El islamista turco Recep Tayyip Erdogan se convirtió en coordinador del terrorismo internacional al reemplazar al príncipe saudita Bandar ben Sultán en 2012, cuando un grave atentado apartó al príncipe de la escena. En 2014, cuando Qatar ya no podía seguir apadrinando la Hermandad Musulmana, es también Erdogan quien asume ese papel, convirtiéndose así en el verdadero líder de la cofradía. Envalentonado por su éxito, el actual presidente turco se cree indispensable a Estados Unidos y viola las reglas de la OTAN al firmar con Rusia el acuerdo Turkish Stream.

El fracaso en las elecciones legislativas

El resultado de las elecciones legislativas en Turquía no amenaza solamente los proyectos de Recep Tayyip Erdogan, quien ya se veía como un nuevo sultán, sino que pone además en peligro el poder de su partido, el AKP. Los otros tres partidos (el conservador MHP, el socialista CHP y el partido de izquierda HPD) han anunciado su negativa a formar un gobierno de coalición con el AKP y, por el contrario, su voluntad de crear una coalición de oposición. De no lograrlo en un plazo de 45 días, quedarían dos opciones: confiar a los socialistas la formación de una coalición de gobierno –opción ya descartada por el AKP– o convocar nuevas elecciones legislativas.

Este último escenario parece aún improbable, tan improbable como parecía –según la mayoría de los comentaristas políticos… y hasta el escrutinio del 7 de junio– el actual resultado de las recientes elecciones. Sin embargo, al firmar, el 1º de diciembre de 2014, con el presidente ruso Vladimir Putin, un acuerdo económico que permite a Rusia evadir las sanciones de la Unión Europea –el llamado Turkish Stream– el presidente Erdogan desafía las reglas no escritas de la OTAN. Y con ello se ha convertido en un grave estorbo, tanto para Washington como para Bruselas. Por debajo de la mesa, Estados Unidos ha hecho por consiguiente todo lo que pudo por hacer posible el derrocamiento del AKP.

El objetivo del presidente Erdogan en las recientes elecciones legislativas era obtener 400 de los 550 escaños. En realidad, para imponer la adopción de una nueva constitución –hecha a la medida de Erdogan ya que pondría en sus manos los plenos poderes legislativos– el presidente turco esperaba lograr 367 escaños. De no ser así, se habría contentado con 330 escaños, con los que hubiese podido convocar un referéndum que habría adoptado su proyecto de constitución por mayoría simple. De todas maneras, Erdogan necesitaba 276 escaños para disponer de la mayoría parlamentaria. Pero, finalmente, sólo tendrá 258 escaños, cifra que no le permite conservar el poder sin contar con otra fuerza política.

El predominio del AKP, desde 2002, era resultado de sus buenos resultados económicos y de la división de la oposición. Pero ahora la economía turca está en baja: el índice de crecimiento, que se acercaba al 10%, cayó durante 10 años, durante la guerra contra Libia y después a causa de la operación secreta contra Siria. Hoy es de un 3%, pero podría pasar rápidamente a convertirse en negativo. También se registra un estallido del desempleo, que ya asciende al 11%. El problema reside en las guerras desatadas contra aliados de Turquía y socios económicos indispensables para ese país. En cuanto a la división de la oposición, la CIA –que había tenido mucho que ver con eso– se apresuró ahora a ponerlos de acuerdo.

Cosa fácil, teniendo en cuenta el grave descontento resultante del autoritarismo del actual presidente Erdogan. La unión de la oposición ya se había producido, fundamentalmente, en junio de 2013, durante las manifestaciones del parque Taksim Gezi. Pero aquel movimiento fracasó, en primer lugar, porque en aquella época el entonces primer ministro Erdogan contaba con el respaldo de Washington y además porque no pasó de ser una revuelta de carácter urbano. Es cierto que los manifestantes se unieron entonces en contra de un proyecto inmobiliario, pero el verdadero blanco de las protestas eran la dictadura de la Hermandad Musulmana y la guerra contra Siria.

Viendo que aquel movimiento no había logrado derrocarlo, el AKP se creyó erróneamente al abrigo de la pérdida del poder y trató de imponer su programa islamista (obligación de cubrirse el cabello para las mujeres, prohibición de la cohabitación entre solteros de sexo opuesto, etc.). Pero lo hizo en momentos en que la imagen de pureza del “sultán” Erdogan se veía abruptamente cuestionada por las revelaciones sobre la corrupción de su familia. En febrero de 2014, pudo oírse, en lo que parece ser una intercepción telefónica, al propio Erdogan avisando a su hijo que tenía que esconder 30 millones de euros en efectivo antes de un registro de la policía. [1].

A todo lo anterior hay que agregar la purga emprendida contra los seguidores de su antiguo aliado, Fethullah Gulen [2], el encarcelamiento masivo de generales, abogados y periodistas [3], la ruptura de las promesas hechas a los kurdos y la construcción para Erdogan del palacio presidencial más grande del mundo.

El actual fracaso es resultado de la política exterior

El fracaso de Recep Tayyip Erdogan no es resultado de decisiones internas, es consecuencia directa de su política exterior. Los resultados económicos excepcionales de sus primeros años de gobierno no habrían sido posibles sin la contribución encubierta de Estados Unidos, que quería convertirlo en el líder del mundo sunnita. Pero se detuvieron, en 2011, con la participación de Ankara en la operación de destrucción contra la Yamahirya Árabe Libia, que había sido hasta entonces su segundo socio económico. Turquía había reactivado sus lazos económicos con la tribu de los misratas, principalmente con los aghdams, judíos turcos convertidos al islam que se instalaron en Libia entre los siglos XVIII y XIX.

Al atacar Libia, Turquía sabía que perdería un mercado muy importante. Pero esperaba dirigir todos los gobiernos que la Hermandad Musulmana debía formar. Ya había uno en Túnez, y la cofradía también debía llegar al poder en Libia, Egipto y Siria. Y así sucedió, efectivamente, en Libia y Egipto durante los dos primeros años. Pero esos gobiernos no duraron mucho.

Ankara se implicó después en la guerra contra Siria. Fue en suelo turco donde la OTAN instaló su puesto de mando para la coordinación de las operaciones contra Siria. Durante la primera parte de esa agresión –la guerra de “cuarta generación”–, que se desarrolla desde febrero de 2011 hasta la primera conferencia de Ginebra, en junio de 2012, la OTAN trasladaba los combatientes de al-Qaeda en Libia hacia Turquía para crear el llamado «Ejército Sirio Libre». El papel del entonces primer ministro Erdogan se limitaba en aquel momento a garantizar bases de retaguardia camufladas como «campamentos de refugiados», mientras que la prensa occidental no veía en Siria otra cosa que una nueva «revolución democrática» (sic) correspondiente a la «primavera árabe».

En junio de 2012, la victoria electoral de la Hermandad Musulmana en Egipto hacía pensar que un brillante porvenir se abría ante la cofradía. Erdogan se unió entonces al proyecto elaborado por Hillary Clinton, el general David Petraeus y el presidente francés Francois Hollande, que consistía en reactivar la guerra contra Siria, pero siguiendo el esquema de la guerra sucia de Estados Unidos contra la Nicaragua sandinista. Ya no se trataba para Erdogan de respaldar una operación secreta de la OTAN sino de desempeñar un papel central en una guerra clásica de gran envergadura.

El 16 de abril de 2014, la prensa turca publicaba una fotografía de Abu Muhammad, uno de los altos responsables del Emirato Islámico, herido en Idlib por el Ejército Árabe Sirio, trasladado después a Turquía por los servicios secretos de ese país e internado en un hospital público de la ciudad de Hatay, donde recibe todos los cuidados médicos necesarios… mientras el contribuyente turco corre con los gastos.

Recep Tayyip Erdogan, coordinador del terrorismo internacional

En julio de 2012, cuando el Eje de la Resistencia respondía al asesinato de los miembros del Consejo Nacional de Seguridad sirio con la realización de un atentado contra el príncipe saudita Bandar ben Sultan, Recep Tayyip Erdogan no vacila en convertir Turquía en sustituto de Arabia Saudita a la cabeza del terrorismo internacional.

En 2 años, más de 200 000 mercenarios provenientes del mundo entero transitan por Turquía para participar en la yihad contra Siria. El MIT –los servicios secretos turcos– instaura todo un sistema de tráfico de armas y de dinero para alimentar la guerra en Siria, financiada principalmente por Qatar y supervisada por la CIA.

Desde su puesto de primer ministro, Erdogan instala en Turquía 3 campos de entrenamiento de al-Qaeda, en Sanliurfa (cerca de la frontera siria), en Osmaniye (al lado de la base de la OTAN en Incirlik) y en Karaman (cerca de Estambul), donde organiza una academia de terrorismo según el modelo de la tristemente célebre Escuela de las Américas [4] [5].

La policía y la justicia turcas han demostrado que, al igual que el ex vicepresidente estadounidense Dick Cheney, el señor Erdogan es amigo personal de Yasin al-Qadi, conocido como «el banquero de al-Qaeda». Al menos así habían lo identificado el FBI y la ONU antes de octubre de 2012, cuando su nombre fue retirado de la lista internacional de terroristas. Mientras la justicia lo buscaba por el mundo, Yasin al-Qadi viajaba secretamente a Ankara en avión privado. Allí, la escolta personal de Erdogan lo recogía en el aeropuerto… después de haber desactivado las cámaras de seguridad [6].

El 18 de marzo de 2014, en una grabación divulgada a través de YouTube se oía a Mehmet Karatas, director de Turkish Airlines, quejándose a un consejero de Erdogan, Mustafa Varank, de que esa línea aérea estaba siendo utilizada en secreto por el gobierno para enviar armas a Boko Haram en Nigeria. Lo que preocupaba aquel alto funcionario no era haber violado el derecho internacional sino que esas armas podían ser utilizadas para matar no sólo cristianos sino también musulmanes.

En mayo de 2014, los servicios secretos turcos enviaban a Daesh [7] –por tren especial– grandes cantidades de armamento pesado y camionetas Toyota nuevas, regalo de Arabia Saudita. El Emirato Islámico, que en aquel momento era sólo un grupúsculo de unos cuantos cientos de combatientes, se transformaría en un mes en un ejército de decenas de miles de combatientes e invadiría Irak.

Durante los 4 últimos meses de 2014, Turquía impidió a los kurdos del PKK acudir en ayuda de los kurdos de Kobane (Ain al-Arab) cuando el Emirato Islámico atacó esa ciudad siria al borde de la frontera turca. Pero numerosos periodistas pudieron comprobar que los yihadistas sí podían pasar libremente la frontera [8].

El 19 de enero de 2015, la gendarmería turca interceptó, a solicitud de la fiscalía, un convoy que transportaba armas destinadas al Emirato Islámico. Pero el registro de los vehículos fue interrumpido cuando se descubrió que quienes estaban al mando del convoy eran agentes del MIT (los servicios secretos turcos). Los funcionarios de la justicia turca y el coronel de la gendarmería que habían interceptado el convoy fueron después arrestados por «traición» (sic). Durante la instrucción del caso, un magistrado reveló que el MIT había enviado en total 2 000 camiones repletos de armas al Emirato Islámico [9].

La columna vertebral del sistema terrorista turco es fácil de identificar: en 2007, la Academia Militar de West Point demostró que los hombres del entonces llamado Emirato Islámico en Irak provenían de al-Qaeda en Libia (GICL). Esos mismos mercenarios fueron utilizados, en 2011, en el derrocamiento de Muammar el-Kadhafi [10]. Y también fueron utilizados más tarde para formar el «Ejército Sirio Libre», o sea la oposición supuestamente siria y también supuestamente moderada [11]. Los miembros sirios del Emirato Islámico en Irak crearon al-Qaeda en Siria (el Frente al-Nusra). Posteriormente, numerosos combatientes libios y sirios de al-Nusra volvieron al Emirato Islámico en Irak, cuando este último pasó a llamarse «Daesh» y envió cuadros de mando a Boko Haram, en Nigeria.

Mehdi al-Harati tiene doble nacionalidad libia e irlandesa. En junio de 2010, la foto en la que agradecía al entonces primer ministro Erdogan, quien lo visitó en el hospital después de su arresto por los israelíes durante el abordaje de la Flotilla de la Libertad, dio la vuelta al mundo. Durante un robo cometido en su domicilio de Irlanda, se descubrió que al-Harati tenía en su poder una importante suma de dinero en efectivo que la CIA le había entregado para ayudar al derrocamiento del Guía libio. En agosto de 2011, Al-Harati dirigió la Brigada de Trípoli, una unidad de al-Qaeda dirigida por oficiales franceses y encargada por la OTAN de tomar el hotel Rixos, que servía de refugio a la familia Kadhafi. De paso esos mismos yihadistas debían liquidar al periodista francés Thierry Meyssan. Bajo las órdenes de Abdelhakim Belhadj y a la cabeza de varios miles de combatientes libios, al-Harati llegó a Siria en noviembre de 2011 para organizar el “Ejército Libre Sirio”, por órdenes de Francia. Más tarde creó y dirigió Liwa al-Umma, otro ejército privado que retomó el nombre de “Ejército Sirio Libre” a finales de 2012. De regreso en Libia, al-Harati fue electo alcalde de Trípoli en agosto de 2014, cuando el país se dividió en dos gobiernos, uno con sede en Trípoli y respaldo de Turquía y otro en Tobruk, con apoyo de Egipto y de los Emiratos Árabes Unidos.

La implicación pública de Turquía
en el conflicto sirio

Turquía ha sacado gran provecho de la guerra contra Siria. En primer lugar, organizando el saqueo de los tesoros arqueológicos sirios. En Antioquía incluso se creó un mercado público para que los coleccionistas del mundo entero pudieran comprar las piezas ya robadas o hacer pedidos de otras para que fuesen robadas. Turquía también se benefició organizando el saqueo industrial de Alepo, la capital económica de Siria. La Cámara de Industria y Comercio de Alepo ha mostrado como las fábricas han sido sistemáticamente desmontadas y toda la maquinaria enviada a Turquía, bajo la mirada vigilante del MIT. Cuando los sirios recurrieron a la justicia, sus abogados en Turquía fueron arrestados por la administración Erdogan y todavía están en la cárcel.

El ejército turco se limitó por largo tiempo al envío de fuerzas especiales a Siria, varios soldados turcos incluso han sido hechos prisioneros por el Ejército Árabe Sirio. Pero en septiembre de 2013, el ejército turco coordinó el ataque contra Maalula, una pequeña localidad siria sin interés estratégico pero que es el lugar de culto cristiano más antiguo del mundo. Además, en marzo de 2014, el ejército turco entró en Siria para escoltar a los yihadistas del Frente al-Nusra (al-Qaeda) y del Ejército del Islam (prosaudita) hasta la localidad siria de Kassab con la misión de masacrar a la población armenia, cuyos abuelos llegaron a Siria huyendo del genocidio armenio perpetrado por los otomanos [12]. Naturalmente, Francia y Estados Unidos se opusieron a la condena de esa agresión en el Consejo de Seguridad de la ONU. Desde entonces, el ejército turco ha penetrado nuevamente varias veces en territorio sirio, pero sin entrar en combate.

Formado en Estados Unidos, Hakan Fidan fue agente de enlace entre Turquía y el estado mayor de la OTAN durante la guerra de Kosovo (1998). Hombre de confianza de Recep Tayyip Erdogan, fue nombrado en 20003 director de la TIKA, la agencia a cargo de los vínculos con las poblaciones turcoparlantes del Asia central y apoyó el Hizb ut-Tahrir (grupo que separó de la Hermandad Musulmana y que se dedica al terrorismo en el valle de Ferghana). En 2007, Hakan Fidan forma parte del equipo del primer ministro Erdogan y se convierte en administrador del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). En 2010, es nombrado jefe de los servicios secretos (MIT). Organiza los campamentos de yihadistas en Turquía y su aprovisionamiento en Siria, incluyendo el envío de armas al Emirato Islámico. Y principalmente trata de implicar a Estados Unidos en la guerra contra Siria organizando el ataque químico en las afueras de Damasco para atribuirlo al presidente Assad, en agosto de 2013. Después de la firma del acuerdo Turkish Stream con Rusia, Hakan Fidan entra en conflicto con Erdogan y dimite. Pero el 9 de marzo de 2015, renuncia a presentarse como candidato en las elecciones legislativas y retoma sus funciones como jefe de los servicios secretos.

El peso de los crímenes de Recep Tayyip Erdogan

Los crímenes de la administración Erdogan han sido ampliamente mencionados en la prensa turca, haciendo perder así al presidente turco el respaldo que pudiese haber tenido entre la población aleví (cercana a los alauitas) y la población kurda de Turquía. Los alevíes apoyan masivamente al CHP y los kurdos al HPD. Pero eso no bastaba para provocar la caída del nuevo sultán.

El error más importante es el del 1º de diciembre de 2014. Ese día, el presidente Erdogan firmó un gigantesco acuerdo económico con el presidente ruso Vladimir Putin, a quien ve erróneamente como un zar y, por consiguiente, como un modelo a seguir. También es posible que Erdogan tema que Estados Unidos se vuelva contra él cuando caiga Siria, como le sucedió anteriormente a Sadam Husein cuando cumplió su misión de debilitar a Irán. En todo caso, al tratar de jugar simultáneamente en dos direcciones –este y oeste– el presidente turco ha perdido el respaldo que la CIA le había garantizado constantemente desde 1998.

En septiembre de 2012, el entonces primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan, el presidente francés Francois Hollande y su ministro de Relaciones Exteriores Laurent Fabius urdieron un complot para asesinar al presidente sirio Bachar al-Assad. Pero la operación fracasó.

La trayectoria de Recep Tayyip Erdogan

En su adolescencia, Erdogan quería ser futbolista. Carismático, con dotes de líder, vivió en las calles, encabezando una banda de delincuentes. Rápidamente se unió a la formación Milli Gorus (Milli Gorus significa literalmente «Visión Nacional», pero en el contexto turco de censura ese nombre debe interpretarse como «Islam Político») de Necmettin Erbakan, cuyo programa era la reislamización de la sociedad. También militó en un grupo anticomunista de extrema derecha y participó en manifestaciones antijudías y antimasónicas.

Electo al Parlamento en 1991, se le prohibió ejercer sus funciones como parlamentario como consecuencia del golpe de Estado y de la represión contra los islamistas. Electo alcalde de Estambul, en 1994, ejerció sus funciones sin imponer su visión islamista. Pero, al ser prohibido su partido, fue condenado por haber incluido en un discurso un poema panturquista. Cumplió 4 meses de cárcel y se le prohibió presentarse a las elecciones.

Después de su liberación, dijo haber roto con los errores de su pasado. Abandonó su retórica antioccidental, provocando así la división del movimiento de Necmettin Erbakan. Con ayuda de la embajada de Estados Unidos, fundó entonces el AKP, partido simultáneamente islamista y atlantista al que integró no sólo sus amigos de Milli Gorus sino también los discípulos de Fetullah Gullen y los antiguos partidarios de Turgut Ozal, un kurdo sunnita que fue presidente de Turquía de 1989 a 1993.

El AKP ganó las elecciones de 2002, pero estas fueron anuladas. También ganó las elecciones de 2003. Erdogan –cuya prohibición política ya había expirado– se convierte así en primer ministro.

A su llegada al poder, el señor Erdogan se abstuvo de imponer sus puntos de vista islamistas. Desarrolló la economía –con ayuda de Estados Unidos– y después, a partir de 2009, puso en aplicación la teoría del profesor Ahmet Davutoglu (otro discípulo de Fetullah Gullen) de «cero problemas con nuestros vecinos». El objetivo era resolver –con un siglo de atraso– los conflictos heredados del Imperio Otomano. Entre otras cosas, instauró en 2009 un mercado común, con Siria e Irán, provocando un verdadero salto económico regional.

El AKP y la Hermandad Musulmana

A pesar de tener una historia diferente, la formación Milli Gorus siempre mostró interés por la Hermandad Musulmana egipcia, llegando incluso a traducir las obras de Hassan el-Banna y Said Qotb.

El acercamiento oficial del AKP a la Hermandad Musulmana tuvo lugar durante la agresión israelí de 2008-2009 contra la franja de Gaza, que llevó el gobierno de Erdogan a apoyar y participar en el proyecto conocido como Flotilla de la Libertad, organizado por la Hermandad Musulmana, bajo una fachada humanitaria y bajo el ojo vigilante de la CIA [13].

Desde los primeros días de la llamada «primavera árabe», el AKP apoyó a Rached Ghannouchi en Túnez, a Mahmud Jibril en Libia y a Mohamed Morsi en Egipto. El AKP incluso puso especialistas en comunicación política a la disposición de la Hermandad Musulmana para imponer su visión común del islam en las sociedades de esos países.

Ilustración de esta alianza, en septiembre de 2011, el primer ministro Erdogan facilita la creación en Estambul del Consejo Nacional Sirio, llamado a convertirse en gobierno sirio en el exilio, instancia totalmente bajo control de la Hermandad Musulmana [14].

En 2012, el primer ministro Erdogan acoge en el congreso del AKP a los líderes de la Hermandad Musulmana que habían logrado llegar al poder: el egipcio Mohamed Morsi y el palestino Khaled Meschal. También organiza, el 10 de julio de 2013, una conferencia de los miembros de la Hermandad Musulmana, con la participación de Yussef Nada, Mohammad Riyad al-Shafaka (el guía la Hermandad Musulmana en Siria) y de Rached Ghannouchi. Por precaución, las invitaciones no provienen del AKP sino de los amigos de Erdogan en Milli Gorus.

En septiembre de 2014, cuando Qatar evita una guerra con Arabia Saudita invitando los miembros de la Hermandad Musulmana a salir del emirato, Erdogan vuelve a convertirse en el único padrino de la cofradía en el plano internacional.

En su rutilante y costosísimo palacio, el presidente Erdogan recibe a sus invitados rodeado de 16 soldados vestidos como guerreros de los 16 imperios turcos anteriores a su llegada al poder.

El porvenir de Turquía

Si Recep Tayyip Erdogan ha sido catalogado como neo-otomano, ha sido únicamente por facilidad porque su proyecto nunca fue reconstruir el Imperio Otomano sino crear uno nuevo, con reglas que él mismo pretendía crear. Y creyó que para ello podía utilizar alternativamente el sueño del Califato (primero con Hizb ut-Tahrir más tarde con el Emirato Islámico) o el del panturquismo («el valle de los lobos»).

Y es también erróneamente que se describe a Erdogan como un político autoritario. En realidad, siempre se ha comportado como un jefe de banda, y la palabra que se utiliza para describir ese tipo de persona no es “autoritario”. Cuando se ha visto sorprendido con las manos en la masa, siempre ha reaccionado negando las pruebas y destituyendo o arrestando a los policías y magistrados que aplicaban la ley.

Aunque Recep Tayyip Erdogan lograse sobornar al MHP, o al menos a 18 de sus diputados, para formar una coalición gubernamental, su partido no estará mucho tiempo en el poder.

Para estar seguro de no tener que seguir enfrentando al AKP, Estados Unidos podría favorecer su división estimulando a los discípulos de Fetullah Gullen y los partidarios del difunto presidente Turgut Ozal para que formen su propio partido.

El gobierno sucesor del AKP tendrá que liberar rápidamente a los presos políticos, enviar los líderes islamistas corruptos a los tribunales y abrogar después diversas leyes islamistas para contentar a la opinión pública. También tendrá que poner fin a la implicación de Turquía en la guerra de agresión contra Siria, pero también facilitaría a la CIA el traslado de los yihadistas que hoy operan en Irak y en Siria hacia otro destino. Y gozará del respaldo financiero de Estados Unidos en cuanto cuestione el tratado que el presidente Erdogan firmó con el presidente Putin.

La caída del AKP debería provocar un repliegue de la Hermandad Musulmana hacia Qatar, el único que seguiría apadrinándola. También debería aclarar el horizonte en Túnez y Libia y favorecer la paz en Siria y Egipto.

[1«30 millones de euros y la voz de Erdogan», Red Voltaire, 26 de febrero de 2014.

[2«Erdogan ataca públicamente a Gülen», Red Voltaire, 24 de noviembre de 2013.

[3«El golpe de Estado judicial del AKP», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 19 de agosto de 2013.

[4“Israeli general says al Qaeda’s Syria fighters set up in Turkey”, por Dan Williams, Reuters, 29 de enero de 2014.

[5La Escuela de las Américas fue una escuela de tortura creada por la CIA en Panamá durante la guerra fría.

[7Daesh, es el acrónimo árabe del autoproclamado Emirato Islámico, anteriormente conocido como EIIL (Emirato Islámico en Irak y el Levante), y también designado en Occidente como ISIL o ISIS. Nota de la Red Voltaire.

[8«Kobane, objeto de todo tipo de mentiras», Red Voltaire, 1º de noviembre de 2014.

[10«Enemigos de la OTAN en Irak y en Afganistán, aliados en Libia», por Webster G. Tarpley, Red Voltaire, 29 de mayo de 2011.

[11«Los Contras sirios apoyados por Washington están bajo el mando de un “ex” terrorista de al-Qaeda», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 19 de diciembre de 2011; « Islamistas libios se desplazan a Siria para “ayudar” a la revolución», por Daniel Iriarte, ABC (España), Red Voltaire, 19 de diciembre de 2011.

[12«¿Ve Ankara la masacre como una opción política?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 27 de octubre de 2014.

[13«Flotilla de la Libertad: el detalle que Netanyahu no conocía», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 11 de junio de 2010.

[14El primer presidente del Consejo «Nacional Sirio» fue el profesor Burhan Ghalioun, presentado por la prensa occidental como un «militante laico» cuando en realidad era –desde 2003– el consejero político de Abbassi Madani (presidente del Frente Islámico de Salvación de Argelia). El actual presidente del Consejo es Georges Sabra, presentado como un «cristiano marxista» cuando en realidad acaba de hacer su peregrinaje a La Meca.