, en memorables cátedras, compartía el ilustre Guillermo Héctor Rodríguez. También en la obra de Juan Enrique Pestalozzi: Cómo Gertrudis enseña a sus hijos, y del investigador Fausto Terrazas Sánchez: Filosofía de la educación (Porrúa). Ésta es la constancia documental de que la pedagogía es que maestros y alumnos aprendan a filosofar, a pensar, a razonar, planteándose cómo las generaciones que tuvieron a los grandes pensadores crearon la cultura: humanidades, teorías científicas y sociales, sicología, siquiatría, poesía, literatura, como creaciones que a muchos les costaron la censura, inquisiciones e intolerancia, porque ofrecían sus rendimientos con arreglo a hipótesis del pensamiento para fundamentar la civilización racional contra los fanatismos.

III. Kant lo ilustró con la frase “¡atrévete a pensar!” por ti mismo. Y Schiller escribió: “no está fuera, ahí lo busca el loco. Está dentro de ti, tú lo creas perennemente”. Así que nada como estudiar la obra completa de Kant y de quienes continuaron su método de pensar, creando y recreando los problemas y las soluciones. La pregunta y la respuesta que vuelven a ser problemas a resolver que tan bien precisó Robin G Collingwood. Así es como debe plantearse la tarea del maestro respecto de sus alumnos. Nada ya de “lo dijo el maestro”, sino lo que dice nuestro pensamiento (ver Crítica de la razón pura, de Emanuel Kant; y La teoría de la experiencia, de Hermann Cohen). Referido a la pedagogía, los sofistas Eurípides, Protágoras, Fidias, Pericles –el maestro de la democracia– o Sócrates, con sus principios: “conócete a ti mismo” y “yo sólo sé que no sé nada”, nos enseñaron que nuestro deber es reflexionar sobre los rendimientos de la cultura y enriquecer con las respuestas a los problemas lo que la razón crea como patrimonio de la humanidad.

Ficha bibliográfica

Emanuel Kant, Pedagogía, Akal;
Pablo Natorp, Pedagogía social, Ediciones de la Lectura;
Guillermo Héctor Rodríguez, Ética y jurisprudencia, Ediciones Coyoacán;
James Bowen, Historia de la educación occidental, Herder.

Fuente
Contralínea (México)