L’hôpital de Jisr al-Choughour

Mientras los héroes del Ejército Árabe Sirio (oficiales, suboficiales, soldados, médicos y sanitarios) estuvieron cercados por las bandas de mercenarios en el hospital de Jisr al-Chughur (noroeste de Siria), los sirios de todas las confesiones rezaban por ellos –cada uno según su propio credo–, todos trataban de saber de ellos y proponían su ayuda –cada uno en función de sus propios medios– para tratar de salvarlos.

Algunos de los que habían huido recientemente de la ciudad de Idlib incluso se pusieron en camino, de regreso, armados, dispuestos a enfrentar la muerte para defender a sus hermanos y salvarlos de la muerte.

Otros héroes del Ejército Árabe Sirio no pegaron un ojo, multiplicando resueltamente los intentos por liberar a sus compañeros, sin importarles tener que pagar por ello con sus propias vidas. Esa decisión fue expresada por el presidente Bachar al-Assad, el 6 de mayo de 2015, cuando prometió que se haría todo lo posible por liberar a los asediados. En aquel momento, yo agradecí a Dios. «¡Gracias a Dios porque, a pesar de tanto dolor y de todas las heridas, el pueblo sirio –desde Raqqa, Alepo y Deir ez-Zoor hasta Tartus y Sueidaa– se mantiene solidario, ayudándose entre sí como un solo cuerpo cuando uno de sus miembros está sufriendo!»

Ayer, mientras escuchaba la noticia de su liberación, recibí una llamada telefónica de una amiga cristiana diciéndome que era la fiesta de Santa Rita, patrona de los casos difíciles y de las causas desesperadas, conocida como defensora de los oprimidos y de quienes tienen sed de justicia. También recibí una llamada de una amiga musulmana, recordándome que estamos en la primera semana del mes de shaabán [1]. No cabe duda de que fueron escuchadas las plegarias por los soldados cercados, porque las puertas del cielo están abiertas de par en par para los oprimidos.

Mientras estuvieron cercados, esos héroes nunca perdieron la fe en su Ejército y en su Pueblo. Por el contrario, eran ellos quienes animaban a todo el que lograba ponerse en contacto con ellos. Decenas de amigos de diferentes religiones me decían que estaban rezando por ellos, cada cual según su credo. En fin, se unieron todos contra la injusticia, por amor a los hijos de la Patria.

Y eso me trajo paz, porque la injusta campaña contra Siria, que ya entra en su quinto año, no ha logrado afectar la moral de los sirios, herederos de una civilización de 10 000 años. Y tampoco ha logrado enemistarlos entre sí por causa de sus diferentes credos.

Los soldados cercados fueron ejemplo de una noble ética cuando portaron ellos mismos en hombros a sus camaradas muertos o heridos mientras escapaban al fuego de los criminales y a los cuchillos de los asesinos. Después de eso, nadie en el mundo puede dar a los sirios lecciones de ética, de tolerancia o sobre cómo vivir juntos.

Esos héroes expresaron todo aquello de lo cual nos enorgullecemos en nuestra queridísima Siria: somos un pueblo unido frente a todos los conspiradores y sin importar el nivel de ensañamiento de quienes nos agreden. La ética siria es el orgullo de nuestra identidad y de nuestra pertenencia. Si los criminales están profanando Palmira, no estarán profanando más que piedras y arena que pronto serán lavadas por la lluvia. Tarde o temprano, nuestro valiente ejército liberará la ciudad de los criminales extranjeros, enviados por potencias tiránicas y rencorosas.

La moral de la civilización de Zenobia y de la ruta de la seda pertenece al Pueblo sirio [2]. Está en los genes de sus hijos, de los actuales y de los que vendrán después.

Ni los invasores, ni los mercenarios podrán, hagan lo que hagan, despojar de ese legado a Siria ni a su pueblo.

Querían acabar con nuestro sentido de la vida en común y meter entre nosotros la cuña de la sedición. Pero, en cada rincón de nuestra Patria, nuestro Pueblo ha sabido compartir su alimento, sus preocupaciones, sus alegrías y tristezas. Se ha mantenido unido en cada viraje de la vida, rechazando las ideas envenenadas, ideas que nada tienen que ver con nuestra brillante civilización, a pesar de todas sus invasiones y de los múltiples intentos realizados, a través de la Historia, por apagar nuestra luz.

Siria seguirá siendo una fuente de luz para todos los árabes y para el mundo entero. Siria es eso, la tierra donde queremos vivir y por la que estamos dispuestos a morir, si así fuese necesario.

Fuente
Al-Watan (Siria)

[1En la religión musulmana, los hombres religiosos observan un ayuno durante el mes de shaabán. Entre los musulmanes chiitas, el 15 del mes de shaabán es el aniversario del Mahdi, fiesta tan importante como la Navidad de los cristianos.

[2«La caída de Palmira altera el equilibrio geopolítico en el Levante», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 25 de mayo de 2015.